"A Cristina la soja no le deja ver el bosque", dice Chiche
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P.: Ambas han sido primeras damas. ¿Ella alguna vez le pidió consejo?
H.D.: No. Somos distintas y con intereses diferentes: yo siempre me ocupé de cuestiones sociales, tanto desde la gobernación como desde la presidencia de mi esposo. Cristina nunca se acercó y lo demostró durante sus 4 años como primera dama: no tiene interés en las cuestiones sociales.
P.: ¿Notó diferencias entre su desempeño como diputada y como senadora?
H.D.: En el Senado, Cristina cambió el perfil y todas sus convicciones profundas dejaron de serlo. Ella, que nunca había votado a favor de los superpoderes, la última vez no sólo los votó -para dárselos a Alberto Fernández- sino que los defendió. Lo mismo con esa «independencia» del apellido de su esposo. En el primer acto de 2005 (en Parque Norte) pide que quiten el Kirchner del cartel, pero después acepta que pongan Kristina con «K» y al final asume que le conviene el apellido de casada. Yo nunca renegué de mi apellido: en las parejas políticas, lo bueno y lo malo que le pasa a uno repercute sobre el otro, aun cuando una quiera manifestar su independencia. Se es la Sra. de Duhalde o la Sra. de Kirchner, que podrá ser una mujer más o menos política, pero el apellido lo llevamos.
P.: ¿Cómo sigue el conflictocon el campo?
H.D.: Mal o bien, se va a resolver. Pero después aflorarán los temas irresueltos por una gestión paralizada. Es que la Presidente carece de la capacidad para hacerle un bypass a la burocracia y acelerar los temas urgentes. No funcionan ni la Justicia, ni la seguridad, ni la educación, ni la salud. Eso es lo que va a ver la gente cuando se acabe el conflicto con el agro. ¿Donde está el Estado?, se van a preguntar. No hay gestión. A la Presidente, la soja no le permite ver el bosque. Doy un dato: el año pasado se recibieron 1.200 policías en la Escuela Vucetich. A fines de junio todavía no estaban en funciones porque no les habían comprado el arma reglamentaria.
P.: ¿Qué debería hacer Cristina?
H.D.: Tiene que reunir al gabinete. Tiene que elevar la mística de los ministros y para hacerlo, debe enamorarlos de un proyecto nacional. Además así se pueden enterar qué está haciendo el otro. Si no, es muy difícil tirar juntos del mismo carro.
P.: ¿Cree que ella pueda liberarse de la influencia de su marido?
H.D.: Tenemos un sistema presidencialista, fuerte, y al ex presidente ocupando todos los escenarios políticos, sindicalistas, partidarios, ejecutivos, esforzándose por doblegar a la tropa. Y a ella con un rol deslucido, inaugurando pequeñas obras y a veces reinaugurándolas, y desde esos escenarios retando a periodistas, a los hombres del campo. Es una lástima. Aunque salga el proyecto que ellos quieren, igual la Presidente está muy debilitada. Ella tiene que apelar a las condiciones naturales de la mujer.
P.: ¿Cuáles son esas condicionesnaturales femeninas?
H.D.: Lo que una mujer buscaen su familia: armonía, paz, diálogo, solidaridad, sensibilidad. Apelamos al corazón para compensar a la razón. Ella no apela a su condición femenina, que seguramente la haría ver la realidad. Con esa condición femenina, un día, en zapatillas y sin maquillaje, ella podría ir a una villa a sentarse a tomar unos mates con alguna familia y entender qué le pasa.
P.: ¿Se la imagina en zapatillas, a cara lavada y mateando?
H.D.: Que no la imagine, no quiere decir que no sea deseable que pudiera hacerlo. Ella podría también recorrer los pueblos del interior o al menos algunos, y sentarse a hablar con el chacarero y el pequeño productor para entender por qué no les cierra el negocio con y sin retenciones. Me dicen que en los sectores más pobres es percibida como altanera y soberbia. Los Kirchner nos llevaron a una situación extrema de choque: golpistas o democráticos, pueblo u oligarquía. En el medio de esas dos posturas está 99% de la gente que quiere que le resuelvan los temas. No es cuestión de ser empresario grande, mediano o chico. La Argentina se hace con muchos: pequeños, grandes y medianos. Y hay que devolverles el prestigio a todos.
P.: ¿Cómo va a ser su voto en el Senado frente al proyecto de retenciones?
H.D.: En contra. Soy partidaria de introducir modificaciones, pero a partir de la suspensión de la 125. Sólo así podremos trabajar tranquilos en el Senado.
(Entrevista de Carolina Barros)
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