19/09/2020

Vera Spinetta, y su primer disco: "Siento que con mi papá hubiéramos flasheado fuerte los dos"

La artista editó Terso a diez días de ser madre de su segundo hijo. Un viaje de madrugada entre sueños lúcidos y palabras precisas. "Me gusta la sorpresa de la confusión", asegura.

Vera Spinetta editó Terso, su primer disco.

Vera Spinetta editó Terso, su primer disco.

“Solo queda confiar en mí. Ya nada puede interponerse”. En Terso, la canción que da nombre a su primer disco, Vera Spinetta se planta, de pie, y como semilla, para compartir un latido primario. Como viaje de madrugada. Entre imágenes y palabras precisas. Preciosas. Que impactan. De lleno. Y es que “el sonido desarma la complejidad del pensamiento”, como afirma en “Incesante”. Y el movimiento se hace punto de partida de un encuentro musical que se venía postergando pero que siempre fue parte elemental de su vida. Un momento que es “Aquí”, con la tilde como estaca y el ahora como durante.

“En principio tenía mucho vértigo de lo que podía pasar. Pero estoy muy agradecida por el amor y la dedicación que recibo. Es zarpado tener una respuesta tan inmediata, la repercusión a nivel emocional de la gente es fuerte. Personas que me cuentan cosas de su vida personal y de lo que les genera el disco a nivel conexión. Y ese es el sentido. Lo que deja de ser de uno y puede tener respuesta en lo demás. Me conmueve aquello que resuena”, dice Vera en diálogo con Ámbito.

Vera da vueltas en el carrusel emocional. Hace horas lanzó su disco y recién pasaron diez días desde la llegada de Azul, el hijo (su segundo) que tuvo con Juan Mango, el artista que pendula entre su estado solista y su rol al frente de Usted Señálemelo. Y en “Blu”, la cantante, que también es actriz y poeta (el año pasado editó Eclosión, su primer libro), expone cómo el embarazo también afectó la preparación de su primer material. Como una carta al niño que será. “Ya no temas al vacío/ Ya no habrá soledad/ si a mi lado estás/ Creceremos junto al mar”.

Su hijo se volvió canción de la misma manera que ella fue fuente de inspiración para que su padre, Luis Alberto Spinetta, componga Pelusón of Milk, el disco que editó en 1991 y que tiene en “Cada luz” un puente de voz con “Vera”, la canción que forma parte de Los ojos (1999).

Entre agua, vuelos, cuerpos celestes, vacío, estados de pausa, ausencias, silencio, transparencia y aurora boreal, Vera colorea un conjunto de canciones que se hacen imágenes. Con la claridad y la oscuridad como genoma. Con cada palabra en su cuenco. “Me enrosco fuerte con la letra. Quizá estoy varias semanas y hasta que no haga eso, no puedo pasar a otra cosa. Estoy con la melodía y la armonía todo el día en la cabeza buscando que quede bien rítmica y fonéticamente y que tenga un sentido gramático para que todo cierre”, asegura.

Periodista: ¿Cómo viviste el proceso de composición de Terso?

Vera Spinetta: Lo disfruté siempre. Fue un año de grabarlo con dos amigos. Como un laboratorio con muchas sensaciones. Sin dudas, fue la mejor parte porque sacar el disco es otra etapa. Lo valioso es lo que pasó en ese tiempo. Como fuimos creciendo todos.

P.: ¿Y cuánto de todo eso que tenías como primer bosquejo terminó quedando en el disco final?

V.S.: Fue cambiante. Llevé varias canciones que tenía desde hacía tiempo y las grabé. Empecé por ahí, con la guitarra. Todo muy simple. Pero de golpe todo empezó a tomar un rumbo distinto y no quedaron. Lo que nos pasó es que fuimos encontrando un lenguaje y una identidad entre lo que íbamos haciendo, y lo que había hecho antes me ayudó como parte del camino para llegar hasta acá.

P.: Limpio, brillante, bruñido, transparente, suave, resplandeciente. ¿Cómo lograste aunar todas esas imágenes en un nombre como Terso?

V.S.: Es una palabra que me encanta y es mi tema preferido del disco. Un día Guido Moretti me trajo esa armonía y me enamoré de lo que había creado. Le armamos una estructura y la hicimos. Fueron tres sesiones en total. Grabamos piano, voz y lo terminamos en esa sencillez. Es una flecha, algo que está esperando por salir. Pero tiene el valor de que fue hecho por los dos, y eso me encanta.

