Luego de catorce exitosas novelas histórico románticas, en “Los soles de Santiago” (Planeta) Viviana Rivero desafía a sus lectores mezclando la lucha de una mujer antes de Cristo con la lucha de una chica contra una distopía que acaso está por venir. La cordobesa Rivero actualmente reparte su año entre España y la Argentina. Ámbito dialogó con ella.
Viviana Rivero: un giro hacia el género de las distopías
Diálogo con la exitosa narradora cordobesa que acaba de publicar la novela "Los soles de Santiago", donde conviven una mujer de la era precristiana con una muchacha que vive en 2055.
-
Sosa Escudero: sobre los pronósticos, con base científica
-
La coach de las estrellas presenta su nuevo libro: "Del sueño al éxito"
Periodista: ¿No le preocupó cambiar al género distópico tras una serie de exitosas novelas histórico románticas?
Viviana Rivero: No, que den a mis novelas el género que quieran, que las definan como histórico románticas, si quieren, porque mis libros tienen algo de thriller, de romántico, de investigación que, según el caso, puede ser no solo histórica sino, por ejemplo, de medicina o de automovilismo. Este es otro libro mío, es decir que tiene de todo. En “Los soles de Santiago” hay distopía, pero también historia y romance. Desde el inicio busque que cada novela fuera un mundo diferente. Fui entregando una por año, estaba bueno renovarme.
P.: ¿Cómo une a dos mujeres separadas por más de dos milenios?
V.R.: Cazue es una mujer de la tribu de los astures, de tiempos del Imperio Romano, cuando Octavio se convierte en emperador tras el asesinato de Julio Cesar. En mi libro anterior, “Apia de Roma”, donde la historia de la joven Apia Populus, casada con un comerciante de perlas, me había llevado a contar de Cleopatra, y de los enfrentamientos entre Marco Antonio y Octavio por el poder. Frente a esto está la distopía, lo que está por venir y en lo posible prevenir. Dentro de treinta años, en 2055, Eme, una chica de 19 años, perdió a sus padres. Las reiteradas epidemias hicieron desaparecer a los adultos mayores. Eme dejó a su novio y está sola. Cazue y Eme se van a comunicar de un modo inesperado. La historia les va a revelar en qué están unidas. Por lo pronto las une el mismo espacio, el que con el tiempo se convirtió en sendero de peregrinación, el Camino de Santiago. Además, a ambas de distinto modo le importan Las Médulas.
P.: ¿Qué tiene que ver ese yacimiento de oro que los romanos descubrieron en España?
V.R.: Las Médulas fue la mayor mina de oro a cielo abierto de la humanidad; perteneció a los astures, la tribu de esa zona que teniendo oro practicaban el trueque. Los romanos se las apropiaron, y usaron el oro para acuñar monedas con el rostro de Octavio. Ese hallazgo llevó a los astures a relacionarse con otros pueblos. De ahí es Cazue, y por ella sabemos de su familia, a qué se dedicaba, cómo fue la llegada de los romanos, por qué le robaron a su hijo, quién era el padre, y la intensa batalla que emprende para recuperarlo.
P.: ¿Cómo interviene Eme desde el futuro?
V.R.: Eme, la chica pelirroja que está en la tapa del libro, en 2055 va a descubrir que tiene que ver ella con Las Médulas. Ahora le han colocado un chip del tamaño de un granito de arroz bajo la piel y conecta su mente, a través de una especie de Google, con las redes dándole datos y conocimientos. A veces se indigna porque no logra distinguir sus pensamientos de los de las redes. El sistema tiene una especie de Matrix que une a los seres del planeta. Eme en crisis se arranca el chip, y eso la pone en contacto con El Movimiento, grupo de resistencia a las imposiciones tecnológicas. Y el Movimiento le ordena a Eme un acto de sabotaje en el Camino de Santiago.
P.: ¿Son ecologistas contra la tecnología?
V.R.: Van por más, están en contra del sistema. En esa época el mundo estará en manos de doce familias, las más ricas del planeta. Manejan la tecnología, la alimentación, los supermercados, la farmacología, las armas, a los presidentes, que les dicen qué hacer y qué no hacer. La tecnología les hace fácil manejar a la gente, es un totalitarismo que dice no serlo. Uno de los grandes peligros futuros va a ser perder la individualidad.
P.: ¿Por qué un sabotaje en un sendero místico?
V.R.: En ese tiempo la gente ya no se mueve con libertad, y la Iglesia Católica ha logrado que se lo permita en el Camino de Santiago. Yo hice el sendero francés de ese camino. Una experiencia fuerte de encuentro con la naturaleza que fue inspiración para mi libro. Eme va como peregrina a cumplir con el sabotaje y allí conoce a un hombre que descubre que va para que eso no ocurra. Por el camino Eme va teniendo ciertas experiencias sobrenaturales, pero cuando llega a la catedral se decepciona, descubre un mundo artificial. Esa fue mi experiencia.
P.: ¿Qué fue lo que sintió como central mientras desplegaba las historias de Eme y de Cazue?
V.R.: Lo que une sus dos historias. La experiencia que iban teniendo de reencontrarse a sí mismas a través de la naturaleza. La naturaleza de Eme era absolutamente urbana. Hija de padres argentinos, había nacido en París, amaba esa ciudad, pero no lograba encontrar un sentido a su vida. Cuando hace el Camino de Santiago se da cuenta de lo que es importante, descubre que la naturaleza nos habla. Algo que Cazue dos mil años ya sabe: sola, desesperada, sin alimentos, la salva el bosque, el agua del río, las plantas que puede comer. Retoma su diálogo con la naturaleza. Siguiendo a Eme y a Cazue llegué hasta donde estos personajes me lo dijeron.
P.: ¿Qué es ese llegar novelístico?
V.R.: Es un momento importante de la vida de los personajes, cómo nos pasa en nuestra vida. Llegué acá porque estoy acá, por todo esto que me pasó, y eso es lo que me tenía que pasar. ¿Un momento de realización? No necesariamente, no siempre. Es un momento de plenitud, de lograr entender todo lo sucedido.
P.: ¿Y ahora que piensa escribir?
V.R.: “Apia de Roma”, que se vende en muchos países, me dio ganas de continuar con el mundo romano.
Dejá tu comentario