Leticia
Bredice y
Darío
Grandinetti en
«El frasco»,
sencilla y
agradable
historia
escrita por
Pablo Solarz
(«Historias
mínimas»,
«Un novio
para mi
mujer»), bien
dirigida por
Alberto
Lecchi.
«El frasco» (Argentina-España, 2008, habl. en español). Dir.: A. Lecchi. Guión: P. Solarz. Int.:D. Grandinetti, L. Bredice, N. Scarpino, J. Ochoa y A. Pozobón.
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Rutas argentinas, pueblos que todavía conservan algo de lo que fueron, bares perdidos en el camino y en el tiempo, una casa rodante, un horno de barro y la historia entre el «mudo» y la maestra rural. Todos elementos ya conocidos de Pablo Solarz (el guionista de «Quién dice que es fácil», «Un novio para mi mujer» y, sobre todo, «Historias mínimas»).
A su vez, y por fortuna, el director Alberto Lecchi no repite los vicios de solemnidad e incluso surrealismo de «El juego de Arcibel» o «Nueces para el amor» sino que, como en su anterior película, «Una estrella y dos cafés», aborda una pequeña historia, con gente reconocible, aunque aquello que los aqueja no sea tan pequeño. Darío Grandinetti compone a un colectivero extremadamente tímido, al que la dulce y sufrida maestra que interpreta Leticia Bredice le pide un favor.
Como en «Historias mínimas», Solarz vuelve a optar por el camino como un lugar propicio para el acercamiento entre personas. Plantea con ingenio, sencillez y humor la necesidad de volver a ciertos lugares por los motivos más insólitos (casi tan desopilante como la torta para René que torturó a Eduardo Blanco en el film de Carlos Sorín).
También vuelve retratar a gente provinciana, entre los que se luce el comediante Nicolás Escarpino. Lecchi ya había dirigido con Leticia Brédice en «Nueces para el amor» y a Grandinetti en «El dedo en la llaga», y en este caso consiguió lo mejor de ambos: están estupendos. El film tiene buenos climas, a los que ayuda la música compuesta por Hugo Colace, pero lo mejor son los diálogos. bien escritos y bien dichos, aún por el monosilábico Grandinetti, cuyas respuestas, así y todo, se prestan a confusión. Más que el final, esperable, lo que importa en la película de Lecchi es lo que va pasando, como en todo viaje y como en toda historia bien contada de principio a fin.
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