La visita de la senadora Cristina Fernández de Kirchner a México es una cuestión acordada, aunque todavía falta definir entre qué días del mes que viene se llevará a cabo. El calendario está en las manos de la Cancillería azteca. Ganas de recibirla no faltan, pero sucede que en marzo México será país huésped de dos mandatarios, además de otras actividades en el exterior de su canciller.
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Entre el 12 y el 14 de marzo, el presidente Felipe Calderón recibirá a su vecino estadounidense George W. Bush. Una visita considerada más que importante si se tiene en cuenta la enorme complejidad de las cuestiones a tratar entre los dos socios del NAFTA. Menos de una semana más tarde de haber partido Bush hacia su gira sudamericana (Brasil, Colombia y Uruguay), Calderón recibirá a la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, en visita de Estado entre los días 20 y 21 de marzo. Y apenas cinco días después, la canciller de México, Patricia Espinosa, partirá a Brasil porque entre el 26 y 29 de marzo se llevarán a cabo las jornadas de la reunión de la Comisión Mixta que une a los dos países. Con esta agenda mexicana en ciernes, a la primera dama de la Argentina sólo le quedaría un hueco entre los días 22 y 24 próximos para ir al Distrito Federal. De lo contrario, la visita ya no sería en marzo sino en abril, después de la Semana Santa y las festividades de Pascuas.
Como en la reciente gira a París, prima en la senadora Kirchner obtener una exposición que la vaya posicionando en la futura campaña presidencial primero, y en el escenario internacional después. Y en este último sentido, la primera dama ya mandó una señal al exterior que la diferencia de su marido: ella no se siente tan cerca de Hugo Chávez Frías, de allí que no integró la delegación argentina que acaba de retornar de Venezuela con gran alharaca. Su ausencia fue motivo de varias especulaciones. Hasta de motivos personales, pero lo cierto es que no fue. Y eso facilita su visita protocolar a México, porque es pública la animosidad entre Calderón y Chávez. El mandatario mexicano sabe que su colega venezolano jugó su influencia y algo más a favor del candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador. No fue el único, porque las autoridades argentinas también observaron con especial simpatía al candidato « progresista», pero giraron a tiempo.
Especialmente el embajador argentino en México, Jorge Yoma.
Por los pasillos del poder mexicano aún se cuenta cómo a los pocos días de reconocerse el triunfo de Calderón, Yoma se sentó frente a Arturo Sarukhan, asesor de política exterior del presidente electo, y sin demasiados modales le dijo: «Me equivoqué, ahora ¿cómo arreglamos esto?». Una sutil sonrisa salió de los labios del descendiente de la raza de Moctezuma y el embajador argentino fue disculpado por su error de apreciación. Gracias a esa reunión y otras gestiones, Calderón incluyó a la Argentina en su periplo como presidente electo de México. La visita de Cristina Kirchner estará enmarcada en un tema de larga data entre la Argentina y México, cual es el de establecer una denominada «Agenda Estratégica» que comenzó a conversarse entre los presidentes Eduardo Duhalde y Vicente Fox y en la que trabajaron por el lado argentino el ex canciller Carlos Federico Ruckauf, en Buenos Aires, y Juan Manuel Abal Medina en México. El ex dirigente peronista llegó a México en 1982, luego de varios años de refugio en la embajada mexicana en Buenos Aires. Su salida de la delegación diplomática se obtuvo gracias a los efectos « latinoamericanistas» que brotaron de pronto al invadirse las islas Malvinas. Desde 1983 a la fecha, todos los embajadores argentinos orbitaron a su alrededor con todo tipo de ayuda. Y los militares argentinos también.
Impulso
Está claro que la primera dama no va a poder concretar la agenda. No está autorizada constitucionalmente para hacerlo, pero va a darle un fuerte impulso, una señal importante, que bien podría cerrar si es que gana en octubre próximo. Las relaciones de Kirchner con Fox y con Calderón no han sido de las mejores. Con Fox se observó un incidente en plena cumbre de presidentes en Mar del Plata (2005). Y Calderón se permitió una licencia sobre la economía argentina, el mes pasado, cuando habló en el Foro de Davos. Fue una licencia y no un agravio ya que la balanza comercial entre los dos países esta cerca de los 2.200 millones de dólares. Desde 2003, la Argentina duplicó sus exportaciones y hoy está en 810 millones de superávit. Y, aunque es poco conocido, el mérito le pertenece a Jorge Yoma. El ex senador riojano es poco afecto a los rigores del protocolo -y la urbanidad-, pero ha sido el que pudo cerrar el acuerdo automotor. Es sabido que gusta de pasearse con jogging, remera sin mangas y bandana por el DF, o que se presenta de jean y botas texanas en las recepciones diplomáticas. Sin embargo, ha llevado con notable éxito una gestión comercial. Todavía no están definidas las actividades que desarrollara la primera dama. Está claro que están destinadas más para el consumo interno argentino que mexicano. Se hablará de negocios, también de Cultura. Hasta se programa un discurso de la senadora en la casa que perteneció a Trotsky. De lo importante quizá se converse, pero nada se decida. Es decir de energía y de la remanida «Agenda». Mejor que así sea, porque está más destinada a frenar las ínfulas de Chávez y las pretensiones de Inácio Lula da Silva. No es el momento, menos cuando gobierna su marido. Es tema de esperar unos meses, cuando ella luzca si gana la banda presidencial y se siente en el sillón de Rivadavia.
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