La periodista Mariana Enríquez es una de las grandes escritoras argentinas en actividad. Exponente del terror, ganó el año pasado el Premio Herralde de novela por Nuestra parte de noche (Anagrama). En simultáneo, publicó Ese verano a oscuras (Páginas de Espuma), una novela breve e ilustrada, un poco juvenil y un tanto punk, con una historia de crecimiento en un entorno inquietante.
Cuando el terror es un recuerdo real
Ese verano a oscuras, de la periodista Mariana Enríquez.
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Mariana Enríquez, una de las grandes escritoras argentinas en actividad.
La trama transcurre en una ciudad que bien podría ser La Plata, donde la autora vivió gran parte de su juventud. Está ambientada en la devastación argentina de 1989. Los fantasmas de la dictadura, el drama de la hiperinflación, el desempleo, la crisis y los cortes de luz crean una atmósfera opresiva donde las protagonistas, dos adolescentes, intentan crecer.
La narradora y su amiga Virginia están fascinadas con los asesinos en serie de Estados Unidos. Es un verano muy caluroso donde la ciudad misma se vuelve siniestra y la realidad de esos años se convierte en la materia del terror que Enríquez tan bien maneja. El terror es un recuerdo que se construye alimentado por lo real y por eso es tan efectivo.
En un complejo de edificios, la rebeldía normal de dos adolescentes morbosas se mezcla con el aburrimiento, la incomprensión de una realidad que las excede y el conflicto con los mayores. Hasta que un asesinato doble, dos femicidios, le dan con el homicida fugitivo un cuerpo a ese horror que sobrevuela la ciudad.
Ese verano a oscuras es un libro que se apoya fuerte en las ilustraciones de Helia Toledo, en tonos oscuros tan acordes a la trama. Se trata también de una rareza en la carrera de la autora de los cuentos de Las cosas que perdimos en el fuego, con detalles autobiográficos.
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