Ovidio Lagos inicia con una polémica su bella obra sobre un lugar privilegiado de Chile. Se pregunta si el libro de viajes, tan en boga a fines del siglo XIX y en buena parte del siguiente, puede estar desapareciendo. Y remite como grandes ejemplos a los escritores viajeros, científicos y narradores, que lo impulsaron a escribir, destacando a Charles Darwin, Ewelyn Wagh, Graham Greene y Bruce Chatwin. Nombres a los que de inmediato se podrían sumar otros escritores viajeros: Joseph Conrad, André Gide, John Steinbeck, Henry Miller, Elias Canetti.
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En tiempos recientes surgieron obras notables como «El arte de viajar» del filósofo Alain de Botton o cualquiera los magníficos textos de los extraordinarios viajeros Paul Thoreaux o Colin Thubon. Es más, hay quienes han sostenido que la Academia Sueca, que ha venido transformando en académicos a géneros que no eran considerados como parte de la literatura, oficializa a la literatura de viajes como gran género narrativo al otorgar el Premio Nobel a Orham Pamuk y, fundamentalmente, a V.S. Naipul.
A ese notable registro pertenece « Chiloé. Un mundo separado» donde el autor de «La pasión de un aristócrata», « Argentinos de Raza» y «Arana, rey del caucho», fusiona descripción geográfica con prosa literaria, ensayo con narrativa, investigación histórica con datos económicos y constantes referencias culturales que a través del amplio bagaje del autor, ofrecido de forma amable y muchas veces irónica, enriquece la visión de ese mundo insular. Es fácil reconocer las inquietudes del periodista de raza, y del fascinado por el mundo de la literatura fantástica, cuando investigauna secta de brujos, una galería de seres demoníacos en los que aún creen hoy los chilotes. Y sostienen que: «No sé si hay brujos, pero en Quicavi no caminaría de noche».
Mitos, creencias mágicas, misterios, que ofrece como investigación personal o testimonio de personas que va conociendo, le sirven para completar un mural de esa isla encantada de Chile, que si bien está mostrada en elaborada prosa recuerda por momentos a los murales que sirvieron a Diego Rivera para mostrar a su México.
Ovidio Lagos ha confesado que si bien ha viajado por todo el mundo, no ha encontrado un lugar tan bello, con una identidad tan especial, como Chiloé, donde hay siempre algo más por conocer.
No por nada es el lugar que el escritor, que vive en una estancia del sur del Santa Fe, ha elegido para pasar sus vacaciones.
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