Durante años, circuló la creencia de que el alcohol “fija” las grasas en el cuerpo, pero esta idea quedó en eso: una simple creencia. Aunque las bebidas alcohólicas sí aportan calorías y pueden influir en la composición corporal, no existe evidencia de que provoquen acumulación directa de grasa.
Adiós a un mito: el alcohol no fija las grasas
El consumo de bebidas alcohólicas no “fija” la grasa en el cuerpo, aunque sí puede afectar el peso y la salud de otras formas.
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El alcohol aporta calorías vacías que pueden favorecer el aumento de peso, pero no fija la grasa en el cuerpo.
El consumo de alcohol puede influir en la composición corporal y contribuir al aumento de peso, pero de manera indirecta. Factores como el tipo de bebida, la frecuencia y la cantidad ingerida, así como la dieta y la actividad física, determinan su impacto real. No se trata de que el alcohol “fije” grasa, sino de cómo afecta el metabolismo y los hábitos.
Efectos metabólicos y riesgos para la salud
Según un artículo de Better Health, el alcohol puede dificultar la quema de grasa y generar antojos poco saludables, como alimentos muy procesados o grasos. Sus calorías vacías no aportan nutrientes y pueden aumentar el consumo total diario, pero esto no significa que el alcohol almacene grasa de manera directa.
El alcohol ralentiza el metabolismo y puede generar resistencia a la insulina, aumentando los niveles de azúcar en la sangre. Esto favorece el almacenamiento de calorías en el hígado y puede dificultar la pérdida de peso, pero sigue siendo un efecto indirecto: no hay un “pegamento” que fije la grasa por beber alcohol.
El consumo de alcohol limita la absorción de nutrientes esenciales, como vitaminas B1, B12, ácido fólico y zinc. Además, altera la percepción del hambre y la saciedad, provocando que algunas personas coman más tras beber, aunque el alcohol en sí no “transforme” las calorías en grasa localizada.
Mitos y realidades sobre el alcohol y el peso
Muchos creen que ciertas bebidas alcohólicas ayudan a perder peso o aceleran la digestión. Esta creencia carece de fundamento. Cada caloría del alcohol cuenta y puede contribuir al aumento de peso si se acompaña de malos hábitos alimentarios. Por ejemplo, una copa de vino aporta unas 125 calorías y una cerveza promedio, 150.
La forma más efectiva de minimizar los efectos del alcohol en el peso es limitar su consumo y combinarlo con hábitos saludables: dieta equilibrada, actividad física y alimentos nutritivos. Consultar a un especialista puede ayudar a planificar estrategias personalizadas para mantener un peso saludable sin recurrir a mitos.






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