Según una investigación publicada en la revista Biología Experimental, los académicos de la República Checa descubrieron cómo las drogas pueden generar cambios en la trucha silvestre marrón.
Estudio revela que los peces tienen "síndrome de abstinencia" a las drogas en el agua
Los profesionales europeos observaron que los animales mantienen una preferencia con las aguas que contienen metanfetamina, por lo que contienen un comportamiento similar al del humano adicto.
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Se trata de las metanfetaminas, un estimulante cada vez más consumido en el mundo, que luego son expulsadas hacia las alcantarillas. Dichos componentes químicos nos son filtrados por las plantas de tratamiento de aguas residuales, dado que no están preparadas para ello, por lo que las aguas que se dirigen hacia ríos y costas afectan a la fauna.
Los resultados científicos demostraron que los animales son capaces de comportarse de formas similares a los humanos que sufren adicción. De hecho, aquellos que fueron expuestos al psicoestimulante tuvieron una que no mostraron los que nunca habían estado en contacto con la sustancia.
El "síndrome de abstinencia" se observó tras haber puesto por más de ocho semanas, dentro de amplios tanques de agua, y luego en tanques puros por diez semanas. En este sentido, se pudo dar cuenta que los acuáticos se movían menos, lo que fue interpretado como un signo de ansiedad o estrés.
Incluso después de diez días de haber dejado de estar expuestos, y luego de que los efectos en el comportamiento se desvanecieran, estas marcas en el cerebro seguían presentes, lo que sugiere que puede existir efectos de larga duración, similar a lo que ocurre con las personas.
En este escenario negativo, se consideró que la especie puede inclinarse por nadar cerca de cañerías donde la corriente residual llega a ríos o mares. Además se advirtió que es posible que comiencen a cambiar su comportamiento natural, causando problemas en alimentación, reproducción y supervivencia.
Este tema representa una seria preocupación a nivel global y su solución podría demandar mucho dinero. De hecho, estudios estiman que podría costar más de u$s50.000 millones modificar las plantas de agua de Inglaterra y Gales para que pueden remover estos químicos.
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