18 de julio 2008 - 00:00

Las otras cuatro compiten con Cristina, pero no lo dicen

María Laura Leguizamón, Beatriz Nofal, Débora Giorgi y Karina Rabollini
María Laura Leguizamón, Beatriz Nofal, Débora Giorgi y Karina Rabollini
Cuesta encontrar en política mujeres bien vestidas, al menos interesadas en lo último de la moda. Se comprende: son militantes algunas, sin demasiados recursos otras, damas en general -las del Parlamento-, por ejemplo que uno supone con hobbies excluyentes como literatura y música clásica, mayoría de kirchneristas preocupadas por la ideología, los libros, en lugar de la vestimenta y los accesorios. También uno imagina que estas señoras, todas familiares de políticos en parentescos diversos (reconocidas o no), carecen del tiempo necesario para reservar un turno en la peluquería o fijar horarios con diseñadores. Al menos, es lo que piensa una modesta ciudadana de a pie -por citar a Cristina-algo frívola y naive, que transcurre entre botones y puntadas, algunas publicadas en este diario.

Si se sospecha que no es así ese otro mundo femenino -ya les dedicaremos algunas páginas-, lo cierto es que son escasas las que deambulan, como competidoras, en el universo de Cristina, dedicadas a la estética, con tiempo para producirse, engalanarse. Y marcan tendencia, como la Presidente: Débora Giorgi, María Laura Leguizamón, Beatriz Nofal y Karina Rabolini. Son, claro, rivales de Cristina en la pasarela de la política, aunque jamás se atreverán a confesarlo por si aparece algún Kunkel marica gritándoles traidoras. No quieren ese trato, pero no ignoran que desde Olivos las observan: por alguna razón, casi nunca aparecen junto a la Presidente, ni van en sus delegaciones. «Se trata de cuatro mujeres con fuerte personalidad, estilos distintos entre sí, aunque comprometidas con la realidad del país», exuda con sorprendente obviedad el diseñador Abel Luppo, como si las quisiera tener como clientas, un caballero que aportó opiniones y juicios para repasar el look de este cuarteto oficial.

Para empezar, la honorable (para aquellos a los que les gustan las flacas) ministra de Producción bonaerense, con físico envidiable, con apenas 50 kilos a pesar de sus casi 50 años. Como lo sabe -¿qué ignora la mujer sobre su cuerpo?- trata de lucirlo al máximo, obsesión que la lleva a cometer graves errores: usar pantalones extremadamente ajustados que la obligan a elegir sacos largos o minis de quinceañeras que tal vez no sean apropiados al cargo. Finalmente, la Giorgi no llega a Industria por tener la historia de Carla Bruni.

«Los sacos demasiado largos y los pantalones demasiado estrechos distorsionan su figura estilizada. Chaquetas más cortas y alguna falda sugerente, aunque no mini, que siga la línea del saco aportarían a su personalidad un estilo más atractivo», señaló Luppo.

Siempre apela a los colores oscuros: negros, verdes, grises, y azules. También --como Cristina antes del conflicto con el campoopta por los contrastes y los pañuelos de seda coloridos, pero no los usa para cubrirse el cuello, sino acompañando la línea de la solapa de las chaquetas.

«Le sugeriría que se juegue más a los tonos cálidos en su guardarropa y combinarlos con accesorios acordes con los distintos equipos. Por ejemplo, los pañuelos deben acompañar los distintos cortes y tonos de la ropa, algo que no suele hacer», dijo el diseñador. También se advierte la fortaleza de su mirada, aunque no encontró un make up adecuado para resaltarla. «El maquillaje es demasiado riguroso en sus ojos», opinó el especialista, quizá no sepa de la necesidad de una mirada para no aflojar con subsidios o retenciones.

Una de las mejores lookeadas es la diputada María Laura Leguizamón, siempre con prendas de texturas brillosas como el satén en tonos claros, celestes, rosas pasteles, que combina con pantalones y chaquetas en telas opacas de marcas conocidas. Estilo decontracté, must de esta temporada, aunque sin diseñadora exclusiva: usa prendas de las marcas locales como Vitamina, Rapsodia y Akiabara. No acompaña casi con ninguna joya, salvo sus pequeños aros de oro o alguna cadenita del mismo material. Con Cristina, quizá la única del cuarteto, más de una vez ha compartido gustos y compras.

