Si hubiera que definir la capacidad artística, la rigurosidad técnica y el instinto dramático de la pareja que conforman Julio Bocca y Eleonora Cassano bastaría quizá con el bellísimo pas de deux de la habitación de «Manon», de Kenneth MacMillan, que fue repuesto en esta nueva presentación de los bailarines en el Colón.
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Con sus apenas 10 minutos este dúo permite el lucimiento de las aptitudes y el carisma de los dos puestos al servicio de los personajes imaginados por el abate Prévost (autor de la obra original) y, sobre todo, la pasión casi concupiscente que imprimió cada uno a la recreación de Des Grieux y Manon. Intensos y poéticos, Bocca-Cassano resultaron espectaculares exponentes de esos roles. En la última parte del espectáculo se estrenó «Encuentros», un ballet del coreógrafo norteamericano Robert Hill sobre el concierto para piano y orquesta, de Kurt Atterberg.
Con lenguaje de inspiración balanchiniana en su complejo neoclasicismo, la obra se divide en tres partes según los movimientos del concierto. Cecilia Figaredo con el Ballet Argentino en el primero Eleonora Cassano con Julio Bocca en los dos restantes acompañados por toda la compañía, exhibieron un alto tecnicismo para la interpretación de este ballet musical. Bello y despojado, casi minimalista, «Encuentros» trae un aire fresco y energético para el ballet de origen académico.
El programa había comenzado con la archiconocida «Carmen», de Alonso sobre la partitura de Bizet arreglada para el ballet por Schedrin. Una vez más la pareja Bocca-Cassano centralizó la atención en los protagónicos, mientras que el resto, si bien no fue óptimo tuvo decoro, aun con algunas carencias (el torero de Juan Pablo Ledo, por ejemplo).
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