Sufre Olmert ya crisis política
«Olmert bajo fuego por el cese del fuego», tituló de modo elocuente el periodista Gil Hoffman su columna en el «Jerusalem Post». El artículo ilustra los desafíos que deberá sortear el premier israelí a derecha e izquierda, primero por el manejo que ha hecho de la guerra contra Hizbollah y, más tarde, por la polémica aceptación del alto el fuego. A continuación, sus principales tramos.
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El también parlamentario Silvan Shalom (Likud) dijo que el alto el fuego es uno de los peores que jamás se han ofrecido a Israel. Dijo que Israel no alcanzaría ninguno de sus objetivos, incluyendo el retorno de sus soldados secuestrados y el desarme de Hizbollah, mientras que asuntos como la devolución del Monte Dov (Granjas de Cheeba) y la liberación de terroristas libaneses de la cárcel habían sido puestos en la agenda.
«Si hubiéramos sabido que esto sería el resultado de la guerra, nadie la habría apoyado», dijo Shalom. «El mes pasado, Olmert llamó pensionistas sin valor a UNIFIL (la fuerza de paz de la ONU vigente en el Líbano) y ahora se les confía la protección de nuestro país.»
Shalom declaró también no estar contento con las noticias de que la Fuerza de Defensa de Israel alcanzó el río Litani porque la debería haber entrado profundamente en el Líbano hace tiempo.
A la izquierda, el líder de Meretz, Yossi Beilin, dijo que la extensión de las operaciones en el Líbano era un « premio para Hizbollah» que exigiría semanas de ardua guerra y de fuertes bajas.
Meretz y Paz Ahora comenzaron a manifestarse contra la guerra el jueves, y un columnista del diario de centroizquierda «Haaretz» se unió a Hendel en llamar a la renuncia de Olmert.
«Si Olmert corre lejos de la guerra que él inició, no podrá seguir siendo primer ministro un solo día más, escribió Ari Shavit. «No se puede conducir una nación entera a la guerra prometiendo una victoria, producir una derrota humillante y permanecer en el poder. No se puede enterrar a 120 israelíes en los cementerios, mantener a un millón en refugios durante un mes, desgastar el poder de disuasión, traer la próxima guerra muy cerca y después decir: 'Uy, me equivoqué. Esa no era la intención. Denme un cigarro, por favor'.»
Una encuesta de Diálogo publicada en «Haaretz» encontró que apenas uno de cada cinco israelíes cree que si la guerra termina ahora podría ser considerada una victoria, mientras que 30% dijo que Israel estaba perdiendo y 44% sostuvo que ningún lado emerge como ganador.
Olmert también encontró problemas dentro de su propio partido el último fin de semana, cuando la canciller Tzipi Livni expresó su decepción por la decisión de impedirle asistir a las deliberaciones del Consejo de Seguridad sobre el alto el fuego en Nueva York. La movida fue considerada una venganza contra Livni por haberse opuesto a las operaciones militares y por haber votado contra una decisión para bombardear los cuarteles generales de Hizbollah en Beirut al principio de la guerra.
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