Jorge Nielsen, «Televisión argentina 1951/1975. La información». (Bs. As., Ed. del Jilguero, 2001, 384 págs.)
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
A la amplia serie de reportajes de Luis Buero «Historia de la televisión argentina contada por sus protagonistas» (ed. Universidad de Morón), y el extenso y muy ilustrado «Estamos en el aire», del trío Ulanovsky-Itkin-Sirvén, se agrega ahora este libro sencillamente subtitulado «La información», menos pretencioso, menos abarcativo, y, por ello mismo, más conciso y manuable.
De lectura ágil, resulta ideal no sólo para investigadores, estudiantes, y gente del metier, sino también para nostálgicos en general, y -dato nada despreciable-para todos aquellos que quieran organizar o ganar ciertos concursos. ¿Cuándo aparecieron los programas de mascotas, las secretarias, el aplausómetro, el video tape, o Doña Petrona? ¿Cuándo fue la primera huelga del medio? (Por si no lo saben, fue en 1954, e hizo que varios de los pioneros se fueran a Puerto Rico.) Etc.
Su autor, el editor y memorista Jorge Nielsen, se explica de este modo: «Entre la escritura magistral de un Borges y la fría pero útil información de una guía telefónica, nos inclinamos por la segunda opción», y agrega: «Para poder analizar un fenómeno primero tenemos que estar informados».
Así, orquesta su libro, el primero de dos volúmenes, dedicando un capítulo a cada año, y en cada capítulo, una información general bastante sabrosa (y a veces dolorosa), un resumen de acontecimientos televisivos y culturales, y la programación, cada vez más detallada. Los anexos proveen, al final del libro, mayores detalles de cada envío (autores, elencos, títulos de los especiales, etc). Hay también un capítulo dedicado a las series importadas, desde 1956 en adelante (trabajo a cargo del especialista Hugo Vega), y otro sobre los canales del interior, los cablecoaxiles, los circuitos cerrados que desde 1963 antecedieron al cable, etc.
Un capítulo previo, «¿Estatal o privada?», informa sobre nuestro pecado original, y deja picando una linda deducción. Entre medio, matizan la lectura algunos fragmentos de charlas con Antonio Carrizo, Nicolás Mancera, Pablo Sirvén, y otros conocedores, y retratos de varios personajes, a cargo de Mario Gallina (reciente faja de honor de la SADE por su diccionario de artistas argentinos en el exterior), y del mismo Nielsen, verdadero hombre orquesta. Destacan, en ese sentido, el papel de Omar Romay en la construcción de una TV auténticamente argentina.
Las objeciones son menores. Los errores son pocos, y de muy poca entidad, comparados con el trabajo de recopilación, ordenamiento, cotejo, y condimentación que este libro significa. Y todavía falta el segundo volumen.
Dejá tu comentario