Lo que comenzó como un experimento digital entre códigos y especulación terminó en una tormenta virtual de proporciones inesperadas. Un chico, aún menor de edad, logró lo que muchos adultos sueñan: ganar una pequeña fortuna en tiempo récord. Pero el precio del éxito fue mucho más alto de lo que esperaba.
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El adolescente que se convirtió en millonario gracias a las criptomonedas pero se ganó muchos enemigos
Un chico lanzó una divisa digital casera, se llenó de billetes en minutos y desató un escándalo online que puso a su familia en problemas.
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Este chico se ganó una fortuna con una criptomoneda.
Su jugada con las criptomonedas generó ganancias descomunales y una ola de furia por parte de cientos de usuarios. Al ser un mercado sin reglas claras, su historia deja expuestos los verdaderos límites y los riesgos de un ecosistema que avanza más rápido que las legislaciones.
Gen Z Quant: la memecoin de un niño
El chico, hijo de un artista llamado Biesk, diseñó y lanzó una criptomoneda a la que llamó Gen Z Quant. Puso en circulación mil millones de unidades y, de forma paralela, compró para sí mismo el 5% del total (51 millones de tokens) gastando apenas 350 dólares.
Desde Pump.Fun, la plataforma que permite crear y comercializar memecoins al instante, comenzó a transmitir en vivo sus movimientos. Con un público que crecía minuto a minuto, la moneda empezó a ganar valor rápidamente. En solo ocho minutos, su pequeña inversión se transformó en casi 30 mil dólares. Con una sonrisa desafiante, se despidió de sus tokens, y la moneda se desplomó.
Este tipo de maniobra se conoce como soft rug pull, una jugada donde el creador de una moneda vende toda su tenencia para capitalizar la suba de precio generada por otros compradores. Aunque no es estrictamente ilegal, en la comunidad cripto es vista como una traición.
Lejos de conformarse, el chico repitió el truco con otras dos divisas: im sorry y my dog lucy, elevando su ganancia total a más de 50 mil dólares. Pero con el éxito vino el repudio. En minutos, su identidad y la de su familia comenzaron a circular por redes sociales, y la lluvia de insultos y amenazas no tardó en llegar.
La familia, desconcertada por la velocidad del ascenso y la violencia de los insultos, optó por el silencio. Mientras tanto, el joven estafador volvió al juego con nuevos proyectos. Y el ciclo se repitió.
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