4 de julio 2019 - 00:01

La muerte de 44 migrantes en un ataque en Trípoli le pone fuerte presión a la UE

Europa financia y entrena a guardacostas de Libia para que capturen en el mar a los refugiados subsaharianos, que son devueltos a un país que sufre una descontrolada guerra civil.

desolación. Una migrante recupera algunas pertenencias en el lugar del trágico bombardeo en Trípoli.
desolación. Una migrante recupera algunas pertenencias en el lugar del trágico bombardeo en Trípoli.

Trípoli - La muerte de 44 migrantes internados en un centro de detención en la periferia de Trípoli debido a un ataque atribuido a una de las facciones que se disputan en poder en Libia generó ayer conmoción internacional y llamados a una investigación independiente. Más profundamente, puso en la mira la controvertida política de la Unión Europea (UE) para frenar la inmigración ilegal a través del Mediterráneo, que consiste en entrenar y financiar a los guardacostas libios a fin de que detengan en el mar a los refugiados, que son devueltos a un país estragado por la guerra civil.

El Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), con sede en Trípoli, atribuyó el bombardeo a las fuerzas del mariscal rebelde Jalifa Haftar, el caudillo del este del país, que llevan a cabo una ofensiva para apoderarse de la capital, en un país hundido en el caos desde 2011.

Sin embargo, el portavoz de las fuerzas de Haftar, Ahmad al Mesmari, desmintió toda implicación en el ataque y acusó al GNA de “fomentar un complot” para responsabilizar a su facción de la masacre.

El martes por la noche, un bombardeo aéreo dejó un agujero de unos tres metros de diámetro en el centro de un hangar de Tajura, en la periferia oriental de la capital libia. Numerosos cuerpos yacían en el suelo del lugar y diferentes fuentes cifraron el número de muertos en al menos 44.

El centro de detención acogía a alrededor de 600 migrantes, en su mayoría eritreos y sudaneses, y dos de sus cinco hangares fueron alcanzados, según el responsable del centro, Nuredín al Grifi. Unos 120 migrantes se encontraban en el hangar tres, que fue alcanzado de lleno.

El ataque “podría claramente constituir un crimen de guerra”, dijo ayer el enviado de la ONU en Libia, Ghassan Salamé.

Según un comunicado de la Misión de apoyo de la ONU a Libia (MANUL), en el que estaba citado Salamé, el balance es de “al menos 44 migrantes” muertos y más de “130 heridos graves”.

“Esta matanza innoble y sangrienta” es “una consecuencia de las más horribles y trágicas” de la “absurdidad de esta guerra”, añadió Salamé.

Es la segunda vez que este centro de migrantes es alcanzado desde el inicio de la ofensiva de Jalifa Haftar el 4 de abril. El martes por la noche, medios de prensa que apoyan a Haftar informaron de ataques en Trípoli y Tajura, después de las amenazas de estas fuerzas de intensificar los ataques tras un revés en una batalla por Trípoli.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá para tratar el episodio. La organización expresó reiteradamente su preocupación por el destino de unos 3.500 migrantes y refugiados “en peligro en centros de detención situados cerca de zonas de enfrentamientos”.

El mariscal Haftar cuenta especialmente con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos y Egipto. El GNA, único ejecutivo reconocido por la comunidad internacional, tiene el apoyo de Turquía.

El derrocamiento y asesinato por parte de una turba de Muamar el Gadafi en 2011, precipitado por una intervención militar occidental, sumió a Libia en el caos. Desde entonces, varias facciones combaten por el poder de modo sangriento, sin que ninguna prevalezca ni logre control total sobre el territorio del país.

Esa situación hizo de Libia un santuario de la emigración ilegal de refugiados políticos y económicos subsaharianos, que parten de sus costas con la esperanza de vivir en Europa.

Ante el descontrol de ese tipo de migración, explotada por mafias de tratantes de personas, la UE puso en marcha en 2017 un programa para capacitar a guardacostas libios, incluso en materia de derechos humanos.

A nivel material, destinó más de 90 millones de euros para la compra de embarcaciones que son usadas para detener en el mar a los migrantes, quienes son devueltos a centros de detención en libia, donde quedan a merced de la violencia por prolongados períodos.

Agencias AFP y Reuters,

y Ámbito Financiero

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