3 de mayo 2019 - 00:01

Del cambio flotante a las bandas: volvemos a la convertibilidad

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El Gobierno fue mutando de un tipo de cambio flotante a una convertibilidad con bandas. De corto plazo puede lograr buenos resultados financieros, sin embargo, la economía real solo se reactivaría si llegan inversiones o bajan impuestos. Buen momento para comprar bonos, acciones, electrodomésticos, autos y propiedades.

El gobierno de Cambiemos comenzó en el año 2016 haciendo un culto del tipo de cambio flotante y bajo. Si medimos el tipo de cambio a precios de abril de 2019, tomando el tipo de cambio real multilateral, podremos apreciar que durante los años 2015 al 2017 convivimos con un tipo de cambio que a precios de hoy se ubicaría en torno de los $ 33. Ese tipo de cambio era muy malo para la economía doméstica.

El tipo de cambio bajo nos dejaba un gran déficit de la balanza de pagos, las importaciones eran más elevadas que las exportaciones y los viajes al exterior no se detienen. La economía solo creció en el año 2017, pero fue solo un rebote ya que no sentó bases sustentables a largo plazo. El tipo de cambio bajo se sostenía por el ingreso de capital golondrina, no había inversiones genuinas.

En el año 2018, la estrategia del gobierno de gradualismo, tipo de cambio flotante, financiación del déficit fiscal y externo quedo al desnudo cuando se cortó el financiamiento internacional. En ese momento Argentina tuvo que pasar a un duro ajuste presupuestario, una fuerte suba del dólar para revertir el déficit externo, licuar el gasto público y recurrir al FMI para financiar el pago de la deuda pública.

En la actualidad el tipo de cambio se ubica en $ 44,67, es un nivel similar al que teníamos en el año 2011 que se ubicaba en $ 45,76, aunque todavía está lejos del dólar que teníamos en el año 2007 que se ubicaba en $ 60,32 respecto a los precios actuales.

El tipo de cambio en términos reales subió el 33% en un corto periodo de tiempo, eso dejo externalidades positivas y negativas. Desde lo positivo podemos decir que tenemos un tipo de cambio más acorde con las necesidades de nuestros exportadores, genera ingreso de divisas y mejora las cuentas fiscales. Desde lo negativo es que toda devaluación empobrece al pueblo argentino ya que eleva el costo de los alimentos, dispara la inflación y genera efecto pobreza en toda la sociedad.

Luego del desbarajuste observado en el año 2018, el gobierno no pudo recuperar credibilidad, y llevo a que los agentes económicos dolaricen sus carteras en forma extrema.

El tipo de cambio flotante no logra contener al dólar, y debió pasarse a un tipo de cambo con mayor control del Banco central. Se trabajó con a la metodología de bandas de precios y zona de no intervención. A estas bandas se les agrego el condimento de una base monetaria congelada, y tasas de interés muy elevadas. Todo parecía encaminarse a un escenario más predecible, pero eso no sucedió.

Las bandas eran muy amplias, y el ajuste permanente de precios de las bandas ponía volatilidad en el dólar. En un país como argentina, con elecciones presidenciales por delante, comprar dólar es casi un clásico, y si el techo de la banda te aseguraba una rentabilidad superior al plazo fijo no había dudas, el dólar era el camino seguro. En este contexto el Banco Central realizo una reforma que le permitiría contener al tipo de cambio, y desalentar la compra de dólares.

En primer lugar, debemos decir que hemos pasado a un esquema de convertibilidad o caja de conversión como quieras llamarlo. El gobierno ha fijado dos bandas que quedaran congeladas hasta diciembre, con piso y techo bien definido entre $ 39,8 y $ 51,5.

En segundo lugar, hay penalidades muy severas si el dólar va al techo de la banda, ya que el Banco Central en dicho caso vendería U$S 250 millones por día, y retiraría pesos del mercado por la suma de $ 12.875 millones, que representa el 1,6% de la circulación monetaria.

Si la corrida persiste un mes, que serían 20 días hábiles el Banco Central recitaría del mercado un tercio de la circulación monetaria, con lo cual la tasa de interés alcanzaría niveles de 3 dígitos, la recesión sería tan grande que los agentes económicos dejarían de comprar dólares, y pasarían a vender el gran stock que tienen guardados, que presumimos superaría los U$S 50.000 millones en efectivo en el país.

En tercer lugar, si el dólar baja de precio, el Banco Central no lo sostendría hasta el mes de junio, con lo cual el piso de la banda es irrelevante, habría que ver qué medida toma a partir del primero de julio.

En cuarto lugar, el Banco Central tiene la atribución de intervenir en cualquier momento si las condiciones del mercado lo requieren, cuando el precio del dólar este cotizando dentro de la banda de no intervención, que ahora se debería llamar banda de precios de intervención sorpresa.

Todo lo hasta aquí expresado se puede resumir de una sola forma, estamos en un plan de convertibilidad o caja de conversión, en donde el gobierno fija el tipo de cambio en un rango de precios, y trata de que se mantenga en dicho nivel. Lo que tanto denostó en el pasado, hoy lo aplica cuando le queman las papas y no puede controlar al dólar.

Beneficios y perjuicios

  • Un esquema tipo caja de conversión le permitirá al gobierno controlar el tipo de cambio en un valor menor al actual, esto hará que la inflación comience a ceder con el correr del tiempo, ya que los servicios públicos y los alimentos no aumentarían por suba del tipo de cambio.

  • Los agentes económicos deberían repensar si tiene sentido seguir dolarizando cartera, con un Banco Central que congela la base monetaria, sube la tasa de interés y tiene reservas por u$s 72.000 millones, cuando si haces un plazo fijo en $ la tasa que te pagan es el 4% mensual. El dólar mayorista cotiza en $ 44,00, para llegar al techo de la banda en $ 51,50 tiene que subir 17,0%, ese porcentaje se logra con un plazo fijo a 120 días. Si el plan del Banco Central funciona, las bandas están congeladas hasta diciembre, y el dólar podría alcanzar el valor de $ 51,50 dentro de 240 días.

  • Un tipo de cambio fijo y convertible, con un gobierno que apunta a un déficit primario cero, y créditos del FMI para pagar la deuda, debería generar una baja en el riesgo país, y consecuentemente una fuerte suba del mercado accionario.

  • Los problemas de este tipo de políticas monetarias, es que, si la inflación no cede a niveles internacionales, podemos tener a futuro un retraso del tipo de cambio que afecte al sector externo, y caer en similares problemas a los vividos en el año 2016 y 2017.

  • En el corto plazo la economía real se vería favorecida por un tipo de cambio más estable y menor inflación, pero de ninguna manera es un incentivo a que el país revierta el escenario de estancamiento económico que vivimos, máxime con precios de los productos que exportamos en franco descenso.

  • Las medidas tomadas por el Banco Central van en el camino correcto, este país logra bajar la inflación con un plan al estilo de la convertibilidad, que es lo más cercano a la dolarización. Sin embargo, para que dicho plan sea efectivo necesitamos una verdadera lluvia de inversiones, o una reforma del Estado que permita una reducción del gasto público y en forma concomitante una fuerte baja de los impuestos. Si esto no ocurre, volveremos a estar en problemas muy pronto.

  • De corto plazo, hay un oasis en el camino, pero el gobierno no debe perder de vista que todavía hay que cruzar el desierto.

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