El debate que hoy tenemos que dar, debe centrarse en los efectos sociales nocivos del desempleo. Por eso, debemos pensar y diseñar herramientas reformadoras que alienten el pleno empleo y no el asistencialismo laboral.
El debate sobre la flexibilización laboral
Los cambios políticos y económicos de las constantes crisis que sufre la Argentina contribuyeron al crecimiento del desempleo.

Sabemos que una situación con alto nivel de desempleo tiene relación con la ineficacia de la producción, esto deriva en salarios bajos y la costumbre ante esta contingencia, nos conduce a la preferencia de un seguro de desempleo por parte del Estado.
El eje clave de nuestra sociedad en materia de empleo, más allá de las luchas y polémicas doctrinales, nos remite a una disyuntiva entre una sociedad construida sobre la participación en el mercado del trabajo o una sociedad que asegura el derecho a un grupo determinado, independientemente de las contrapartidas laborales que puedan existir.
En cualquiera de los casos, nadie discute que todo lo relacionado con el mundo del trabajo es fundamental, puesto que, es una herramienta de inclusión social y de supervivencia. Ahora bien, la tarea que tenemos en reflexionar sobre cómo ha evolucionado la concepción de trabajo resulta inevitable para comprender y conocer el presente y anticiparse al futuro del trabajo.
La concepción moderna y futura del trabajo ha desechado la noción del fin del trabajo, derivado de un seguro de desempleo para proteger al empleado involuntario, aquel que trabaja porque debe y no porque lo desea. Aquel desalienta el empleo formal y ensancha la brecha entre la producción y la inclusión social mediante un trabajo digno.
La dinámica actual del derecho del trabajo y su consecuente, empleo, ha disparado todas las dudas. Por ejemplo. El trabajo asalariado y regido por un horario rígido ha evolucionado paulatinamente hacia nuevas formas.
En los últimos años, el tema de la flexibilidad laboral se ha ubicado en el centro del debate económico en nuestro país. Muchos economistas y empresarios consideran que las regulaciones del mercado de trabajo frenan la generación de empleo, afectan la competitividad y limitan el crecimiento económico por lo que no se aprovecha enteramente el potencial de la liberalización de otros mercados de factores, bienes y servicio.
En contraste, los laboralistas no entendemos lo mismo, el desempleo y el estancamiento de la producción se caracteriza por los bajos niveles de educación y capacitación en el capital humano y en el retroceso que las leyes laborales producen en las relaciones laborales.
Esta diferencia de percepción no solamente refleja intereses legítimamente diferenciados, sino también la complejidad del análisis del funcionamiento de los mercados de trabajo. A ello contribuye que la institucionalidad laboral tiene que cumplir con un doble ejecutivo, a saber, contribuir a un funcionamiento eficiente de los mercados laborales y reforzar la posición de los actores estructuralmente menos fuertes en estos mercados, y con ello contribuir a condiciones de trabajo dignos.
Un marco favorable a la generación de empleo puede estimular el crecimiento económico y la producción, regulaciones que favorecen la capacitación, la educación y la formación del capital humano, que conlleva a salarios prósperos y de eficiencia cuya única consecuencia es impulsar la productividad y políticas de ingreso que pueden intensificar la demanda interna.
Sin embargo, las regulaciones laborales también pueden ser obstáculos al respecto, si no están diseñadas de manera adecuada.
La definición de lo que es “adecuado” no puede hacerse abstrayendo del contexto histórico e idiosincrasia de cada país. No existe una regulación óptima válida en cualquier contexto histórico y para cualquier país. Dado que el mercado de trabajo es una institución de inclusión social y su tarea depende de la aceptación de las reglas de parte de los actores (Trabajador y Empleador).
Para ello estas reglas requieren una adaptación mínima con el entorno económico, social y político.
Ahora bien, actualmente este entorno se caracteriza por una aceleración de los constantes procesos dinámicos de cambio, causada por avances tecnológicos y una mayor integración de los mercados.
Si bien la volatilidad del crecimiento ha descendido, esto genera un importante reto para la política económica, como también para el diseño de las instituciones que determinan el funcionamiento de los mercados del trabajo, que, hasta hoy, fracasaron.
- Temas
- Flexibilización laboral
Dejá tu comentario