¿Asado para todos? En la Argentina de Javier Milei y Luis Caputo, la esperanza humea al ritmo de un titular seductor: “Las reservas superan los 40 mil millones y la inflación baja al 1,5%”. La épica del ajuste se disfraza de milagro económico y hasta el FMI se muestra “contentísimo”. Mientras tanto, los noticieros anuncian -sin sonrojarse- que el poder adquisitivo se recupera en dólares-omitiendo que el costo de vida aumenta más en dólares-. Pero, ¿es esto real o simplemente otra ficción? La experiencia argentina es generosa en cosmética macroeconómica antes del colapso. Lo fue en 2001. Lo fue en 2018. Y lo está siendo ahora, con un nuevo menú donde el asado es apenas una metáfora; el pueblo, otra vez, será el que termine en la parrilla.
Gracias a Javier Milei y Luis Caputo todos podremos comer asado otra vez
La experiencia argentina es generosa en cosmética macroeconómica antes del colapso. Lo fue en 2001. Lo fue en 2018. Y lo está siendo ahora.
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La administración Milei-Caputo se sostiene en una arquitectura frágil
El espejismo de las reservas
El gobierno celebra un hito; las reservas brutas del Banco Central (BCRA) habrían alcanzado los 40.461 millones de dólares, gracias a un acuerdo de repo por USD 2.000 millones con un consorcio bancario. Pero los detalles importan. Más del 60% del financiamiento proviene de bancos chinos, mientras que entidades occidentales -como JP Morgan o Citi- pidieron permanecer en el anonimato. Según Bloomberg, el Tesoro estadounidense expresó su molestia directamente a Caputo, quien habría recibido un llamado explícito del secretario del Tesoro, Scott Bessent. Lejos de un logro soberano, la operación revela una alarmante dependencia financiera y un nuevo compromiso con Beijing, lo que tensiona aún más la ya condicionada relación con el FMI.
¿Desinflación o licuadora?
El INDEC anunció una inflación del 1,5% en mayo -el nivel más bajo desde 2020- impulsada por una fuerte caída en el precio de las verduras. Sin embargo, un informe del Centro de Estudios para la Recuperación Argentina, dependiente de la UBA, advierte que la clase media experimenta un “grave deterioro del poder adquisitivo” por la suba desmesurada de servicios y tarifas. La aparente mejora salarial es ilusoria: el 59% del gasto de los hogares se destina a servicios esenciales, lo que representa un alza de diez puntos respecto al año anterior. Lejos de recuperar bienestar, la mayoría de las familias argentinas resignan consumo de carne, ropa o esparcimiento para poder pagar la luz y el gas.
Bonos, repos y humo
El equipo económico anunció con euforia la licitación de un nuevo Bonte y la recompra de puts por 5,8 billones de pesos en manos de bancos. Además, el BCRA eliminó las LEFIs y se inclinó por un esquema monetario de agregados con control de emisión. Analistas del mercado entusiastas del gobierno elogian el enfoque “más coherente”, aunque omiten que gran parte de estas medidas se sostienen con deuda a tasas elevadas y con instrumentos volátiles. En paralelo, se lanzan bonos en dólares para residentes y extranjeros, mientras se levantan restricciones de estadía de los capitales, lo que podría facilitar una futura fuga de capitales en caso de crisis de confianza. Si la estabilidad depende de deuda externa y colocaciones apuradas, la sostenibilidad es una promesa frágil.
FMI y relato oficial
Julie Kozack, vocera del FMI, celebró las medidas “en favor de la desinflación y la acumulación de reservas”. Pero la misión técnica, originalmente prevista para junio, fue postergada a julio. El retraso refleja las dudas del organismo sobre la real capacidad del gobierno de cumplir con la meta de acumular U$S 4.400 millones adicionales. A contramano, Caputo relativizó el peso de ese objetivo y afirmó que “la acumulación de reservas no tiene la importancia que tenía antes”. La frase, tan poco ortodoxa como arrogante, revela el patrón de comportamiento; minimizar los problemas estructurales, celebrar los efectos transitorios, y construir un relato a la medida de los mercados… o del electorado.
El déjà vu de una crisis anunciada
Como en 2001, las cifras se acomodan, los bonos se colocan, los organismos aplauden y la clase media-media ajusta su consumo. Y como entonces, todo parece bajo control hasta que, súbitamente, deja de estarlo. La administración Milei-Caputo se sostiene en una arquitectura frágil; deuda creciente, reservas prestadas, una economía recesiva y un relato blindado por medios afines. La narrativa del éxito se construye con estadísticas selectivas y silencio sobre los costos sociales. Cuando los números verdaderos emerjan y el humo del supuesto asado se disipe, puede que ya sea demasiado tarde.
Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros
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