La mala fortuna, o quizá la inexperiencia, quiso que un joven delincuente británico que ingresó a robar a una oficina comercial armado con un revólver, fuera víctima de la ira de una de las víctimas, que lo atacó con una de las sillas que tenía a su alcance.
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El episodio fue registrado por el circuito cerrado de televisión.
Después, el ocasional héroe redujo al ladrón y lo retuvo en el piso hasta que arribó la policía. Tras el incidente, hay quienes dicen que Martin Richardson, el fornido jugador de rugby que detuvo al asaltante, merece un premio a su valor.
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