28 de abril 2020 - 00:00

¡Pandemia! Es hora de pensar una coordinación mundial sólida y eficiente

La epidemia del coronavirus nos enfrenta a algo que considerábamos imposible. Lo que esto significa es que nuestra reacción a ella debería ser también hacer lo imposible. Algunas ideas del último libro de Slavoj Zizek.

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En la introducción a su libro Slavoj Zizek plantea que el distanciamiento en las calles podría involucrar una comunicación más íntima, un mirarse a los ojos profundo sin mediaciones estéticas. Tras esa digresión plantea un dilema: ¿la nueva "normalidad" que arbitrará nuestras vidas se basará sobre las ruinas de nuestro viejo modo de vida o sobre nuevas formas de barbarie cuyos signos son ya claramente discernibles?

Lo salvaje en tiempos de Covid-19 (la supervivencia del más fuerte): el gobierno de Gran Bretaña aseguró que los recursos hospitalarios podrían ser racionados –siguiendo la decisión de médicos senior– en casos de escasez, Italia también anunció que si las cosas empeoraban los mayores de ochenta años o con otras enfermedades graves serían simplemente dejados para que mueran, el vicegobernador de Texas dijo a la prensa que prefería morir antes que ver cómo las medidas de salud pública perjudicaban la economía de EEUU y el presidente Donald Trump suplicó “no podemos dejar que la cura sea peor que el problema en sí mismo”. En Argentina vecinos incendian el auto de una médica infectada.

La noción de comunismo reformado” de Zizek no es utópica, se trata de medidas que ya están siendo consideradas. Los Estados asumieron un papel mucho más activo organizando la producción de cosas que se necesitaban urgentemente: como máscaras, equipos de testeo y respiradores. En Europa se espera una masiva de compra estatal de empresas vinculadas al turismo, al igual que ocurrió en China, y no son pocos los países donde el Estado ya tiene una participación accionaria clave en sectores estratégicos. Los servicios públicos básicos tienen que funcionar: agua, electricidad, internet, alimentos y suministros médicos, dice Zizek, todo lo demás es secundario.

Los mecanismos de libre mercado no sirven para evitar ni el caos ni el hambre. El Estado utiliza mecanismos de control; lo que más tememos hoy día es que se apliquen de manera que no funcionen para contener la pandemia, mientras las autoridades manipulen u oculten los verdaderos datos. Zizek arremete contra la desconfianza en el pueblo que tiene el gobierno chino, compara a Li Wenliang (el médico que descubrió la epidemia en curso y fue censurado por las autoridades) con Edward Snowden (el especialista que denuncio el espionaje masivo de la Agencia de Seguridad norteamericana).

En estos tiempos de crisis médica y económica, la gente tiene razón en responsabilizar al poder del Estado: tienes el poder, ¡ahora muestra lo que puedes hacer! El reto al que se enfrenta Occidente es demostrar que lo que hizo China puede hacerse de forma más transparente y democrática.

Un Estado centralizador, como en China o Cuba, es más eficiente en tiempos de epidemias cuando las medidas a gran escala requieren una coordinación inteligente. Pero la salida debe ser GLOBAL si de salvar la especie humana se trata. Somos una especie que no importa, dice el filósofo, el coronavirus no es un castigo sino una muestra de la contingencia natural de la que somos presa.

Hoy día las acciones en salud están siendo coordinadas globalmente por una Organización Mundial de la Salud más eficiente que burócrata. También las condiciones sociales que hicieron posible la expansión de la epidemia deben ser analizadas en detalle por ese tipo de instituciones. Si el Covid-19 hubiera ocurrido antes de las reformas de Deng Xiaoping, probablemente ni siquiera habríamos oído hablar de ello, pero cuanto más conectado está nuestro mundo, más un desastre local puede desencadenar un miedo global. Los nacionalismos o levantamientos de muros no resolverán el problema, es hora de pensar una coordinación mundial sólida y eficiente, algo así como un comunismo reformado basado en la confianza del pueblo y la ciencia.

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