P.: Es una canción que parece no ser parte de la obra desde lo musical pero que, a la vez, le da el cierre preciso.

V.S.: Es el tema más distinto. Cuando lo grabamos fue una decisión importante darle ese matiz diferente al disco. Que pueda tener una parte súper analógica. Y es simple al lado de toda la complejidad que tiene el resto a nivel producción. La canción reúne lo suave y lo limpio que puede ser esa palabra y, en contraposición, la textura que tiene el disco.

P.: Tu campo es la palabra, la voz. ¿Cómo fueron apareciendo las canciones?

V.S.: El instrumento no es mi herramienta, ni mi fuerte. Me imagino acordes, pero los tengo que buscar. Y no sé poner los dedos y que suene lo que quiero. A veces me pasaba ratos buscando el acorde y por ahí me cruzaba con algo distinto. Que tiene su disfrute. Porque por ahí te equivocás y eso te lleva a otro lado que está buenísimo. Me gusta la sorpresa de la confusión. Pero la melodía es lo que más me fluye. Cuando me gusta, la dejo. No me pasa de decir es parecido a tal. Cuando la encuentro, la quiero.

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Terso está compuesto por 7 canciones escritas por Vera.

Terso está compuesto por 7 canciones escritas por Vera.

P.: ¿Encontraste algún camino musical hacia la obra de tu papá?

V.S.: Él es mi inspiración para siempre. Escucho su música, leo sus letras. Es una fuente que no se va a terminar nunca. Es un guía. Todo me resuena y tiene consecuencias en la creación propia. Me pasa que me aparecen colores que digo “esto es re papá”. Y no lo rechazo. Porque tampoco lo busco, aparece. Es música que ya tiene una identidad. Y es así. Y a la vez son sonidos que me encantan. Siento que con mi papá hubiéramos flasheado fuerte los dos.

P.: En Ave Anexa decís “Tu voz me llama/ Recorre la habitación/ Se posa en el retrato de mi propio rostro”.

V.S.: Es una canción para papá. Apareció su presencia y le di un tono fantasmagórico.

P.: Muy Edgar Allan Poe.

V.S.: Claro. Pero no lo hizo a conciencia. Empecé a componerlo desde la guitarra e inmediatamente me hizo acordar a él. No sé por qué pero sonoramente me hace acordar a él. Pienso: “este acorde es re papá”. Y ahí empezó a aparecer la canción. Y en un momento se volvió una decisión. Que sea para él, porque está conectado.

P.: Esa conexión también se da con la música de tu pareja. ¿Encontrás una comunión entre sus estilos?

V.S.: Nosotros compartimos lo que hacemos uno con el otro. Y las decisiones aparecen. Siempre respiramos el mismo aire. Juan es un artista muy particular. Creo que nadie puede parecerse a él. Es único. Si hay familiaridad es porque estamos juntos.

P.: ¿Tuviste una banda de sonido para tu propio disco?

V.S.: Con la cuarentena tuve como etapas. Al principio estaba escuchando música todo el tiempo. Para distraernos, para no caer en el aburrimiento. Y después escuché a Juan. Tenemos un home studio donde él arma todo lo que está por venir, que es increíble. Y apelé mucho al silencio. Estuve más que nada en el silencio. Me agarran etapas de eso. De necesitar silencio a todo nivel. Por momentos, ni leer. Como un reseteo que tengo que salir a bancar.

P.: ¿Y ya apareció la idea cómo te gustaría presentarlo? El momento no acompaña, pero hasta que no se dé esa comunicación del vivo parece que el disco no termina de salir.

V.S.: Me lo imagino completo. Me dan muchas ganas, pero sé que falta. Y quiero usar este tiempo para terminar de darle forma a las ideas y a las personas que quiero que estén involucradas. Va a ser cerrar la última vuelta de tuerca.

P.: Esta vuelta de tuerca también tuvo su giro el año pasado con la salida de Eclosión, tu primer libro. ¿Sentís que estás en un momento de máxima expansión?

V.S.: Junto a la actuación son tres vertientes que quiero recorrer. Y que siempre hice. La escritura y la música estuvieron siempre, pero nunca las había mostrado. Quiero seguir indagando en las tres. Y si el día de mañana aparecen otras cosas, también las haré. No tengo miedo de lo que pueda llegar a pasar en la exploración.

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