“Esta obra reúne fragmentos de obras que hice pero que percibo como una nueva creación. De hecho pienso que las originales fueron hechas para poder finalmente hacer esta”, dice Federico León, autor y director de “Los tiempos”, que reúne fragmentos de todas sus obras anteriores: “Cachetazo de campo” (1997); “Mil quinientos metros sobre el nivel de Jack” (1999); “El adolescente” (2003); “Yo en el futuro” (2009); “Las multitudes” (2012), “Las ideas” (2015) y “Yo escribo. Vos dibujás” (2019).
“Los tiempos” conjuga la obra de Federico León
Diálogo con el original creador que fusiona, en sus puestas, elementos teatrales con otros que provienen del campo audiovisual. Desde “Cachetazo de campo” (1997) hasta “Yo escribo, vos dibujás” ( 2019).
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El espectador asiste en “Los tiempos” a una colección de fragmentos teatrales que reactualizan escenas ya vistas como la guerra de zapatos que impactan contra un casco de moto, una mesa de ping-pong que se transforma en una computadora gigante, técnicas de adoctrinamiento adolescente, prácticas de deportes inventados, una actriz que no puede parar de llorar o una cabina de silencio, entre muchas otras. Cuenta con actuaciones de Jimena Anganuzzi, Ignacio Rogers, Miguel Ángel Olivera, Emanuel Torres, Federico León, Gastón Frías, Daniel Cosentino, Pablo Brignoccoli, entre otros. Puede verse en el Teatro Sarmiento de miércoles a domingos a las 20. Dialogamos con León.
Periodista: ¿Cómo se despliegan los temas y procedimientos de diferentes obras en una?
Federico León: Hace tiempo venía trabajando con la idea de fragmento o miniatura, que uno pudiese entrar y ver un pedazo de teatro, un momento de actuación. Esos son momentos empezados, hay algo elíptico en la obra. La intención fue reunir en una obra varios pedacitos de todas las obras que hice. Siempre trabajé con gente muy diferente entre sí, niños, gente grande, se arman grupos muy disímiles, instrumentos muy distintos que pueden participar de una misma melodía.
P.: ¿Cómo es conjugarlas tantos años más tarde? ¿Qué hay allí que no había detectado?
F.L.: Es reunir tiempos distintos, la primera es de 1997 y la última de 2019, esa convivencia genera relaciones, hay elementos que se repiten y reconozco aparecieron de manera más débil o chica en algunas obras mientras en otras obras aumento o subió el volumen. Desde temas a procedimientos.
P.: ¿Cuáles son los temas que lo obsesionan y a los que siempre está volviendo?
F.L.: El tiempo. Aparece en todas las obras, en “Yo en el futuro” había una obsesión por observarse mirando registros, son niños que se filman en una salida, luego de jóvenes observan esa filmación y se filman, y de ancianos se filman mirando esa cadena. En un mismo plano uno ve una cadena de filmaciones en un mismo tiempo. La idea de esta obra es que todos estos tiempos convivan en este presente escénico. Otro tema es lo que se repite, lo que vuelve, lo que se recupera. Hay un caos hipercontrolado, uno ve algo que parece no se podrá volver a repetir, como el llanto de dos actrices o en “Jack” había una bañadera que rebalsaba siempre igual, ciertos deportes, pelotitas que tienen que flotar y embocar dentro de un vaso, un material muy frágil que parece que no será repetible y que sin embargo se puede repetir. También la superproducción invisible, la cantidad de elementos que no necesariamente uno tiene que ver pero que son fundamentales para que la obra funcione.
P.: ¿Los actores son los mismos que entonces? ¿Conviven todos en escena?
F.L.: Los actores son los originales que trabajaron en las obras, el caso más emblemático es el de Ignacio Roger a quien conocí a los 8 años, el de “Jack” que se hizo en 1999 y en 2003 volvimos a trabajar juntos en “El adolescente”, él ya tenía 15 años y hoy tiene 36. Hay un recorrido que uno ve en su cuerpo que pasa también con otros actores. El vestuario intenta reproducir el original y es también una obra que reúne fragmentos de escenografías, de puestas de luces, de música, y esta convivencia de tiempos tan distantes entre sí es justamente el punto de la obra.
P.: ¿Cuál es la pregunta por la representación?
F.L.: La obra pone en escena la forma del recuerdo, no es tan importante para mi reproducir exactamente tal escena de tal obra sino lo que a mi me quedó y recuerdo, por eso pienso en que por ahí es un momento de actuación de tal obra, o un momento de acción de otra. Como pasa en los sueños, en este reunir empiezan a superponerse capas de tiempo, de obras, y una obra dentro de otra obra, obras que se miran entre sí.
P.: ¿La obra es una suerte de fluir del inconsciente estructurado en el código de los sueños?
F.L.: Cuando uno sueña y se despierta recuerda que era la casa de mamá y al mismo tiempo una estación de tren y al mismo tiempo una escuela, esta idea de que no es una cosa o la otra sino una cosa y la otra. La obra funciona en esa línea, la actriz de “Cachetazo de campo” en la escenografía de “Yo en el futuro” mirando un registro de la obra “El adolescente”. En esta superposición aparecen resultantes e imágenes nuevas. A veces pienso que las obras originales se hicieron para esta obra y subyace la idea de qué fue primero. Son reversiones, los fragmentos juntos arman una versión nueva de cada una de las obras.
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