19 de junio 2025 - 12:31

"(NO) Es la economía, estúpido!" El fin de la inflación y la "victoria" en las legislativas 2025

El Gobierno se está jugando a fondo para declarar la muerte de la inflación antes de octubre, lo que ven como su carta de triunfo para las elecciones legislativas. El problema es que, si bien lo económico es importante, están lejos de tener la vaca atada”. La “evidencia empírica” es que tercian otros dos factores, que son tanto o mas relevantes para definir el resultado de una elección de medio término, y que no les son favorables

La apuesta del gobierno es que con la baja de la inflación le basta para conseguir una mayoría legislativa en octubre. Sin embargo, hay otros factores que no deben descuidar.

La apuesta del gobierno es que con la baja de la inflación le basta para conseguir una mayoría legislativa en octubre. Sin embargo, hay otros factores que no deben descuidar.

Durante la campaña presidencial 1992, James Carville, garabateó en un pizarrón: “Es la economía, estúpido” (1), para que Bill Clinton lo viera todos los días, no se fuera por las ramas y focalizara su discurso en lo que más les importaba a los norteamericanos. Al final Clinton le ganó al entonces presidente George H. W. Bush, 43% a 37,5%,

Desde aquel momento la frase se ha convertido en uno los principales mantras y máximas de cualquier campaña política.

Milei y cía. no escapan a esto y han hecho de “el fin de la inflación”, a anunciarse antes de octubre, su carta de triunfo para ganar la legislativa del día 26.

Según aclaró en su momento (3), “destruirla” era “llevarla a los niveles más bajos internacionales” y que sus números surgían de la “evidencia empírica”. Según el FMI la media global era 6.8% anual en 2023 y hoy ronda 4.2%.

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En su afán por apuntalar la figura del Presidente, “el Profe” de Pablo terminó develando lo flojo de papeles que están los argumentos de Javier Milei (y lo que podrían estar los propios)

En su afán por apuntalar la figura del Presidente, “el Profe” de Pablo terminó develando lo flojo de papeles que están los argumentos de Javier Milei (y lo que podrían estar los propios)

En su afán por apoyarlo (4), Juan Carlos de Pablo -el economista favorito del Presidente- fue quien primero lo “escrachó” al develar que lo de los 18/24 meses no surgió de ningún análisis sesudo “del León”, sino que “Milei repite una cosa que dijo Friedman en 1973 referido a los EEUU, y es que vos cortás la emisión hoy y la tasa de inflación se entera al año y medio” y que esa teoría “ya no es cierta” (hablando de una caída “fulminante” de la inflación al recortar la emisión).

La realidad es que, si quisiese ser un poco insidioso, debería decir que Milei leyó y estudió poco y nada a Milton Friedman y que De Pablo confundió y se salteó mucho de lo que dijo en Nobel. Pero dejemos esto de lado, que son amigos (al menos uno de ellos).

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La historia del “lag” entre la emisión y la inflación de Friedman, o como Milei y De Pablo se equivocaron (o no lo leyeron)

El optimismo de “el Profe”, sobre la inflación desapareciendo antes de los 18 meses, tenía que ver con su confianza en "Javier", pero también con una presentación de Federico Struzenegger en 2016 -quien sí leyó a Friedman-, afirmando que en nuestro país el rezago entre las medidas monetarias y la inflación era de seis meses (5)

Lamentablemente, “el Fede” nunca publicó su modelo, para así poder confrontarlo contra la evidencia desde 2023 que sugiere que en Argentina la Teoría Cuantitativa del Dinero se sostendría a un plazo bastante más incierto (¿inercia inflacionaria asimétrica?).

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Federico Struzenegger sostuvo que en Argentina el “lag” emision/inflacion es de 6 meses, mientras Javier Milei habló de no más de 24. La

Federico Struzenegger sostuvo que en Argentina el “lag” emision/inflacion es de 6 meses, mientras Javier Milei habló de no más de 24. La "evidencia empírica" apunta a que es mucho mas largo, encontrando el efecto más significativo en torno a 31 meses.

