4 de diciembre 2023 - 12:52

Tic-tac en $650. Dólar oficial y la devaluación que viene. El "acertijo de Francos", la promesa de cerealeras y los u$s3000 M de bancos

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Habrá un dólar nuevo. Son numerosas las fuentes que lo confirman. De hecho, ayer, el futuro ministro del Interior Guillermo Francos salió a encuadrar las expectativas: afirmó que el dólar a 600 o 650 pesos sería "razonable", a la vez que dijo no ver motivos para una "disparada" de la divisa estadounidense. "Yo me quedaría tranquilo con el dólar. No veo un motivo por el cual tiene que haber una disparada del dólar", aseguró Francos.

A la vez, Luis Toto Caputo trabaja por dos andariveles distintos. Por un lado, negocia con el FMI desembolsos adicionales, adelantos y otras yerbas. Por otro, un préstamo garantizado por un consorcio de bancos del exterior por unos u$s 3.000 millones. La tercera gestión, que se anticipó en este medio la última semana, es la de conversaciones con sectores exportadores de granos, para que anticipen una parte de la futura liquidación y aceleren los pendientes. Rondaría los u$s 5.000 millones.

Por supuesto, con el “dólar 650”, Francos habla de una cotización para el dólar oficial. Pero hay una pregunta de arranque -fundacional, estratégica, prospectiva- que conviene erigir antes de avanzar. ¿De qué magnitud será la devaluación primaria que dará a luz a ese dólar? Ni el más conspicuo de los analistas aún pudo determinar cómo será el punto de inicio. No hay información. Total hermetismo.

Aquí y allá hay algunas pistas. Si se lo piensa, mucho de lo que comienza a conocerse del Plan Caputo pareciera “ordenarse” con un dólar oficial alto, incluso por encima de lo que preanuncian, hoy, los contratos del dólar futuro, con un tipo de cambio en la zona de los $760.

En rigor, el mercado de dólar futuro pareciera “creer” que se postergaron por un tiempo los escenarios extremos (dolarización o unificación cambiaria), aunque todavía descuenta un salto inmediato del tipo de cambio oficial por encima del 100%.

Toma-daca en Washington

La última gira de Luis “Toto” Caputo por los Estados Unidos dejó algunas ideas que ayudan a pensar en este sentido. Por un lado, como se anticipó desde este espacio, en las reuniones y sondeos del futuro ministro no hubo recursos frescos garantizados de parte de los fondos de inversión, el FMI u otros organismos de crédito. Es cierto. Sin embargo, sí hubo, en todos ellos, algo parecido a un planteo de lo que, en la jerga de Washington, se denomina “prior actions”, esto es, “primero hacer, para luego obtener algo a cambio”. ¿Qué debe hacer el gobierno de Javier Milei para destrabar esos desembolsos? Caputo comprometió shock fiscal y freno monetario, porque en su mirada resultan condiciones necesarias, sobre todo para acortar la brecha cambiaria.

Sin embargo, ¿cuál resultaría la condición “suficiente” que permitiría el desembolso de dólares y que no está en los papeles? ¿Qué porcentaje de devaluación les anticipó Javier Milei a sus interlocutores? ¿Salto de 80% o devaluación de 80%? ¿Qué tipo de cambio tienen en mente sus economistas?

Las propuestas barajadas: dólar para todos

A priori existirían dos alternativas esbozadas por referentes del gobierno electo. A guiarse por las intenciones, Caputo habría arrancado con una hipótesis para, luego, intercambiar por la otra, en función de los recursos disponibles para inyectar en las reservas en el corto plazo.

Una opción sería establecer un valor de referencia pero que derive en dos tipos de cambio, uno oficial-exportador, y otro, comercial-importador (más alto que el anterior por impacto de algún componente impositivo adicional), con mayor liberación del cepo del lado de este último, a partir de las escasas divisas que registra el Banco Central. Eso tendría lugar toda vez que el valor de referencia sería sensiblemente superior al actual.

