10 de junio 2024 - 10:58

La historia de Blockbuster, la cadena global de videoclubes que sucumbió bajo las garras del streaming

La empresa fue fundada por el ingeniero informático David Cook en 1985, en Dallas, Texas. Vió una oportunidad en la industria del alquiler de videos, que estaba muy fragmentada.

Blockbuster llegó a tener más de 9.000 sucursales en todo el mundo y a emplear a más de 80.000 personas. Fue a la quiebra en 2010.

Blockbuster llegó a tener más de 9.000 sucursales en todo el mundo y a emplear a más de 80.000 personas. Fue a la quiebra en 2010.

Wikimedia Commons

El surgimiento de los videoclubes en la década de 1980 significó una revolución en el entretenimiento dentro de los hogares, ya que la gente podía alquilar películas en formato VHS para disfrutarlas en la comodidad de su living. En medio de esta conmoción, una marca se destacó sobre el resto y logró convertirse en sinónimo de entretenimiento casero: Blockbuster.

Blockbuster Video fue fundada por David Cook en 1985 en Dallas, Texas. Cook, un ingeniero informático, identificó una oportunidad en la industria del alquiler de videos, caracterizada en ese entonces por locales pequeños y con una cantidad limitada de opciones para los cinéfilos.

La estrategia que le permitió diferenciarse de la competencia fragmentada fue una importante inversión en informática para digitalizar un enorme catálogo con una cantidad de títulos disponibles que superaba por lejos a sus competidores.

La primera tienda de Blockbuster contaba con más de 8.000 cassettes de VHS y un sistema computarizado de inventario que facilitaba la tarea de encontrar el título buscado.

Así logró convertir a su empresa en una de las cadenas de videoclubes más grandes del mundo y llegó a tener más de 9.000 sucursales en todo el mundo y a emplear a más de 80.000 personas.

En 1987, Blockbuster daría el primer paso para convertirse en el monstruo multinacional que sería pocos años después. Cook vendió por u$s18,5 millones la compañía a un trío de inversores entre los que se encontraba Wayne Huizenga, fundador de Management Inc.

Ese mismo año, Blockbuster ganó un juicio contra Nintendo que le permitiría ampliar su oferta y alquilar videojuegos además de películas. Esto catapultó el acceso a una generación de consumidores a quienes no les interesaba tanto el cine como las nuevas formas interactivas de entretenimiento.

La empresa se trasladó a Florida y en solo un año, ya era la cadena de videoclubes más importante de Estados Unidos, con 800 tiendas por todo el país.

A principios de los años 90, Blockbuster comenzó su expansión fuera de Estados Unidos.

En 1992 Bluckbuster ya tenía 2.800 loclaes en todo el mundo abriendo uno cada 24 horas, lo que llamó la atención de multinacionales aún más poderosas que los tres inversores iniciales. En 1994, Viacom compró la cadena por 8.400 millones de dólares, poco después de haberse fusionado con Paramount Pictures.

Desembarco en Buenos Aires

Además, la compañía vio en América Latina un mercado prometedor para el alquiler de películas y videojuegos, y en 1994 abrió su primera tienda en Buenos Aires.

La llegada de Blockbuster al país marcó una diferencia significativa en la industria local del alquiler de videos, que hasta ese momento estaba dominada por pequeños videoclubes independientes.

La entrada de Blockbuster en Argentina trajo consigo estándares internacionales en la presentación y organización de las sucursales, una amplia selección de títulos y un enfoque en la experiencia del cliente, paquete al cual los consumidores argentinos sumaron con entusiasmo. Así la cadena rápidamente se expandió a otras ciudades importantes del país.

Durante los años 90, Blockbuster se consolidó como el principal videoclub en Argentina. La cadena ofrecía no sólo una vasta selección de películas y videojuegos, sino también golosinas, helados y juguetes, entre otros productos vinculados a la experiencia de placer asociada al momento de ver una película en casa.

El éxito de Blockbuster en Argentina también se debió a su capacidad para adaptarse a los gustos locales. La cadena incluía en su catálogo tanto éxitos de Hollywood como películas argentinas e internacionales, lo que la hacía atractiva para un público amplio y diverso.

El comienzo del final

En 1997, un cliente de Blockbuster llamado Reed Hastings tiene una iluminación que terminaría en la defunción de la cadena: al tener que pagar una multa por devolver tarde la película 'Apollo 13', se enoja tanto con Blockbuster que comienza a cranear un nuevo servicio para destronar a la cadena.

Los números en juego terminaron de convencerlo de que había un terreno por conquistar: la facturación por multas aplicadas por la cadena por devoluciones tardías había sumado 800 millones de dólares en un año, equivalentes al 16% de sus ganancias en ese período.

El invento de Hastings pasó a llamarse Netflix. Y consistía en enviar las cintas a casa de sus suscriptores a cambio de una cuota de suscripción y estos podrían tener las cintas todo el tiempo que quisieran, sin exponerse a multas.

El rápido crecimiento de Netflix no pasó desapercibido para Blockbuster, que tuvo la posibilidad de comprar la empresa emergente por u$s50 millones en el año 2000, pero desistió a último momento.

En lugar de invertir en comprar a este prometedor emprendimiento prefirió financiar el subproducto Blockbuster Online robando algo del concepto de su competidor.

A finales de los años 90 y principios de los 2000, el panorama del entretenimiento comenzó a cambiar drásticamente. La aparición del DVD reemplazó rápidamente al VHS, pero Blockbuster se adaptó inicialmente bien a este cambio.

En 2004 la cadena comenzó a cotizar en la Bolsa de Nueva York. Pero en lugar de ser un imán para los inversores, la experiencia de abrir el capital sirvió para que el gigante Viacom vendiera su participación, como si olfateara que algo iba a salir mal.

Fue justo cuando, en un intento por adaptarse al nuevo contexto, Blockbuster lanzó su propio servicio de alquiler online. Pero la iniciativa llegó demasiado tarde. La empresa no pudo competir eficazmente con Netflix, que había comenzado a establecerse como líder en el mercado del streaming.

El verdadero verdugo de la cadena fue el advenimiento de Internet y las tecnologías digitales. La llegada de servicios de alquiler de DVD por correo, como la prehistoria de Netflix, y luego las plataformas de streaming, cambiaron para siempre la forma en que los consumidores accedían a las películas.

La conveniencia de poder seleccionar y ver películas desde casa, sin necesidad de ir hasta un local físico, hizo que el modelo de negocio de Blockbuster comenzara a parecer obsoleto.

En 2010, Blockbuster se declaró en quiebra en Estados Unidos, y comenzó el cierre masivo de sus tiendas alrededor del mundo, incluyendo Argentina. La rápida expansión que alguna vez fue su fortaleza, se convirtió en una carga insostenible en un mercado que se movía cada vez más hacia lo digital.

El declive de Blockbuster en Argentina reflejó la transición global hacia el entretenimiento digital. Hoy en día, servicios de streaming como Netflix, Amazon Prime Video y Disney+ dominan el mercado, ofreciendo una vastísima biblioteca de contenidos disponibles en cualquier momento y lugar.

En 2018 todavía quedaban 9 locales en Estados Unidos, que fueron cerrando hasta que solo resistió una última sucursal ubicada en la ciudad de Bend, Estado de Oregon.

Esa tienda se convirtió en símbolo de los últimos días heroicos de los videoclubs, pero acabó claudicando: en 2020 apareció en Airbnb como propuesta para pasar noches temáticas de los noventa, y quedó como un lugar de culto para nostálgicos que saben que se trata de un negocio que ya no tiene chances de resucitar.

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