Petróleo y política arrinconan ya a Evo
Las consignas populistas pueden servir para ganar una elección o para gozar de una popularidad efímera, pero no para gobernar ni, mucho menos, para desarrollar un país. Este es el aprendizaje que debería estar haciendo en estos días Evo Morales, quien atraviesa su peor momento desde que llegó al poder hace siete meses. La nacionalización del gas entusiasmó inicialmente a sus bases indígenas, deseosas de reivindicaciones ante su postración histórica, pero que no lograron advertir que ésta sólo empeoraría sus condiciones de vida. Apenas tres meses y medio después de haber sido lanzada, la medida ya encontró sus límites: la falta de dinero hace que la explotación del recurso por parte del Estado esté resultando una quimera, algo que es admitido por el propio gobierno. Mientras, el presidente se ve presionado para echar a varios ministros, es acusado de consentir corruptelas y hasta fue abucheado en un acto por su pelea con la Iglesia Católica. Tener una riqueza y no poder explotarla es lo mismo que carecer de ella totalmente.
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Versiones sobre posibles cambios de ministros se han multiplicado en los últimos días en los medios locales y han apuntado en especial al titular de Educación, Félix Patzi, enfrentado con la Iglesia Católica por su propuesta de eliminar la enseñanza de la religión en las escuelas públicas. El ministro de Hidrocarburos, Andrés Soliz, fue sometido esta semana a una interpelación en el Senado por opositores que consideran lenta y riesgosa la nacionalización de hidrocarburos decretada en mayo.
La oposición demanda también acciones enérgicas en un caso de posible corrupción en la petrolera estatal YPFB, al que se sumó una denuncia de tráfico de influencias en la contratación de auditorías en los campos petroleros, que servirán de base para los futuros contratos con petroleras extranjeras, en el marco de la nacionalización.
El diputado Peter Maldonado, de la centrista Unidad Nacional, calificó a Morales de «cómplice de corrupción» por no castigar al supuesto principal responsable de las irregularidades denunciadas, el presidente de YPFB, Jorge Alvarado.
El miércoles, Morales fue abucheado y calificado de «ateo» por católicos que participaban en la fiesta en honor de la Virgen de Urkupiña, en el centro del país, donde el gobernante realizó un rito popular de extraer piedras de un cerro, pero no asistió a una misa previa.
«El arribo del presidente levantó voces disonantes que le gritaron 'ateo', mientras otros vitoreaban a viva voz a la Iglesia Católica», dijo el diario «La Razón».»Evo, ¿por qué te rodeas de ateos?», gritaron otros creyentes, según un informe de radio «Panamericana» sobre lo ocurrido en la mayor fiesta católica boliviana.
Morales restó importancia al abucheo, el primero que sufrió como presidente, y lo atribuyó a «gente pagada por la oposición».
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