La moderación sentó sus reales en la economía de los EEUU. La política monetaria parece haberse salido con la suya. Y quizás se deba avanzar con la próxima etapa, contemplada desde diciembre en el mapa de puntos de la FED. La baja de tasas, el viraje que a Wall Street le interesa, está suspendida en modo de espera.
La economía aterriza por fin como la FED manda
Inflación, empleo y gasto encajan ahora en el tablero que pensó el banco central. La baja de tasas, el viraje que a Wall Street le interesa, está suspendida en modo de espera.
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Permaneció bajo llave por culpa de la data exuberante del primer trimestre. Pero la última oleada de información aportó la evidencia de un frente de calma extendido, y promisorio. Inflación, empleo y gasto encajan ahora en el tablero que pensó el banco central. Y el ascenso de la tasa de desocupación, a niveles bajos pero que no se registraban desde 2018, trae la novedad (y el aguijón) que faltaba. Si como señala Jay Powell, la FED no está en el negocio de dejar que las cosas se rompan para después arreglarlas, nunca estuvo más cerca el tiempo de estrenar la poda de tasas. Y no porque exista una urgencia, solo que prevenir es mejor que curar.
No obstante, mientras la economía se sosiega, la política se exalta. No pesan mucho los cambios rasantes en Gran Bretaña o Francia. Sean de derecha a izquierda, o viceversa, Wall Street presta poca atención a lo que ocurre fuera de sus fronteras (y estos son giros incruentos no como la violencia que bulle en Ucrania o Medio Oriente). La política interna es la única que se hace notar. A la fuerza, porque la debacle del presidente Biden en el debate se viralizó, y no es fake. Y porque la plataforma del ex presidente Trump, aunque sea fake, no se puede ignorar luego de semejante traspié y dado el desconcierto que reina en el gobierno.
La inflación plegó sus alas en mayo después de la exuberancia imprevista del primer trimestre. El mercado laboral bajó un cambio, brusco, en abril y luego repuntó en mayo y junio. Se crearon más puestos de trabajo el mes pasado – 206 mil netos – que lo estimado. Sin embargo, la revisión de los datos mochó un total de 111 mil de la cuenta de abril y mayo. Y la visión que emerge así de los últimos tres meses es una ralentización en línea con las necesidades de la FED.
El promedio móvil trimestral marcaba en mayo la gestación de 249 mil empleos por mes en franca aceleración. El actual - 177 mil - no desentona con la cadencia a la que nos acostumbró la segunda mitad de 2023. Lo que sube, sin prisa, y sin pausa, es la tasa de desocupación. Cruzó el umbral de 4% - 4,1% - y se robó los titulares. El mercado de trabajo ya no es la máquina infatigable que operaba a destajo. Se enfría. La FED no lo pasará por alto. Aunque 4% constituya la definición de pleno empleo para las autoridades. Los mercados creen que es el ticket, ahora que la inflación se tranquilizó, para poner en marcha la agenda de la baja de tasas. Nadie lo espera en la próxima reunión, a fin de mes, el 31. Pero tres de cuatro ven una reducción de un cuarto de punto el 18 de septiembre.
Cuando la inflación se encabritó a principios de año, y no lo esperaba, Powell, imperturbable, abogó por armarse de paciencia. La suba de tasas se desconectó hace un año ya. Y el gran jefe no se desesperó cuando los malos resultados de la inflación sembraron dudas. Y no fue un mes aislado, fueron tres al hilo. No tendrá apuro por actuar tampoco hasta que la data ratifique sus progresos y la moderación del empleo.
La economía aterriza por fin conforme a su plan. ¡Eureka! Apresurarse puede estropear todo lo bueno que se ha hecho. Dormirse en el timón, sin embargo, tampoco es admisible. Si la inflación baja rápido, dijo Powell tras la última reunión, la FED está lista para arriar las tasas. Y si el mercado de trabajo se daña de súbito, también.
Pero, ¿es el caso? En junio, el desempleo aumentó una décima, que fue lo que creció la oferta de trabajo. La tasa de empleo se mantuvo. El 60,1% de la población está ocupada. Igual que en mayo. Y lo mismo que cuando la FED comenzó a izar las tasas desde cero en marzo de 2022. Aun así, el mercado laboral se enfría. Se reducen las búsquedas, aumentan los desempleados, se pierden empleos a tiempo completo, se tarda más en conseguir uno nuevo, se desacelera el crecimiento de los salarios nominales, y en especial, el de aquellos que no rotan de ocupación. No se duda de la dirección hacia dónde soplan los vientos. O, mejor dicho, la brisa. Había que apaciguar un mercado de trabajo recalentado. Pero no hace falta esperar a que se arruine. Una baja de tasas precautoria hará sentido en septiembre si la deriva actual se mantiene.
El único obstáculo será la irrupción de Trump. Lo señalaron los bonos después del debate (y de una lectura impecable de la inflación). El efecto Trump le ganó a la inflación cero del mes: las tasas de diez años treparon y se arrimaron a 4,50%. Pero el viernes, gracias al repunte de la tasa de desempleo y a la invocación a la regla de Sahm (que presagia la cercanía de una recesión), la tasa larga se precipitó a 4,27%. Es lógico. Ante el riesgo de colisión, la FED recortará las tasas. Primero lo primero. Después verá como atiende la realidad que le puedan deparar las urnas.
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