Si bien el rumbo de las cosas era el correcto, en septiembre del año pasado estaba claro que el oficialismo no llegaban a eliminar la inflación ni en 18 ni en 24 meses, así que en el malogrado Presupuesto 2025 proyectaron una inflación del 18,3% para este año -el decimal siempre es importante-, que el Presidente, como buen arquero que sabe cuándo mover el arco, ha venido pateando para mediados del año que viene (6).

Pasó más tiempo y los 18 meses originales están venciendo. Si bien el 1,5% de mayo es sin dudas para celebrar, está lejos, lejísimos de los que prometían De Pablo y Milei hace un año y medio (y con el acumulado en lo que va del año trepando a 13,3%, por encima de lo que hablaba el proyecto del presupuesto).

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Si bien en Argentina los cambios en la política monetaria parecieran en promedio alcanzar su máximo efecto a los 31 meses, aun así, es claro que han habido demasiados “outliners” como para hablar de un efecto cierto de causalidad.

Si bien en Argentina los cambios en la política monetaria parecieran en promedio alcanzar su máximo efecto a los 31 meses, aun así, es claro que han habido demasiados “outliners” como para hablar de un efecto cierto de causalidad.

La cosa es que en lugar del prometido 0,34% mensual o menos, ahora tendremos que conformarnos con un 1% como objetivo para que nos anuncien “el fin de la inflación”.

No es que este 1% tenga un gran valor, anualizado es 12,7% lo que nos coloca dentro del 10% de los países con mayor inflación del planeta, pero siendo un número redondo y el incremento de precios más bajo desde 2006, marketineramente puede muy bien servirle al gobierno para “cantar victoria” y seducir a los votantes.

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Declarar “El fin de la inflación”, cuando el incremento de los precios ronde el 1%, puede convertirse en el “Misión Accomplished” de Goorge Bush (hijo)

Declarar “El fin de la inflación”, cuando el incremento de los precios ronde el 1%, puede convertirse en el “Misión Accomplished” de Goorge Bush (hijo)

Pensemos en algo así como el “Misision Accomplished” de George W. Bush en marzo de 2003, que ante la evidencia (los norteamericanos terminarían retirándose de Irak “definitivamente” en 2011 y 2021) mereció un mes más tarde “el cartel debería haber dicho: Misión cumplida para estos marinos, que están en este barco, cumpliendo esta misión” del vocero presidencial Adorni… perdón de Dana Perino.

Aunque no parezca, los argentinos nos conformamos con poco.

La apuesta al 1%

No lo dicen a viva voz, pero ya desde principios de año en el gobierno han tomado el reducir la inflación al 1%, como su principal carta de triunfo para ganar la elección de octubre (todas las otras variables económicas tienen menos valor marketinero y/o son al menos discutibles).

¿Es posible que la inflación baje en torno al 1% hacia septiembre? La verdad es que si, especialmente si siguen apretando clavijas (7) y pisan el dólar

¿Alcanzará con esto para ganar la elección? Mhhhh...

Es mucho más que la economía

En el mismo pizarrón que había escrito aquello de “Es la economía,…!”, Carville había garabateado más arriba “Cambio vs. más de lo mismo!” (¿le suena?) y abajo “No te olvides del sistema de salud!”. Economía sí, pero no lo único.

Mas allá de su acierto, la realidad es que la campaña 1992 no fue difícil. La probación a la gestión de Bush venia de desplomarse, del 90% en marzo de 1991 (a una semana de la Guerra con Iraq) a menos de 36% tres meses antes de la elección.

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James Carville, el padre de la frase: “¡Es la economía, Estúpido!”, fue el primero en reconocer que “¡No es solo la economía, estúpido!

James Carville, el padre de la frase: “¡Es la economía, Estúpido!”, fue el primero en reconocer que “¡No es solo la economía, estúpido!

Lo que es más, la candidatura del billonario Ross Perot como independiente -quien había trabajado con las administraciones de Nixon y Reagan-, votado por casi el 19% de los norteamericanos, terminó limando cualquier chance de Bush (8).

No hay duda de que el resultado de las elecciones -en especial las presidenciales- puede influenciar al mercado financiero; tenemos incontables estudios sobre el tema. Pero la inversa también es cierta, la situación económica también influencia el resultado de las elecciones. Lo que pasa es que no se trata del único factor que las influencia.

