¿Qué pasa con el amor cuando la vida no deja de extenderse? Antes de morir, su mujer le dio al escritor Juan Carlos Kreimer libertad para usar su diario personal, así surgió el conmovedor “La ingrata tarea de no dejarme querer” (Seix Barral), cruce de diarios de ambos con la tensión de una novela. Nueva obra de Kreimer, destacado narrador y ensayista.
Juan Carlos Kreimer: sobre el amor después del amor
El destacado narrador acaba de publicar "La ingrata tarea de no dejarme querer", novela basada en los diarios personales que su mujer escribió en vida y que él leyó tras su muerte
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Juan Carlos Kreimer, autor de "La ingrata tarea de no dejarme querer"
Dialogamos con él.
Periodista: ¿Qué lo llevó a contar una historia de amor donde lo romántico, el melodrama y la tragedia, revelan circunstancias íntimas de su vida?
Juan Carlos Kreimer: La muerte de mi mujer. En 2021, aún shockeado por su enfermedad y muerte, encontré sus diarios. Esos donde escribía para ella, para que nadie los leyera. Leerlos fue muy fuerte para mí, muchas veces tenía que abandonar la lectura. Lloraba porque sus palabras me hacían dar cuenta que apenas había captado veinte por ciento de nuestro vínculo. Si ella hubiera leído mis diarios -los escribo desde siempre, de ahí han salido varios de mis libros- quizá le habría pasado lo mismo. El año pasado antes de irme de vacaciones a Córdoba, a una posada en Los Molles, me llevé todos sus cuadernos y mis diarios pensando en hilvanar nuestras historias.
P.: Es una obra basada en textos reales de personas reales.
J.C.K.: Nada es inventado. Lo que se lee fue escrito así. Tuve que editarlo, completarlo, agregar datos para hacer comprensibles ciertas situaciones. Descubrí que había una progresión dramática: nuestro vínculo, su cáncer. Eso me llevó a organizar los temas que año a año nos afectaron. Busqué en nuestros diarios los ejes narrativos que enlazaban nuestra historia. Cómo nos fuimos armando para la vejez sin depender de nuestros hijos, ya que tuvimos que ayudar a nuestros padres cuando eran viejos. En fin, una pareja de profesionales, burgueses de izquierda, pensantes, con los hábitos de la burguesía, y que no luchaban contra eso.
P.: ¿Sabía que ella escribía el otro lado de la relación?
J.C.K.: La veía escribir. Creí que hacía un libro y le propuse ayudarla. No quiso para nada. Tu experiencia no me sirve, esto es personal. Era un mundo que no quería compartir conmigo. El espacio propio, las reuniones con sus amigas, sus plantas. Leerla fue descubrir su mundo interno.
P.: Descubre algo que es hoy parte de la conversación pública: el amor en la tercera edad…
J.C.K.: Ese otro amor. Un amor basado, más que en las mariposas en la panza o en el deseo sexual, en querer estar juntos, en dormir juntos, en tener un interlocutor que da otro sentido a tu vida. Es más tranquilo, y más profundo. Cuando joven tenemos proyectos, hijos, familia, avanzar, estar mejor económicamente. Después de los setenta muchos proyectos a largo plazo ya no podés encarar ni salir juntos a cambiar el mundo, pero aún hay mucho para hacer. Cuando era joven no veía el ser de la persona, veía la máscara, el personaje, eso me costó varias mujeres en la vida.
P.: Su libro recuerda películas como “Elsa y Fred”, “Memorias de Manhattan” o “Nosotros en la noche”…
J.C.K.: Cuando tenía veinte años vi una película que era dos películas, una “Un hombre”, otra “Una mujer”. La misma historia desde dos lugares diferentes. Había que ir dos veces al cine. Cuando junté mis diarios con los de mi mujer se me hizo presente esa película. Se piensa que la realidad es una para ambos, al confrontar los diarios comprendí que no es así.
P.: ¿Cómo surge el título “La ingrata tarea de no dejarme querer”?
J.C.K.: Cuando ella se sentía muy tomada por la enfermedad y se daba cuenta de que yo quería protegerla, mostrarle mi amor, me decía no puedo dejarme querer. Lo de la ingrata tarea lo puse yo. Me decía: no quiero que te enamores de mí, hacé tu vida. Era resignación, dignidad, clara conciencia. Sabía que su tiempo se acortaba. No quería tener que pagar ninguna cuenta. Yo le decía te quiero porque me hace bien quererte.
P.: ¿Cómo ve el libro ahora impreso?
J.C.K.: Siempre tuve miedo de mostrar mi parte sentimental. En ninguno de mis libros anteriores hablé del amor, nunca me expuse a hablar de lo que sentía. Creo que logré una novela sentimental, aunque parezca medio romántico, medio cachivache. Yo tenía el modelo de la relación clásica sentimental entre un hombre y una mujer que se creen muy intelectuales, muy piolas, pero en el fondo son dos seres perdidos en el mundo como tantos otros. Puse los años de oficio para qué el encuentro de lo íntimo, lo no dicho de una pareja llegara con la verdad de una novela. Hay un momento en la vida en que ya no hay diferencia entre ficción y verdad. Escribí en esa frontera.
P.: ¿Cómo dio con eso?
J.C.K.: Cuando enfrenté los diarios de mi mujer con los míos lo que creía la verdad de la realidad me mostraba que era de otro modo. Escribir en la frontera fue que no me importara si era verdad o no lo que había sido escrito en un momento con un significado que yo recién iba descubriendo. Escribir en la frontera me reconcilió con la escritura. Me hizo darme cuenta que en el fondo éste era un libro político porque desenmascara, muestra la otra cara. lo que realmente somos
P.: ¿Qué está escribiendo ahora?
J.C.K.: Continuando la trilogía que comencé con “El artista como buscador espiritual” y “Para qué pasamos por la Tierra”. Trata sobre la transición que estamos viviendo a nivel planetario. Hay un planeta y un modo de entenderlo que en este momento está quedando perimido. Y hay un nuevo modelo que aún no sabemos cómo va a ser, ni cómo debemos prepararnos para la transición. No vivimos en Gaza, pero el día de mañana puede haber algo parecido a Gaza acá a la vuelta, ¿qué pasa si somos desplazados por la Inteligencia Artificial, seremos obsoletos como especie? Nos están sobrando los interrogantes.
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