La Ley del Ritmo es una de las 7 leyes universales propuestas por el Kybalion, un texto esotérico publicado en 1908 por tres autores anónimos que firmaron como “Los Tres Iniciados” que recoge principios del hermetismo una tradición filosófica atribuida a Hermes Trismegisto, una figura mítica que se considera una fusión del dios egipcio Thot y el dios griego Hermes.
La Ley del Ritmo: confiar en los procesos aunque no veas aun el resultado
Dice la Ley del Ritmo: todo tiene su ascenso y su descenso, su marea alta y su marea baja. La clave no está en evitar el cambio, sino en aprender a acompañarlo.

Un momento de pausa, de espera o de incertidumbre, no es un error, quizás estás justo donde necesitás estar para que algo nuevo comience a gestarse.
La cultura del crecimiento constante
Vivimos en una cultura que glorifica el crecimiento constante, la productividad sin pausa, el éxito sostenido. Vivimos acelerados buscando soluciones inmediatas, resultados al instante y certezas constantes. Se enseña que avanzar es ir siempre para arriba, que detenerse es perder y retroceder es fracasar. Las personas se olvidan que la vida no responde a una lógica lineal, sino más bien, responde a ritmos.
La sabiduría de la Ley del Ritmo
La ley del ritmo recuerda que todo el universo se mueve en ciclos: las estaciones, las mareas, la luna, las emociones, las ideas e incluso los resultados. Pretender escapar de este ritmo es luchar contra la corriente. Terminarás agotado, frustrado, y hasta en ocasiones, quebrándote o quebrando a otros.
Lo vemos en la naturaleza: hay un tiempo para sembrar, uno para esperar y otro para cosechar. Y aunque cueste aceptarlo, también hay un tiempo para el silencio, el repliegue y el aprendizaje interno. Lo mismo sucede con los procesos personales y profesionales: no todo sucede cuando se quiere, pero todo llega cuando se está preparado para recibirlo.
Los tiempos de pausa no son una pérdida de tiempo, son terreno fértil para crecer hacia adentro. La ansiedad por resultados muchas veces hace tomar decisiones precipitadas o abandonar antes de tiempo. La Ley del Ritmo invita a confiar en el proceso, en el movimiento natural de la vida, en que incluso los momentos de “retroceso” son necesarios para tomar impulso.
Aplicar la Ley del Ritmo a tu vida y a tu empresa
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Reconocer tu cronotipo
Observa y reconoce cuáles son tus momentos de mayor energía y creatividad, de la misma manera que reconoce cuáles son los periodos donde necesitas bajar el ritmo y recargar energías. Los cronotipos son patrones biológicos que determinan cuándo el cuerpo y la mente funcionan mejor, basados en el reloj interno —o ritmo circadiano— de cada individuo.
Existen los Alondras o madrugadores, que son aquellas personas que se sienten más activas y alertas en la mañana, aquellos que suelen despertarse temprano con energía y rinden mejor antes del mediodía. Tienden a acostarse temprano.
Los Búhos o noctámbulos, son aquellas personas que funcionan mejor por la tarde y la noche, sienten que “despiertan” con fuerza después del mediodía y suelen acostarse tarde, con dificultad para levantarse temprano.
Y por último, los Colibríes o intermedios que son aquellas personas que no tienen una preferencia tan marcada y pueden adaptarse tanto a la mañana como a la tarde, con picos de productividad repartidos a lo largo del día.
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Ser flexible a la hora de planificar
Definir objetivos claros, pero ser flexible en los tiempos y métodos. En los momentos de “bajón” o pausa, aprovecha para reflexionar, aprender o ajustar estrategias, sin presionarse para avanzar.
Planificar utilizando la metodología S.M.A.R.T., un acrónimo que describe las características que debe tener un objetivo bien planteado para aumentar las posibilidades de éxito. Basada en cinco criterios: que sean Específicos (claros y concretos), Medibles (con indicadores que permitan evaluar el progreso), Alcanzables (realistas según los recursos disponibles), Relevantes (alineados con las prioridades y propósito) y Temporales (con una fecha límite).
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No tomar decisiones importantes en plena bajada
Las crisis o períodos difíciles nublan el juicio. Cuando estés en un momento de baja energía o ánimo, procura no tomar decisiones definitivas o drásticas; espera a que el ciclo cambie para evaluar con mayor claridad.
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Incorporar descansos conscientes
Programa pausas activas, días de desconexión o actividades que te nutran física y emocionalmente. Descansar no es perder tiempo, es prepararte para el próximo ciclo de acción.
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Practica la auto observación sin juicio
Aprende a mirar tus emociones y resultados sin catalogarlos como “buenos” o “malos”. Entender que todo es parte de un movimiento natural ayuda a soltar la autoexigencia excesiva.
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Combinar energía femenina y masculina
Usa la energía masculina del hacer y la acción para avanzar, pero también honra la energía femenina de la intuición, la escucha y la paciencia para saber cuándo esperar y cuándo soltar.
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Buscar apoyo y guía
Contar con un mentor, coach o red de apoyo te permite mantener perspectiva en los ciclos y evitar aislarse en momentos difíciles.
(*) Licenciada en Administración. Coach Ejecutivo y Estrategias para un liderazgo efectivo
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