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La economía fue un factor relevante para que George Bush perdiera la elección 1992, pero mucho más fue la aparición de un tercero en discordia, el billonario Ross Perot, y la brutal caída en la imagen del presidente (jabones que se vendían durante aquella campaña).

La economía fue un factor relevante para que George Bush perdiera la elección 1992, pero mucho más fue la aparición de un tercero en discordia, el billonario Ross Perot, y la brutal caída en la imagen del presidente (jabones que se vendían durante aquella campaña).

La inflación, el desempleo, el crecimiento económico, el costo del dinero, el mercado bursátil, las crisis externas, son todos factores que afectan las chances del oficialismo y la oposición en una elección.

Pero también hay cuestiones no puramente económicas, como la aprobación de la gestión del gobierno, la percepción de corrupción, cambios demográficos, la narrativa de los medios, intereses socioculturales, la geopolítica, la ganas de ir a votar, etc. que son tanto o mas gravitantes (9).

¡Lo que importa es cuanto confía la gente en vos, Estúpido!

A grandes rasgos en las elecciones legislativas norteamericanas, el predictor más relevante pareciera ser la aprobación presidencial. Un nivel bajo, menor al 45%, prácticamente garantiza que el partido gobernante perderá escaños (10).

El segundo factor dominante si es económico: la inflación (hay quien dice que es el primero), pero esta pareciera jugar más, cuando es elevada; esto es mayor al 5% anual (hoy la edad media de los votantes yanquis es 50 años, y la inflación anual media anual en estos 50 años 3,%) (11).

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La popularidad del presidente de turno es un factor mucho mas relevante en el resultado de las elecciones de mediotérmino, que la situación económica.

La popularidad del presidente de turno es un factor mucho mas relevante en el resultado de las elecciones de mediotérmino, que la situación económica.

Algo similar ocurre con la tasa de desempleo, que en algunos casos pelea “cabeza a cabeza” con la inflación y se vuelve critica cuando es muy elevada, esto es mayor al 7%, la desocupación media en estos 50 años fue de 5.8% (12).

Curiosamente, el crecimiento económico ha sido bastante menos relevante y solo en algún caso, cuando es muy significativo ha sido capaz de neutralizar el efecto en contrario de los factores anteriores (13).

El impacto del nivel de las tasas sobre la decisión de los electores es bastante más moderado (14) ya que rara vez las consideran de una manera directa. Por último tenemos al mercado accionario, que si bien podría tener algún valor como predictor de la elección, es seguido y afecta solo a un número limitado de personas (15).

Pero como mencionamos, existen otros factores que también influencian el resultado de las legislativas y no son económicos: el más significativo -detrás del apoyo al presidente- pareciera ser la movilización del electorado, la cantidad de gente que va a votar (16), que como factor decisivo en una elección de medio término supera a la situación del mercado bursátil y el costo del dinero, peleando el tercer puesto entre los más relevantes con la tasa de desempleo.

Una legislativa no es una presidencial

A pesar de detentar el poder, históricamente las elecciones de medio término en los EEUU no han sido “buenas” para con el partido gobernante. En las 41 “midterm” que se dieron en los EE.UU. desde la de 1862 -es la democracia moderna más antigua- solo en 13 (el 32%) el oficialismo consiguió incrementar el número de bancas en la Cámara Baja (es la que refleja el voto popular) (17).

Este fenómeno se da también en otros países (18). Incluso en el nuestro, donde desde el retorno de la democracia solo en 3 de las once elecciones -puras- de diputados, el oficialismo logró incrementar el número de bancas.

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El comportamiento de los argentinos antes las elecciones de mediotérmino es muy similar a de los norteamericanos.

El comportamiento de los argentinos antes las elecciones de mediotérmino es muy similar a de los norteamericanos.

Las teorías de porque ocurre esto son variadas, pero ninguna es enteramente concluyente (19).

Por lo pronto tenemos cuestiones estructurales como es que, quienes ganaron la presidencial, normalmente defienden más escaños que la oposición y los candidatos que les quedan son menos atractivos para los votantes ("se fueron" en la presidencial).