«Es muy correcto su look. La superposición de prendas la favorece, aunque debería prestar más atención a sus largos y estilos antes de combinarlos», advirtió Luppo.

El cabello largo y en capas, con flequillo de costado, le da un toque salvaje (una forma de decir) y audaz a su cara aniñada, pero lo lleva demasiado claro. Coincide en este aspecto el modisto: «Debería bajar un par de tonos su rubio natural y también debería darles más definición a las mechas largas, para lograr un estilo más actual».

Curioso, en cambio, es el caso de Beatriz Nofal, la economista, que se definió en varias oportunidades como una workaholic, que le llega a dedicar hasta 17 horas de su día al trabajo, sin descuidar su imagen y sin desatender a los hijos (y al marido, claro).

Al igual que Leguizamón, prefiere el maquillaje suave, en tonos nude, y resalta su mirada, aunque para eventos nocturnos con rouge en rojo carmesí. En su guardarropa abundan las faldas plisadas en la gama de los marrones o tonos cálidos, que le dan volumen a la parte inferior de su cuerpo. En esto también Cristina es fanática, aunque a diferencia de la Nofal, no tiene caderas pequeñas y el efecto del plisado la hace ver demasiado abultada.

«Le aconsejaría -sugiere Luppo-que la Nofal use sacos con cortes más definidos, que marquen su pequeña cintura. Los colores claros le sientan bien, pero usaría más camisas o blusas en géneros más tramados.» Esta dependiente de Alberto Fernández, requerida divorciada en el ámbito oficial, coincide con Cristina en la devoción por las carteras de casas importadas, aunque la actual Presidente del directorio de la Agencia Nacional de Desarrollo de Inversiones es fiel a las de Louis Vuitton, mientras la mandataria prefiere las de Hermès y Chanel. Igual todos están en la avenida Montaigne.

No usa joyas, tiene una cabellera cuidada, aunque demasiado larga (casi por la cintura), recta y siempre suelta. «Le daría toques de luz en su cabello, con mechas más claras y lo acortaría un poco, necesita más movimiento al peinado con un rushing», explica Luppo.

Para culminar, casi una metáfora del amor, la mujer más glamorosa de la política: Karina Rabolini. A pesar de que no ejerce como modelo, la primera dama bonaerense no pierde el charme, más bien lo persigue. Envidiada por lo escaso que desparrama del tocador en su cara, siempre iluminada, casi lavada, obviamente con trucos. Pero, first. Inclusive, para ocultar las imperfecciones.

Como celebrity asiste a cuanto evento nocturno o diurno, propio o ajeno, siempre con la paleta de los negros, grises y metalizados de su guardarropa. Para el día, al igual que Nofal, prefiere los tonos nude en prendas de hilo y camisas clásicas blancas con detalles en organza, que combina con faldas en tonos marrones.

También usa texturas brillosas como tops de seda natural con faldas tubo, siempre a la rodilla. No es como Cristina, claro, que tiene una sola modista: ella depende de varias, prefiere quizás a Evangelina Bomparolla, la que le debe hacer precio para alegría del cuidadoso Scioli. Poco busto, jamás escotes profundos, resalta su femineidad con cuellos tortuga o rectos para dejar al descubierto sus hombros perfectos. Todo en ella es longilíneo, ahorrativo, aun en partes que los hombres señalan con codicia. Pero estas carencias las resuelve con piernas largas, infinitas.

Desde su época de mannequin conserva esa manía por llevar carteras Birkin de Hermès para el día y Chanel para la noche. Como la Presidente. Aunque Rabolini las prefiere en tonos clásicos como el negro y el marrón (Cristina las lleva muchas veces en tonos estridentes y engamadas con su calzado). Esa es otra diferencia entre ambas damas. Rabolini nunca combina cartera y zapatos, prefiere destacar estos últimos, casi siempre de un color distinto al del atuendo y modelo Peep Toe (como se denomina en el lenguaje «científico» de la moda a los zapatos sin punta). Sí coinciden en el calzado, de Ricky Sarkany (el diseñador, atento, se ocupa de que sus modelos no repitan ambas a la vez).

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