14 de febrero 2021 - 11:57

La historia de la Ferrari de Menem, un símbolo de los 90

La "Feyari", como se la bautizó por la tonada del riojano, fue un regalo del empresario italiano Massimo Del Lago. Abrió el debate sobre los obsequios que recibían los funcionarios públicos.

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Más allá de la política y la economía, las dos presidencias de Carlos Menem estuvieron marcadas por varias extravagancias, su relación con el deporte y con el mundo del espectáculo. Y sin duda uno de los símbolos que quedó de esa época fue la Ferrari 348 TB modelo 1990 de color rojo que supo conducir.

La "Feyari", como se la bautizó por la tonada del riojano, fue un regalo del empresario italiano Massimo Del Lago, que buscaba la concesión para la construcción de una autopista en Morón.

Con una capacidad de acelerar de 0 a 100 kilómetros por hora en 5,6 segundos, representaba un imán para todos aquellos fanáticos de los autos, como el expresidente, que no tardó en estrenar su lujoso regalo y partió el 3 de enero de 1991 desde Olivos hacia Pinamar a 190 kilómetros por hora y sin pagar peaje. Al llegar y tras ser consultado por el exceso de velocidad, Menem se excusó: "Sí, es verdad lo que dice, ¡pero soy el Presidente! La Ferrari es mía, ¿por qué la voy a vender? Es mía, ¡mía!".

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Su frase generó una polémica sobre los obsequios que recibían los jefes de Estado y los funcionarios públicos, que derivó en una ley a través de la cual se determinó que los mismo serían en adelante patrimonio del Estado. Finalmente, Menem, entregó su preciada Ferrari.

Tan caro es el recuerdo de la "Feyari" para la familia Menem que cuando el pasado 3 de julio cumplió 90 años su hija Zulemita publicó una fotografía en redes sociales de la torta que le prepararon con una figura del expresidente posando junto al auto. Por esos días, el riojano estaba internado.

https://twitter.com/zulemitamenem/status/1279226809293451267

No sabe saben con precisión qué pasó con la Ferrari luego de que Menem la entregara. Parte de la historia cuenta que en primer lugar fue subastada dos veces -la primera no hubo comprador- y pasó a manos de un exentrenador de fútbol. Luego, según trascendidos, tuvo al menos otros seis dueños, varios de ellos empresarios.

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