Naciones Unidas - Estados Unidos reforzó ayer su presión económica frente a Irán, mientras que el presidente iraní, Hasán Rohaní, respondió con una negativa a negociar “bajo sanciones”, alejando la posibilidad de una salida a la crisis.
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El mandatario estadounidense, Donald Trump, lo había prometido el martes ante la Asamblea General de Naciones Unidas: “Las sanciones no serán levantadas mientras Irán mantenga un comportamiento amenazante. Serán endurecidas”, dijo.
“Quisiera anunciar que nuestra respuesta a cualquier negociación bajo sanciones es negativa”, dijo por su parte ayer Rohaní, quien precisó que no está interesado en una “foto de recuerdo” con su par estadounidense.
Más temprano, el secretario de Estado, Mike Pompeo, había anunciando sanciones contra empresas chinas acusadas de “transportar deliberadamente petróleo desde Irán, en contravención” del embargo estadounidense.
“Le decimos a China y a todos los países: ‘sepan que sancionaremos cualquier violación de nuestras sanciones para cada actividad’”, dijo a un grupo de presión que se opone al régimen iraní en Nueva York.
Pompeo señaló que se estaban imponiendo sanciones tanto a las empresas como a sus directores ejecutivos y anunció “nuevas medidas” que no detalló, para “separar a los Guardianes de la Revolución”, una unidad de élite del ejército de la República Islámica, “de la economía iraní”.
La medida se anunció en momentos en que Francia lideraba los esfuerzos de última hora para organizar una reunión en Naciones Unidas entre Trump y Rohaní para calmar las tensiones.
Después de la cumbre del G7 en Biarritz, a fines de agosto, el mandatario estadounidense soñaba en voz alta con un histórico encuentro con Rohaní, que sería el primero a ese nivel desde la revolución islámica de 1979 y la subsiguiente ruptura de las relaciones entre Estados Unidos e Irán, cuando falta un año para las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Pero los ataques del 14 de septiembre contra instalaciones petroleras saudíes, que fueron reivindicados por los rebeldes hutíes de Yemen apoyados por Teherán pero atribuidos a Irán por Washington, provocaron una tensión renovada y temores de una escalada militar en la región.
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