La definición sobre el futuro de Vicentin entró en una fase decisiva. En medio del proceso de cramdown abierto por el juez civil y comercial de Reconquista, Fabián Lorenzini, el grupo Grassi avanzó con un acuerdo estratégico con Cargill para quedarse con el control de la compañía. El entendimiento le permite proyectar un plan de continuidad operativa y sumar el respaldo financiero de una de las multinacionales más sólidas del negocio.
Grassi se alinea con Cargill y desata una puja entre gigantes por el futuro de Vicentin
En medio del proceso de salvataje, la corredora rosarina cerró un acuerdo con la multinacional estadounidense. Bunge, Molinos, LDC y la Unión Agrícola de Avellaneda también buscan avanzar.
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Vicentin entró en default en diciembre de 2019 con deudas superiores a los u$s1.500 millones.
El movimiento no pasa desapercibido: Grassi no solo es oferente en el concurso, sino también acreedor comercial de Vicentin, por lo que tiene interés directo en recuperar parte de lo adeudado. Esa doble condición refuerza su posición negociadora y lo coloca en el centro de la pulseada por la compañía.
Patrimonio negativo y plazos ajustados
El marco en el que se da este avance es sumamente delicado. La valuación oficial presentada por el perito judicial determinó que el patrimonio neto ajustado de Vicentin es negativo en cerca de u$s1.000 millones. En términos financieros, las acciones no tienen valor de mercado, y el atractivo de cualquier oferta dependerá más de la capacidad de conseguir el apoyo de los acreedores que de un desembolso por el paquete accionario.
De acuerdo con la documentación del expediente, el valor de liquidación neto de la compañía se ubica en torno a los u$s252 millones, frente a un pasivo concursal de u$s1.130 millones. Ese contraste refleja que apenas cubriría poco más del 20% de la deuda.
En este escenario, la ley exige que cada propuesta obtenga al menos el 50% de adhesiones de los acreedores, tanto en número como en capital, para ser aprobada. El plazo es limitado: vence en octubre. Si ninguna iniciativa alcanza las mayorías, el juez podría declarar la quiebra de la empresa.
Lucha de titanes en el agro
La jugada de Grassi con Cargill desató lo que en el sector ya definen como una “lucha de titanes”. Del otro lado de la mesa aparecen competidores de enorme peso: Bunge, que a través de Viterra es socia de Vicentin en Renova; Louis Dreyfus Company (LDC) y Molinos Agro. Todas cuentan con espalda financiera sólida y con activos estratégicos en la Argentina que difícilmente les permitan ceder terreno sin dar pelea.
En los hechos, el desenlace del cramdown dependerá de la capacidad de cada oferente de tejer alianzas con los acreedores y presentar un plan operativo creíble. El atractivo no está en el valor de las acciones, sino en el control de activos industriales clave para el negocio agroexportador.
Operación en mínimos y riesgo industrial
Mientras se define el rescate, las plantas de Avellaneda, San Lorenzo y Ricardone trabajan bajo el esquema de fasón, procesando granos para terceros. Sin embargo, atraviesan problemas técnicos y limitaciones de capacidad. Según el gremio aceitero, los equipos sufren roturas frecuentes y solo se asegura procesamiento de girasol hasta octubre/noviembre y de soja hasta febrero de 2026.
Ese frente industrial es parte del desafío para cualquier nuevo controlador: reactivar la capacidad productiva y sostener el empleo, en una compañía que llegó a ser emblema del agro argentino antes del default de diciembre de 2019, que derivó en el concurso más grande de la historia privada local, con pasivos que superan los u$s1.500 millones.
Lo que viene
Con el acuerdo Grassi-Cargill sobre la mesa, se abre un nuevo capítulo en la novela judicial. El juez Lorenzini deberá fijar el valor definitivo de las acciones y luego evaluar las propuestas con el respaldo acreedor correspondiente. En paralelo, los demás jugadores afinan sus estrategias.
El resultado marcará quién se queda con una compañía cuyo valor de mercado hoy es negativo, pero cuyo control supone acceso a activos estratégicos en el complejo oleaginoso argentino. El desenlace, que se espera antes de fin de año, promete un enfrentamiento entre gigantes donde no está claro aún quién logrará imponerse.
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