17 de diciembre 2004 - 00:00

"Hago otras músicas, pero el tango es mi lengua materna"

Para el pianista argentino que vive en París desde hace casi treinta años, «el tango dice tanto sobre mí como la música de una película o una pieza electrónica atonal».
Para el pianista argentino que vive en París desde hace casi treinta años, «el tango dice tanto sobre mí como la música de una película o una pieza electrónica atonal».
Para muchos, el nombre del pianista argentino Gustavo Beytelmann -nacido en Venado Tuerto, en 1945 y residente en París desde hace casi treinta años-se asocia a la música contemporánea. Discípulo de Francisco Kröpfl, ha desarrollado una importante carrera europea. Otros, en cambio, lo relacionan al jazz, una música que interpretó muchísimo antes de abandonar la Argentina en jams y conciertos compartidos con figuras como Hugo Pierre o Rubén Barbieri. Beytelman es además un reconocido compositor de música para cine; y ha tenido un importante paso por el tango en los '80, como parte de un trío con el bandoneonista argentino Juan José Mosalini y el contrabajista francés Patrice Caratini. El verano pasado vino a Buenos Aires invitado por la Secretaría de Cultura porteña para participar del festival de tango y eso lo llevó a retomar públicamente su amor por la música rioplatense pero ahora en solo de piano. De esa experiencia resultó el disco «¡Sigamos!», que acaba de presentar en dos conciertos excelentes en el teatro Coliseo.

Periodista:
Retornó al tango...

Gustavo Beytelmann: Es que no hay tal retorno porque el tango es una música que me pertenece, que soy yo. Siendo niño, en Venado, vivía frente al club Central Argentino; y para mí era lo más normal escuchar ahí a todas las orquestas de tango que pasaban a tocar. Pero además, pertenezco a una época en la que el tango sonaba permanentemente; el «Glostora Tango Club» se escuchaba en las propaladoras del pueblo. Y mi padre era un violinista amateur, muy bueno, que tocaba tango y jazz.


P.:
Sin embargo, ha dedicado la mayor parte de su vida a otras músicas.

G.B.: Es cierto. Tiene que ver con mi formación y con mi necesidad de practicar distintas músicas. Yo no lo siento como cosas separadas. En mi actual manera de hacer los tangos tradicionales está mi historia con el jazz o con la música académica. Pero el tango es mi lengua materna y dice tanto sobre mí como la música de una película o una pieza electrónica o atonal.


P.:
Usted suma algo que no ha sido muy habitual en el tango, la improvisación...

G.B.: En mi opinión toda la música popular es fruto de encuentros; no hay música popular «pura».Y el tango no es la excepción. En sus tiempos de consolidación y aún mucho después -cuando las orquestas tocaban para divertirse o en los ensayos-era habitual que los músicos improvisaran; inclusive, hace poco me enteré de que «La yumba», de Pugliese, nació como un juego de improvisación tocando en un cabaret. De modo que también soy tradicional en eso; sólo que el bailellevó a estandarizar ciertas formas y a atenerse a formas prediseñadas. Pero el tango tiene la misma potencialidad de improvisación que cualquier otra música; por ejemplo el jazz. Y a partir de eso, trato de buscar distintas formas de recrear piezas muy conocidas como «Nieblas del Riachuelo», «Caserón de tejas», «La cachila», «Los mareados» o «Palomita blanca».


P.:
¿Piensa seguir trabajando con el tango o seguirá poniendo su energía en la música contemporánea?

G.B.: Las dos cosas porque, como le decía, no están disociadas. Para este disco, por la urgencia con que tuve que encararlo, sólo tuve tiempo de escribir una pieza, una especie de pequeña sonata tanguera que dio nombre al álbum. Pero ya tengo ideas para armar nuevas cosas. Y también sigo ligado al tango como docente porque tengo a mi cargo el Departamento de Tango de la Universidad de Rotterdam, donde viajo una vez al mes para dar mis clases.


P.:
Debe ser distinto para ustedtocar tango en Buenos Aires que hacerlo en Europa.

G.B.: Afortunadamente, este disco ha sido muy bien recibido allá. Pero claro, aquí cualquiera conoce estas piezas y el modo de apreciación es distinto.Y, además, Buenos Aires tiene una energía particular que no se encuentra fácilmente en cualquier parte.


Entrevista de Ricardo Salton

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