La primera marcha sindical contra Javier Milei tendrá un carácter más exploratorio que masivo, al menos de parte de la CGT, su inicial promotora. La central obrera marchará desde media mañana hacia los Tribunales porteños para llevar la impugnación que presentará contra el DNU libertario que incluye una reforma integral de la legislación laboral, y lo hará junto a las CTA de los Trabajadores y Autónoma, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y otras organizaciones sociales. Será para los organizadores tanto una primera prueba del humor social tras las primeras semanas del nuevo gobierno como del protocolo antipiquetes largamente publicitado por Patricia Bullrich.
CGT hará su primera marcha contra Milei, acotada y "exploratoria"
La central se movilizará junto a CTA y organizaciones sociales. Prevén convocar a alrededor de 50 mil manifestantes en Plaza Lavalle, suficientes para desafiar el protocolo de Bullrich.
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La movilización será la primera de las respuestas estructuradas desde la CGT en una reunión interna de la semana pasada que también convocó para mañana al Comité Central Confederal (CCC), su máximo órgano deliberativo, para sondear nuevas medidas de fuerza. Sobre este último punto se espera de máxima el anuncio de un eventual paro de actividades con fecha a designar por el Consejo Directivo y con una concreción estimada recién para febrero, atado al resultado de la estrategia judicial de amparos contra el DNU. Las acciones buscarán también, como anticipó este diario, forzar una respuesta unificada de la oposición política, en particular de gobernadores, intendentes y legisladores del PJ, para encaminar el clima popular.
Entre los convocantes con mayor poder de movilización confirmaron anoche que irán a Plaza Lavalle los "cuerpos orgánicos" de los sindicatos, es decir delegados y dirigentes pero no afiliados rasos, y columnas reducidas de los movimientos sociales alineados con el peronismo. Calculaban una concurrencia de no menos de 50 mil personas, un número modesto para las posibilidades reales de algunas organizaciones pero suficiente para colmar las inmediaciones de Tribunales. Bastará, además, para desafiar el protocolo de Bullrich, que la semana pasada se vio en aprietos y por momentos desbordado para encarrilar a menos de 10 mil adherentes al Polo Obrero.
La concentración arrancará a media mañana desde cada sindicato y organización social y confluirá hacia el mediodía frente al Palacio de Justicia. Allí esta prevista la lectura de un documento en tono similar al expuesto luego de que el ministro de Economía, Luis Caputo, diera a conocer las primeras medidas en su rubro. En aquella oportunidad la CGT apuntó contra un ajuste que recaería sobre la sociedad y no en "la casta" como promocionó Milei en campaña. En esta ocasión se le sumará a las críticas el contenido del decreto de necesidad y urgencia, que en varios artículos desdibuja al máximo la ley de Contrato de Trabajo, acota al máximo el ejercicio del derecho de huelga y de protesta y reduce las indemnizaciones por despido, entre otros puntos.
La idea de una movilización módica fue sostenida de forma unánime por el plenario de CGT de la semana pasada. Los gremialistas optaron por esa vía y por diferir en el tiempo la decisión de un paro nacional por varias razones: la primera de ellas, el poco tiempo de gestión de un gobierno que llegó al poder con un caudal de votos del 56% y que conserva buena parte de esa adhesión, según la estimación de la central. También, por la necesidad de organizar un programa de medidas escalonado y no precipitado, de modo tal de acompañar el clima social sin ponerse por encima de las expresiones callejeras como los cacerolazos que se produjeron luego de la cadena nacional de la semana pasada. Y por último, para aguardar el resultado de la estrategia jurídica y dar un espacio de tiempo para ensamblar con la respuesta del peronismo.
Otro dato que deja expuesta la lectura que hicieron los sindicatos tradicionales del momento político: instruyeron a sus "cuerpos orgánicos" para reducir al máximo la presencia de banderas de cada organización en Plaza Lavalle y evitar en lo posible que los canales de televisión pudieran mostrar la clásica imagen de los micros que habitualmente transportan a los manifestantes de afiliación sindical. En otras palabras, minimizar el folklore de cada marcha de gremios para privar al Ejecutivo de argumentos contra la movilización.
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