El otro esquema, que en las conversaciones de las que comienzan a tenerse un registro, y de algunos allegados a la interlocución de Milei con acreedores en el exterior parece haber quedado flotando, podría buscarse algo cercano a la unificación cambiaria. En este esquema la devaluación inicial sería muy alta, por encima de la del esquema anterior y no habría una especie de desdoblamiento de hecho.

A favor, en el mercado financiero ven más “ventajosa” a esta última opción para acomodar los “desequilibrios de la macroeconomía”, generar oferta de dólares producto de la exportación y la capacidad para “licuar” las Leliq y frenar la demanda de dólares de la importación. “Sería un ajuste ortodoxo clásico, con devaluación, tasas altas en pesos y freno en la economía”, sostuvo un analista renombrado que pidió anonimato.

Los elementos que se suman

Hay otra idea. La anticipó el propio Milei hace unos días. Habló de “estanflación”. Lo interesante, es que, en el diagnóstico del economista, está la imagen de un momento cero, un punto de arranque, a partir del cual habrá un efecto de estanflación. Puesto así, sería un error pensar que lo que vaticinó el presidente es menor, si “ya estamos en estanflación hace tiempo”. La secuencia que imagina Milei es que habrá un momento 1 con mayor inflación a la que está en marcha desde hace tiempo, y que el estancamiento será, mas bien, una recesión profunda. Es decir que habrá un salto en los precios y un impacto en términos de la actividad.

De nuevo, conviene atender a lo que se evalúa por estas horas. La advertencia es por el impacto inflacionario que un ajuste cambiario tendría con una inflación que ya corre a un ritmo del 10% mensual. En el flamante equipo económico evalúan que las señales fiscales constituyen la única ancla posible ya que, en términos nominales, no existe la chance de sostener sin cambios ninguna de las otras variables que puedan mitigar el pasaje a precios. Si la idea es aplicar un recorte del gasto público y, por consiguiente, un freno de la emisión para financiar ese déficit, entonces el impacto -benéfico, piensan- en términos monetarios se vería recién en 24 meses.

Exportadores en suspenso y Lediv-rayo congelador

Tanto los exportadores como aquellos que tomaron cobertura con las Lediv del Banco Central parecen pensar que viene una fuerte devaluación. Si bien son numerosas las aristas que deben traerse al análisis, hay dos adicionales para revisar. Pese a la extensión del programa de incentivo para las exportaciones, en los últimos días el agro ingresó sumas marginales en divisas. Es que, según señalan desde el sector, la venta de granos de parte de los productores continúa paralizada, a la espera de las nuevas medidas que pueda adoptar Javier Milei. La duda, resuelta a favor de esperar a la próxima gestión, era si tomar el dólar 50/50 (oficial/CCL) para vender remanentes de físico hasta el 10 de diciembre a $610, o esperar al “shock” que se supone traerá Milei.

Otra mención, en esa línea, se inscribe el capítulo Lediv. Letras internas en dólares, liquidables en pesos por el Tipo de Cambio de Referencia a tasa cero, que el BCRA vino ofreciendo a determinados actores económicos (importadores, bancs, etc) y que dio de baja la última semana con un acumulado de más de u$s 5000 millones. En los hechos, funciona como un dólar linked a tasa 0% y rescatable en cualquier momento al 100% de su valor técnico. Quienes se volcaron por esas letras parecen evaluar que cualquier cobertura será necesaria.

De fondo, es esconde el dogma. Todo debe ser determinado por el mercado y las medidas que tome el Gobierno serán para eliminar las restricciones que impiden que se muevan libremente la oferta y la demanda. No por nada, en términos del acervo simbólico del que es permanente cultor, el presidente Milei recurre a la fuente primigenia del liberalismo historicista: el menemismo. Desde esta perspectiva, las decisiones de política económica que tomó el gobierno macrista no serían, precisamente, liberales. En los hechos, no hay más que consultar una cita del propio Milei, que en una entrevista allá por 2019 había señalado que Macri era “repugnante” y que su gobierno, que llevaba una semana fuera del poder, había sido “socialista”. Meses antes, incluso lo había acusado también de ser “un tibio, un timorato, un mediocre y un cobarde”. Y para sumar, del menemismo no llega también otra frase que, quizás, funcione en estas circunstancias: “Si yo decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”.

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