22 de agosto 2019 - 00:00

Luchini atrapado por las convenciones

Al comenzar esta historia el hombre no está en apuros, sino apurado. Directivo de una alta empresa automovilística, prepara el lanzamiento de un modelo eléctrico de alta gama, da clases en la Universidad, charlas a los ejecutivos jóvenes, corre de un lado a otro, la hija debe pedir audiencia para verlo porque en casa es imposible. Hasta que un día el hombre se levanta con ciertos síntomas. No les presta atención, pero por suerte tiene un chofer vivo que en vez de llevarlo a la oficina vuela para el hospital. Lo suyo es un ACV más o menos leve. El problema (y la diversión para el público) es que ahora confunde las palabras, desordena las sílabas, habla al vesre. Ahí le entra el apuro, porque en poco tiempo debe presentar el antedicho modelo. No diremos si logra salir del paso, pero sí que a su alrededor, como dice el tango, los colegas ya “se prueban las ropas que vas a dejar”.

El protagonista, el veterano Fabrice Luchini, es un maestro, y el subtitulado salva adecuadamente los juegos verbales del original. Quienes no se salvan del todo son los libretistas. Al comienzo remiten a “L’homme pressé”, de Edouard Molinaro, donde Alain Delon era un empresario tan ansioso que terminaba infartado. En el hueso, siguen las páginas de “J’etais un homme pressé”, libro de memorias de Christian Streiff, exejecutivo de Peugeot, que aquí aparece, como avalando la historia, sentado en una cola de empleo. Pero en el último tercio del libreto se alejan de esos modelos, cayendo sin mayor gracia en lugares comunes.

P.S.

“Un hombre en apuros” (“Un homme pressé”, Francia, 2018). Dir.: H. Mimran. Int.: F. Luchini, L. Bekhi.

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