19 de junio 2025 - 08:14

Malabarismos financieros en un país al borde del abismo

¿Hasta cuándo se puede simular estabilidad haciendo equilibrio sobre la deuda, la inflación reprimida y la desesperación social?

El presidente Javier Milei.

El presidente Javier Milei.

Wes Peden es considerado el mejor malabarista del mundo. Su técnica asombra, pero lo que realmente lo distingue es su capacidad para sostener múltiples objetos en el aire sin perder el ritmo, incluso cuando todo parece colapsar. Algo similar -aunque mucho menos peligroso- ocurre hoy en la Argentina de Javier Milei; Gobierno, BCRA y ciudadanos ejecutan una rutina diaria de malabares para evitar el golpe del desastre económico. La diferencia, claro, es que mientras Peden deslumbra, aquí los malabares son de subsistencia y pánico. ¿Cuánto tiempo más se puede sostener este acto sin red?

¿Hasta cuándo se puede simular estabilidad haciendo equilibrio sobre la deuda, la inflación reprimida y la desesperación social?

La reciente ratificación judicial de la condena a Cristina Kirchner pareció darle al gobierno una victoria simbólica. Pero lo que podría haber sido un triunfo institucional se transformó en el punto de inflexión para una oposición peronista que, debilitada y dividida, encontró en la adversidad una oportunidad única para reorganizarse. En paralelo, mientras la política se recalienta, la macroeconomía argentina ofrece una calma artificial que inquieta más de lo que tranquiliza. La inflación mensual continúa en descenso, pero a fuerza de verdurazos (cayeron 9% las verduras), tarifas pisadas y represión del tipo de cambio. Sin embargo, la inflación acumulada sigue siendo extravagante para un país que ha entregado tanto a cambio de tan poco.

El Gobierno celebra estas cifras como si fueran un logro estructural. Pero la realidad es que el BCRA ya no compra dólares para fortalecer reservas, sino que recurre a colocaciones de deuda en moneda extranjera -vía subastas del Tesoro- que, lejos de generar confianza, aumentan la fragilidad del esquema. Los instrumentos BOPREAL, los repos con bancos internacionales, la eliminación del período mínimo de tenencia para no residentes… todo apunta a un modelo de financiamiento precario, apoyado en "inflows" de cortísimo plazo. Es decir, más malabares; atraer dólares sin reformas de fondo, postergar pagos, emitir deuda para pagar deuda y cruzar los dedos.

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Dólar, la clave del plan económico del Gobierno.

Dólar, la clave del plan económico del Gobierno.

La política monetaria también gira hacia la acrobacia. Se descontinúan las LEFI, se canjean por LECAPs y se ajustan encajes legales, pero sin una brújula clara. La lógica, presentada como incentivo a la estabilidad, choca contra el dilema cotidiano de millones de ciudadanos: ¿gastar o ahorrar? ¿Invertir o esconder los pesos? La consulta que antes tenía respuesta automática - “comprar dólares”- hoy se convierte en un enigma. La respuesta que damos es: ¿Por cuánto tiempo los vas a tenes? Con un dólar planchado artificialmente, y rendimientos bancarios que pueden resultar en caída, la clase media y trabajadora se lanza a nuevas formas de supervivencia financiera.

Según Quiddity y Mercado Pago, el 38% de los argentinos envía su sueldo a cuentas digitales para rendimientos diarios. Un 44% compara precios por e-commerce antes de comprar. Y el 20% difiere sus pagos hasta el vencimiento, como si cada día ganado fuera una batalla en esta guerra de desgaste. Las “Reservas” digitales permiten organizar gastos, pero no alcanzan a contener una sensación cada vez más extendida: “todo puede explotar en cualquier momento”.

Generacionalmente, los hábitos varían, pero la angustia es transversal. La Gen Z recorta salidas, los Millennials buscan promociones online, los Boomers reemplazan restaurantes por encuentros en casa. Son decisiones domésticas que, sumadas, configuran un país en modo resistencia. En apariencia, todo sigue funcionando. Pero debajo del show de números y titulares, la economía argentina pende de un hilo, sostenida por decisiones tácticas sin horizonte.

El ministro de Economía, el presidente del BCRA y el propio Milei parecen convencidos de estar ejecutando una obra maestra de ingeniería financiera. Pero la admiración que despierta un malabarista cuando lanza siete clavas al aire no aplica al funcionario que juega con los precios, el dólar, la deuda y la esperanza de millones. Porque acá no hay técnica ni red; hay improvisación y fe ciega en que Milei no va a fallar.

El problema es que ya se le están cayendo las pelotas. La protesta social y la deuda crecen, las ganancias de las empresas se desvanecen y la inflación late bajo la alfombra como una bomba de tiempo. La pregunta, entonces, no es si esta estrategia puede llegar a octubre. La pregunta es qué quedará de pie cuando caigan las luces del show.

Tal vez sea hora de dejar de hacer malabares y empezar a construir equilibrios reales. Porque, como bien lo sabe cualquier espectador que se precie, el asombro del malabarista dura apenas unos instantes.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

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