«La Llamada 2» (The Ring 2, EE.UU., 2005, habl. en inglés) Dir.: H. Nakata. Int.: N. Watts, S. Baker, D. Dorfman, E. Perkins, G. Cole, S. Spacek.
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Medio siglo después del furor internacional de «Godzilla», Hollywood aún no tiene una fórmula definida para comercializar un éxito de taquilla con monstruos gigantes, yakuzas, samurais o espectros que vienen del más alla a través de los artefactos de audio, video y telefonía de los hogares de clase media. Justamente, lo irónico del culto masivo al film original «Ringu» fue justamente ser una de las películas más pirateadas y pasadas de mano en mano en todo mercado donde no se conoció en pantalla grande. Que el film muestre un fantasma temible que aparece desde un VHS copia de copia, sin duda ayudó a que el original resulte totalmente eficaz al ser visto en una TV.
El público masivo se encontró con «La llamada» en la sólida remake hollywoodense que, sin ser algo único, era más que digna, y jugaba de manera inteligente e imaginativa, sin limitarse ni preocuparse especialmente por occidentalizar el asunto. Por una vez, la exitosa remake hasta tenía escenas más fuertes que el original, a veces incluida sin otro motivo que hacer un buen film de terror y darle algo distinto al espectador que haya visto el original nipón.
Sabiendo que las segundas partes no son buenas, y las versiones hollywoodenses de un film oriental son peores, cuesta creer que el director japonés de las «Ringu» haya caido en la trampa de hacer su segunda parte japonesa otra vez, pero partiendo de la remake occidental que él no filmó ni escribió. Si bien su secuela de «Ringu» era muy digna, obviamente no hacía sino forzar un poco más cualquier posibilidad que tuviera potencial terrorífico sin cambiar del todo el estilo de la narración previa.
Obligado a exprimir tanto el mismo asunto, a ningun director se le puede pedir mucho, sobre todo si debe trabajar en otro país, con otras reglas, elenco, productores y técnicos occidentales, y para colmo obligado a respetar los elementos de «La llamada» hollywoodense. El resultado es más raro que las explicaciones inentendibles que intentan justificar el cambio de estrategia del fantasma telefónico ahora dedicado a infiltrarse en el hijo de Naomi Watts.
Las mismas escenas que funcionaban bien en la secuela japonesa, no resultan muy verosímiles, intensas ni terrorificas en esta nueva secuela. Los mismos personajes correctos de «Ringu 2» ahora están fuera de lugar por artificiales o sobreactuados (como un agente inmobiliario demasiado grotesco, o una psíquica demasiado obvia, aun siendo encarnada por una experta como Sissy «Carrie» Spacek). El resultado es una especie de «niponización» de un film hollywoodense, espantosa definición que de todos modos suena mucho peor en teoria que en la práctica: «La Llamada 2» es un correcto film que no aporta mucho en ninguna dirección, exceptuando su carácter de hito mayor en las crónicas de las relaciones carnales entre Japón y Hollywood.
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