24 de septiembre 2025 - 11:03

El reloj empezó a correr: déficit, dólar y nueva deuda con Washington

Después de las elecciones legislativas, será imperativo reconstruir las reservas de divisas, ya que se prevé que la disminución de las reservas continúe hasta octubre, sin contar con alguna ayuda antes de ese tiempo.

El horizonte inmediato no ofrece certezas, sino advertencias. 

El horizonte inmediato no ofrece certezas, sino advertencias. 

La economía argentina ingresa en un terreno resbaladizo. El deterioro de la balanza comercial, la caída de la actividad y la ausencia de acumulación de reservas comprometen la capacidad de maniobra del equipo económico. A pesar de los esfuerzos oficiales por exhibir respaldo internacional, la realidad muestra un cuadro más frágil: el gasto público presiona, los compromisos de deuda externa se intensifican y el financiamiento a través del Tesoro estadounidense emerge como un recurso de último momento más que como una estrategia de largo plazo.

En este escenario, los ahorristas en pesos y dólares observan con inquietud cómo el tipo de cambio se convertirá en la variable de ajuste inevitable. La economía real se estanca y la política monetaria queda atrapada entre la urgencia electoral y la desconfianza de los mercados. La pregunta que flota es si el margen de estabilidad de un anuncio alcanza para contener las expectativas, o si en lo que resta del año nos encaminamos hacia una tormenta que impactará en el bolsillo de quienes intentan resguardar sus ahorros.

El ministro de Economía, al fin reveló, en que había estado el gobierno trabajando durante los últimos dos o tres meses para “garantizar el pago de los vencimientos de bonos en enero”. La idea es garantizar los pagos de julio del próximo año también. Es probable que luego, la persistente prima de riesgo político exija devaluar, se necesita un tipo de cambio real más competitivo en los próximos trimestres, incluso si el panorama electoral resulta favorable para el presidente Milei.

Después de las elecciones legislativas, será imperativo reconstruir las reservas de divisas, ya que se prevé que la disminución de las reservas continúe hasta octubre, sin contar con alguna ayuda antes de ese tiempo.

En materia fiscal, según los datos del Presupuesto, el gasto total del sector público nacional alcanzaría el 15,3% del PBI y los ingresos el 15,6%, excluyendo los ingresos intra-sector público, lo que supone un aumento de 0,2% respecto a 2025. El Presupuesto prevé así un superávit fiscal primario de 1,5% del PBI en 2025 y 2026. Esto representa 0,1% menos que lo previsto en el programa del FMI para 2025. Pero, el superávit primario para el próximo año es 0,7% inferior a lo previsto en la revisión del programa del FMI de agosto. El mayor gasto repercute en un menor superávit primario, aunque, en principio sea suficiente para financiar los pagos de intereses, excluidos los intereses intra-sector público, estimados en el 1,2% del PBI. Los pagos totales de intereses, excluido el servicio de los bonos a tasa cero, se sitúan en el 2,2% del PBI. La actividad económica se ve afectada fuertemente.

Las cuentas nacionales del segundo trimestre de 2025 revelan una situación preocupante, la actividad económica se ha estancado. El PBI disminuyó un 0,2% trimestral anualizado, lo que revierte la subida del 3,5% anual del primer trimestre. Este es el primer dato negativo de la actividad real desde el segundo trimestre de 2024, lo que sitúa a la economía en la senda de una recesión técnica.

El análisis de la demanda revela crecientes presiones. El consumo privado, motor de la demanda interna, cayó un 4,4% anual tras un fuerte crecimiento intertrimestral. A pesar de este revés. La inversión fija también perdió impulso, con una caída del 2% anual tras un crecimiento del 41% en el primer trimestre (obvio que lo era frente a un pésimo trimestre). En el ámbito externo, tanto las exportaciones como las importaciones disminuyeron, con caídas del 8,5% y del 12,6% anualizadas, respectivamente.

Dado que el riesgo político sigue siendo elevado y la incertidumbre probablemente persistirá hasta octubre, la recesión económica no mostrará señales de mejora. A la espera de la publicación de los datos de actividad económica de julio, prevemos que el PBI se contraiga un 5% en el tercer trimestre.

El horizonte inmediato no ofrece certezas, sino advertencias. La combinación de desequilibrios fiscales, presiones cambiarias, caída del comercio exterior y dependencia de financiamiento externo configura un cuadro de alta vulnerabilidad. Hasta que entren dólares, la falta de acumulación de reservas genuinas priva al Banco Central del “seguro” imprescindible para enfrentar shocks, mientras la volatilidad política amplifica los riesgos. Los próximos meses de 2025 se perfilan como un campo minado para el equipo económico; cualquier error de cálculo podría precipitar un nuevo episodio de inestabilidad cambiaria y financiera. En consecuencia, tanto los inversores institucionales como los pequeños ahorristas deberán asumir que el verdadero desafío no es la foto actual del superávit, sino la película completa de un modelo económico que camina al filo de la recesión y la fragilidad externa. La angustia, más que una hipótesis, podría convertirse en el estado de ánimo dominante del mercado.

Doctor en Ciencia Política, Master en Política Económica Internacional, director de Hacer.com.ar, Canal YouTube: @DrPabloTigani

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