Existe además la posibilidad que los ciudadanos consideran estas elecciones como un referéndum, con el que buscan corregir el rumbo del gobierno (retorno a la media); está la idea que crece el interés de votar de los que quieren castigar al gobierno por problemas económicos y sociales (el aborto fue clave en la derrota de Trump en 2020); no sorprende entonces que se genera un incremento de la polarización, que el electorado centrista de un paso al costado y que crezca la relevancia del voto "extremista".

Esto tiende a generar una caída en el número de votantes respecto a las presidenciales inmediatas, que en la caso norteamericano promedia 18% desde 1946 (entre 10% y 25%) y en el nuestro 0,2% desde 1983 (entre -5,2% a +5%). No olvidar que el voto es optativo en los EEUU y obligatorio entre nosotros.

Por esto último (la obligatoriedad), si bien no es concluyente, la caída que tuvimos hasta ahora en la participación de las legislativas provinciales (CABA, Chaco, Jujuy, Misiones, Salta, San Luis y Santa Fe), 13% en promedio frente a la legislativa nacional 2021 y 24,5% frente a la presidencial 2023, podría estar adelantando un importante paso al costado de los electores en la elección de octubre.

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La caída en la participación de los votantes, apunta a ser la gran incógnita en la elección nacional de octubre (caída del voto en las elecciones provinciales habidas hasta ahora, frente a los resultados de 2023)

La caída en la participación de los votantes, apunta a ser la gran incógnita en la elección nacional de octubre (caída del voto en las elecciones provinciales habidas hasta ahora, frente a los resultados de 2023)

Más allá de decir que esto implicaría una baja representatividad de quienes sean elegidos -por caso, Manuel Adorni quedó como el cabeza de lista del partido ganador en CABA, menos votado por los porteños, en toda la historia de la ciudad- y un peso exagerado de los votantes más extremos, es riesgoso determinar que implica electoralmente.

La cosa es que hasta octubre el gobierno deberá jugar con todos estos factores: la tendencia de las medio término a no ser favorables para el oficialismo, la situación económica, la aprobación a su gestión y el interés de la gente por ir a votar o no.

Ganar una elección.

Primero tenemos que definir que es ganar la Legislativa.

En el Balotaje 2023 Javier Milei fue elegido por el 55.65% de los argentinos (14.554.560 personas) y Sergio Massa se quedó con el 44.35% (11.598.720), mientras votó el 76.3% del padrón. ¿Ganar es sacar más votos que en aquel entonces? Poco probable que ocurra.

Es cierto que La Libertad Avanza cuenta con solo 6 de 72 Senadores y 39 de 257 Diputados propios en el Congreso de la Nación así que, con los tránsfugas del PRO aviniéndose a La Libertad Avanza, cuesta pensar que estos números no se incrementan significativamente en octubre.

El problema es que a esto deberíamos sumar otros 7 Senadores y 37 diputados que hoy aporta el PRO, unos 20 diputados y 6 Senadores de la UCR afines Rodrigo de Loredo, 15 diputados y 5 Senadores de Encuentro Federal, los 9 Diputados y 4 Senadores “con peluca” (tránsfugas de Unión por la Patria -hay 7+2 que se mueven a medias aguas) y otros partidos minoritarios, aliados al oficialismo. Así deberíamos hablar de una masa de al menos 28 Senadores y 120 Diputados afines a LLA.

Esto es lo que explica que sin grandes dificultades el Gobierno haya logrado aprobar proyectos clave como la Ley Bases con 142 votos en la Cámara Baja y 37 en la alta (por empate, votó la vicepresidente), blindar el acuerdo con el FMI con 129 votos, ratificar el veto presidencial a la Ley Jubilatoria con el apoyo de 87 legisladores y 8 abstenciones o el frenar a la investigación del $LIBRAGATE en el Senado.

¿Ganar es entonces, conseguir -únicamente- más legisladores propios y ser la primer minoría? ¿Ganar es incrementar el poder en el Congreso a través de los propios y los legisladores afines, hasta ser la mayoría -que no sea un mero juego de “sillas musicales” entre partidos “del palo”-?, ¿Es ganar conseguir que la sociedad -más gente que en 2023- adopte las ideas libertarias, en sus distintas variantes?... pero entonces, ¿perder es lo contrario a cualquiera de estas alternativas?

(En un par de días avanzamos con los números)

Notas al pie de pagina.pdf

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