Así tituló su informe J.P. Morgan: “Argentina. Una victoria contundente para Javier Milei: los votantes ratifican el cambio de rumbo de Argentina”. (Latin America Economic Research, 27 october 2025). Prosigue: “Tras semanas de turbulencia política y una pronunciada volatilidad en el mercado, el Presidente ha emergido con un mandato contundente del electorado argentino.
Carry trade de Estado, la ficción J.P. Morgan, y Donald Trump gobierna la economía
Donald Trump, Javier Milei, Luis Caputo, junto al gestor financiero Scott Bessent, con una red de intereses periféricos, operaron al margen del decoro público y eventualmente al servicio de la acumulación privada.
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Estados Unidos ganó mucho dinero “ayudando” a la Argentina
La amplitud de su victoria, sumada a una mayor representación en el Congreso, coloca a su administración en una posición privilegiada para capitalizar el respaldo político y financiero brindado por Washington. Este impulso sienta las bases para ambiciosas reformas macroeconómicas destinadas a impulsar el ahorro del sector privado mediante reformas fiscales y laborales…En el Congreso, el resultado electoral fortalece la posición del presidente Milei, otorgándole mayor autoridad para ejercer el veto presidencial …Esta realidad subraya la necesidad de forjar alianzas con representantes provinciales moderados…para impulsar la agenda legislativa del gobierno.”
¿En qué medida la red de poder conformada por Milei, Caputo, Trump y Bessent operaron como una cuadrilla funcional al capitalismo financiero transnacional, articulando la descomposición estatal-privada y la desposesión argentina en beneficio de intereses?
Hipótesis
H1: Los vínculos entre Milei, Caputo, Trump y Bessent constituyen una red estructurada de captura estatal y financiera, que favorece la transferencia masiva de recursos públicos financieros hacia el capital privado transnacional.
H2: Esta red opera mediante mecanismos de descomposición sistémica -incluyendo colusión política-financiera, fondos offshore, trajín entre organismos públicos y privados- que apuntalan un modelo de acumulación por desposesión.
Donald Trump, Javier Milei, Luis Caputo, junto al gestor financiero Scott Bessent, con una red de intereses periféricos, operaron al margen del decoro público y eventualmente al servicio de la acumulación privada: Captura del Estado, financiarización y redes transnacionales de influencia. Inciertamente se consolidaron prácticas previas conexas y acopladas de un modelo estructural de acumulación por desposesión.
Estados Unidos ganó mucho dinero “ayudando” a la Argentina (Donald Trump, 28 de octubre en EE.UU. reportaje).
Dejemos de lado la improbable información privilegiada, esta quimérica articulación, podría haber sido una película sobre una casa de juego con naipes marcados. Los bonos en dólares ganaron 25% en un día (TEA: 7.719775716269476E+36%), y las acciones argentinas ganaron hasta 48% en dólares en un día (TEA: 1.9688722693533594E+63%). La TEA observada responde al “Teorema de Milei”, en su ejemplo de “la inflación viajaba al 17.000%”.
Si la construcción mediática parecía, en la primera parte del gobierno, un artificio hábilmente orquestado, ahora ya no podría ser inofensivo; porque tendría consecuencias concretas sobre la vida económica y social de la Argentina. Lo del domingo ya no se trataría solo de titulares triunfalistas ni de encuestas maquilladas, la tensión seria entre la ficción y la realidad que emerge inevitablemente.
La narrativa como legitimación de políticas de ajuste
El relato se convirtió en herramienta de legitimación política; quienes detentan el poder se presentan como portavoces de una supuesta voluntad mayoritaria, con solo 27% del padrón electoral, y en nombre de ese mandato podrían intentar justificarlo todo. Así, la operación- se blinda ideológicamente bajo la apariencia de anuencia de la ciudadanía.
La paradoja es evidente; la ficción del domingo, podría servir de coartada para aplicar políticas de trading que la población ni pidió ni avaló.
Endeudamiento creciente e ilusión de control
El 34% del padrón no votó en estas elecciones (La Nación, 26 de octubre de 2025, 18:06), la más baja desde la vuelta de la democracia (ámbito.com, 26 de octubre 2025, 21:18). Recuerde: ganó el abstencionismo.
La idea de ganar con un 27% del padrón no se traduce en autonomía financiera, sino en dependencia sin suficiente consentimiento. El relato oficial ¿justifica la firma de nuevos créditos? Entre 2023 y 2025, Argentina aumentó su deuda en forma creciente. Cada nuevo préstamo, revestido de promesas, reforzaba la ilusión de que la política económica seguía un plan coherente y respaldado por el electorado.
