8 de septiembre 2008 - 00:00
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Damien Hirst con «El becerro de oro», escultura que con una base de u$s 16 millones, es la estrella de la subasta que se anuncia como benéfica, aunque sólo 5 de las 221 obras están destinadas a beneficencia.
La subasta está presentada en cinco estupendos catálogos, y las piezas ofrecidas están realizadas con mariposas, diamantes artificiales, píldoras, botellas de agua mineral, bidones de formol, cajas de remedios, sillas, acrílicos, tiburones grandes y chicos, becerros, cabras, cebras, repisas, calaveras de plástico y todo aquello que lo llevaría a Warhol al súmmum del placer.
«The Kingdom» es el tiburón embalsamado en una pecera de 4 metros por el cual se estima se deberán pagar más de 10 millones de dólares, ademas del VAT (el IVA británico) que es de 17,5%. También Hirst, cuya firma está inspirada en el logo de la farmacéutica BAYER, donó una obra para Survival, la organización de derechos humanos que se ocupa de impedir el genocidio de indios en Brasil.
Otro animal en oferta es una oveja negra pero con cuernos de oro, que se estima entre 4 y 6 millones de dólares.
Hay dos estanterías doradas, con diamantes artificiales, pero que relucen como si fueran buenos, que Hirst en un rapto poético tituló «Memorias y Memorias contigo». Salen con una base de 1,6 millones de dólares, que seguramente serán bastante más; su costo material deben ser 16.000 dólares, por lo tanto, arranca con una base que supera en cien veces su costo.
El lote más caro es «El becerro de oro», inspirado en la Biblia y, estéticamente, en la pintura de Nicolas Poussin que se encuentra en la National Gallery de Londres; mide casi 4 metros y está sobre una base de mármol de Carrara, en una pecera llena de «formaldehyde» (el nombre técnico del formol) y con una placa de oro 18 kilates, que sería la delicia de los comerciantes de la calle Libertad. Se la disputarán a partir de 16 millones de dólares.
Hirst aprovecha la belleza de las mariposas, que le gustan porque tienen una vida efímera, para recrear algunos vitraux de catedrales conocidas.
Hay varias estanterías de consultorio médico o farmacias donde se acumulan las cajas de remedios de varios laboratorios para que nadie diga que hace propagando subliminal de alguno; igual, siempre hay alguna píldora azul dando vueltas, como consagrando al éxito farmacéutico de la década: el Viagra. Las estanterías arrancan en el millón de dolares. También hay pinturas de calaveras apoyadas en un sofá y rodeadas por burbujas de jabón, que arrancan de 800.000 dólares. Hay también esculturas anatómicas que nos muestran los órganos internos de los presuntos ángeles del autor. De cada una hay tres copias y el plus de una copia para el artista en mármol. Están muy bien cotizadas y arrancan en dos millones de dólares.
Hay pinturas de Hirst que se han pagado ya 8,5 millones de dólares. Sus precios se han multiplicado por cinco en la última década; se venden 50 lotes promedio por año; el volumen de pinturas en subastas es de 50 millones y mucho más en esculturas (o animales embalsamados), que son el fuerte del artista británico.
No hay duda de que este hombre conoce su negocio, sabe provocar y tiene habilidad para recaudar, es un objeto de deseo y «pertenecer tiene sus privilegios». No corresponde criticado, es un producto de la época que necesita de estos íconos, evidentemente. Si es arte o no, el tiempo lo dirá. Que es un éxito económico, está fuera de toda discusión.
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