Confirmando que nadie es profeta en su tierra, el rosarino Lucio Fontana suele ser ignorado en nuestro panorama plástico. No hay salas que lleven su nombre en nuestros museos, no se realizan muestras de sus obras, no es habitual que esté presente en las reseñas del arte argentino, y en el mundo se lo conoce como «artista italiano, nacido en Rosario de Santa Fe, Argentina». Su reconocimiento y fama se lo debe a los italianos y no a los criollos, aunque él recordaba siempre que el «Espacio», que él tanto amó y desarrolló, tenía su origen en la inmensidad de la Pampa Argentina.
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El pasado 7 de septiembre se cumplieron 40 años de su muerte; creemos que es un buen momento para realizar una exposición con algunas de sus obras.
Aquí vivió solamente 22 años. Su padre era un escultor nacido en Milán, que recaló en Rosario en busca de hacerse «la América». Lucio nace el 19 de febrero de 1899 y a los 6 años lo llevan a Italia, donde estudia en la Academia di Brera de Milano, lucha como soldado en la primera guerra mundial y, en 1921, vuelve a la Argentina, donde recibe sus primeros encargos y tiene su taller junto a Julio Vanzo. Durante 8 años realiza obras figurativas y es Maillol su artista preferido en esa época.
Cuando vuelve a Italia, Arturo Martini y Marino Marini son quienes ejercen influencia en su obra. Realiza su primera exposición en Milán, junto a un joven argentino que se llamaba Raúl Soldi y sería su amigo durante toda la vida. Con él y otros maestros fundan la Escuela Altamira para la enseñanza de arte, en 1940, a su vuelta a Buenos Aires, donde permanece hasta su regreso definitivo a Milán en 1947. Ahí es cuando comienza su gran obra fundada en los principios del « espacialismo», que sería su gran búsqueda durante las últimas dos décadas de su vida, encontrandosin duda alguna una nueva dimensión, que nació en su pensamiento cuando vivió en Paris, en la década del 30, y conoció a Miró y Brancussi, entre otros.
La pintura son dos dimensiones y la escultura, tres; Fontana buscó alterar este principio y lo logró a partir de 1949, cuando comienza con sus «agujereados», las telas con incisiones que lo hicieron famoso.Luego, en 1958, comenzaransus «tajos». Siempre continuó con sus trabajos de escultura, aunque dejó a un lado el realismo y la figuración que desarrolló en nuestro país.
Fue, además, un excelente ceramista, al punto de que muchas de sus mejores obras las realizó en ese material, logrando un extraordinario colorido. También algunas de sus esculturas policromadas son de gran calidad. A partir de 1951 comienza su serie llamada « Conceptos espaciales», como el que se encuentra en el Museo Castagnino de Rosario, que también atesora las esculturas figurativas «Muchacho del Paraná» y «Mujer Peinándose».
Hoy es uno de los artistas con mayor suceso en el mercado internacional; sus pinturas se han revalorizado en 604% en una década y sus esculturas, un promedio de 744% en el mismoperíodo. Los dos últimos años han marcado récord tras récord. El 27 de febrero de este año, la dorada obra «Concetto Spaziale (La fine di Dio)», de 178x123 cm., alcanzó los 20 millones de dólares en su subasta en Sotheby`s de Londres, cuando una obra similar se había vendido 5 años antes, en la misma casa, en 10% de esa suma.
Actualmente sus obras arrancan en los dos millones de dólares y el volumen de ventas de pinturas en subastas supera los 60 millones de dólares al año, mientras, para sus esculturas, los valores promedio son de 100.000 dólares, superando en quince veces lo que se pagaba hace una década.
Ningún museo del mundo se permite no tener obras de Fontana en sus colecciones y sus muestras, auspiciadas por la Fundacion Fontana, creada por su mujer argentina, Teresa, se multiplican en todo el mundo. Hace unos años se realizó una estupenda exposición en el Palacio de Tokio en Paris, donde los coleccionistas franceses presentaban sus diez obras preferidas, y los dos artistas más representados eran Alberto Giacometti y Lucio Fontana.
La ciudad de Rosario es mucho más que el Monumento a la Bandera (para el cual Fontana presentó un proyecto que no fue elegido), el mítico barrio de Pichincha, o la tierra de Alberto Olmedo, Antonio Berni y Roberto Fontanarrosa, es también la tierra de Lucio Fontana, el número uno de nuestros artistas.
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