Sin embargo, la ficción se rompe si se observa el costo real del endeudamiento; intereses que se pagan antes que la educación o la salud, refinanciamientos (rollover) y licitaciones de nueva deuda que perpetúan ciclos de dependencia y condiciones de ajuste que ahogan la economía doméstica. La narrativa mediática, que sigue presentando los acuerdos de deuda como “victorias de gestión”, contrasta dramáticamente con los datos concretos. La ficción, por lo tanto, se sostiene solo en la superficie discursiva, mientras la realidad muestra su vulnerabilidad estructural.
Subordinación al FMI, al Tesoro estadounidense, y el espejismo de estabilidad
El vínculo con el FMI ejemplifica de manera extrema la traducción de la ficción en política concreta. La retórica oficial se combina con gestos de obediencia formal; acuerdos de revisión trimestral, metas fiscales estrictas y controles sobre las reservas internacionales. Los voceros oficiales presentaron cada desembolso como “una victoria de la política nacional. En este momento el FMI se somete al Tesoro estadounidense, sin censurar una timba que nunca resulta en acumulación de reservas. Recuerde a Cristine Lagarde (FMI) en 2018.
La subordinación al FMI se justificaba bajo la idea de cumplir “con la responsabilidad internacional”, un relato que ahora se refina con el aditamento del mandato popular del domingo. Ahora la subordinación es a una red estructurada de captura estatal y financiera, que favorece la transferencia masiva de recursos públicos financieros hacia el capital privado transnacional. El ficticio mandato del domingo se convierte en un escudo retórico: “Estamos apoyados por el pueblo”. La ironía de la situación es evidente; la supuesta expresión democrática se transforma en un instrumento de legitimación de subordinación política y financiera externa.
La erosión de la ficción por la experiencia cotidiana
A pesar de los esfuerzos mediáticos por mantener la ilusión de coherencia entre mandato y timba, la realidad social actúa como fuerza de erosión. El impacto de las medidas económicas sobre los sectores populares y medios será más tangible si se redobla la apuesta; aumento del desempleo, pérdida de capacidad adquisitiva, consolidación de pobreza y precarización laboral.
La erosión de la ficción no solo se evidencia en indicadores estadísticos, sino en la percepción pública desesperanzada del 34% que ni siquiera se molestó en ir a votar. El abstencionismo le ganó a La Libertad Avanza 34 a 27 del padrón. Encuestas de opinión ya mostraban un fuerte descenso en la confianza hacia el gobierno, antes de las elecciones, aun cuando los medios y analistas afines continúan reforzando la narrativa. La disonancia entre discurso y experiencia cotidiana produce un efecto de desgaste simbólico; la autoridad de la ficción disminuirá a medida que los ciudadanos experimenten los costos de las políticas justificadas por el mandato ilusorio.
Ficción y política económica: una relación de dependencia mutua
La paradoja central es que la política económica depende de la ficción, y la ficción depende de la política económica. El mandato popular imaginario (solo 27% del padrón) no legitima ajustes, endeudamiento y subordinación externa; a su vez, estos instrumentos concretos seguirán alimentando la necesidad de mantener la ficción para evitar una crisis de legitimidad. El círculo es virtuoso solo para los que controlan los medios y las finanzas, pero catastrófico para la población; cuanto más se profundicen las medidas, más necesaria se volverá la narrativa que las justifique, y más evidente la contradicción entre ficción y sufrimiento social.
El caso argentino no es único, pero es particularmente ilustrativo: un 27% del padrón electoral puede transformarse comunicacionalmente en mandato absoluto en los medios y discursos políticos, mientras que en la economía real solo se traduce en ajuste, deuda y subordinación. La ilusión de consenso se construye sobre la base de la desigualdad y la opacidad financiera, el sufrimiento social actuara como recordatorio constante de que el mandato popular, cuando se mide en términos de bienestar, es una ficción frágil, siempre a punto de colapsar bajo la presión de la realidad.
Cierre
La fábula del mandato popular con el 27% del padrón no es solo un artificio discursivo; pretende ser una herramienta política que permita implementar ajustes, endeudamientos y subordinaciones internacionales bajo la apariencia de legitimidad democrática. La narrativa mediática y la retórica gubernamental construyen un puente entre mandato y políticas concretas, pero la erosión por la experiencia cotidiana revela que ese puente es frágil. La ficción solo gobierna temporalmente, la realidad económica y social tiene la última palabra. Ningún porcentaje ficticio puede sustituir la experiencia concreta del bienestar.
Doctor en Ciencia Política, en YouTube: @DrPabloTigani, en X: @pablotigani




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