La crisis de Garbarino entró en un capítulo decisivo. Luego de más de cuatro años de concurso preventivo, con deudas impagas, miles de juicios laborales y una operación reducida a su mínima expresión, la Justicia abrió un registro de interesados para intentar salvar a la histórica cadena de electrodomésticos. Y ya hubo dos inscriptos: la propia Garbarino S.A., controlada por el empresario Carlos Rosales, y la financiera Vlinder S.A., una sociedad creada en 2024 con objeto ligado a negocios financieros.
Garbarino, entre el rescate y la quiebra: ya hay dos inscriptos en el salvataje
Se presentaron la propia concursada y la sociedad financiera Vlinder. El futuro de la marca depende ahora del aval judicial y de los acreedores.
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Garbarino llegó a dominar el 30% del mercado de electrodomésticos, con más de 300 sucursales, 5.000 empleados y fábricas en Tierra del Fuego.
La decisión del juez Fernando D’Alessandro, a cargo del Juzgado Nacional en lo Comercial 7, se apoyó en el artículo 48 de la Ley de Concursos y Quiebras, que habilita una instancia extraordinaria de “salvataje” cuando la concursada no consigue el aval suficiente de sus acreedores. Ese fue el caso de Garbarino: su propuesta original no logró más del 35% de adhesiones, lejos del mínimo exigido por la normativa.
El regreso de Rosales y una nueva apuesta financiera
En su presentación, la representación legal de Garbarino señaló la “vocación de participar” en el trámite de salvataje y ratificó la mejora de propuesta que ya había ofrecido en julio, aunque había sido desestimada por el tribunal por haber llegado fuera de término. El escrito deja abierta la posibilidad de volver a mejorarla, con el objetivo de alcanzar las mayorías necesarias para cerrar el concurso.
La propuesta previa incluía tres variantes: un pago único del 30% al 40% de la deuda, un esquema de 55% en cuatro cuotas anuales y una tercera opción con quita del 35% y pago en diez años. Hasta ahora, esas alternativas no convencieron a los acreedores, entre los que figuran bancos, proveedores y ex empleados con reclamos judiciales pendientes.
Por otra parte, Vlinder S.A., presidida por el contador Claudio Alejandro Achino, cumplió con los requisitos del tribunal y depositó los $400.000 exigidos para quedar inscripta como interesada. Se trata de una sociedad anónima constituida en febrero de 2024, con un capital de $10 millones, sede en CABA, y un estatuto que habilita desde operaciones inmobiliarias y financieras hasta la ejecución de obras civiles e industriales. Como director suplente figura Héctor Omar Malmierca, empresario con antecedentes en el rubro de la construcción.
De líder del retail a sobrevivir con cinco locales
El contraste entre el presente y el pasado de Garbarino es abismal. Fundada en 1951, la cadena llegó a dominar el 30% del mercado de electrodomésticos, con más de 300 sucursales, 5.000 empleados y fábricas en Tierra del Fuego. También expandió su marca con negocios como Compumundo y Garbarino Viajes.
Pero la combinación de malas decisiones financieras, la pandemia, la caída del consumo y la falta de financiamiento aceleraron una debacle que parecía imparable. En 2020, los hermanos fundadores vendieron la empresa a Carlos Rosales, entonces dueño de la aseguradora Grupo Prof. El empresario prometió un rescate, pero terminó profundizando la crisis: cerró locales, acumuló deudas y no pudo sostener la operación.
Hoy, Garbarino apenas sobrevive con 22 empleados y cinco tiendas. Según el último informe de gestión presentado en la causa, en junio facturó $5 millones en locales físicos y $8,7 millones en su marketplace online, mientras que los pagos semanales de sueldos superaron los $23 millones. El stock se redujo a 1.855 unidades, en su mayoría mercadería obsoleta, con escaso atractivo comercial.
Lo que viene
El futuro inmediato dependerá de la evaluación judicial. Si las propuestas de Garbarino o de Vlinder no prosperan, el juez D’Alessandro avanzará con la quiebra definitiva de Garbarino y de Compumundo, tal como ya ocurrió con Garbarino Viajes meses atrás.
La marca, que alguna vez fue sinónimo de retail en la Argentina, enfrenta así su última oportunidad. El valor simbólico de Garbarino podría atraer a quienes busquen reposicionarla, pero el escenario es complejo: la empresa arrastra pasivos millonarios y un deterioro de mercado que no parece fácil de revertir.
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