10 de septiembre 2007 - 00:00

Comentarios políticos de este fin de semana

Cristina Kirchner y José Manuel de la Sota
Cristina Kirchner y José Manuel de la Sota
VAN DER KOOY, EDUARDO.
«Clarín».


En un domingo con todos los columnistas distraídos por la crisis electoral en Córdoba, éste es el único que aporta algo, un reportaje a Cristina de Kirchner. Le tocó antes a Joaquín Morales Solá y se cumple la misma pauta en entrevistas a la candidata del Partido del Gobierno: sólo hace declaraciones, no admite repreguntas al menos su entrevistador no las reproduce, veta algunos temas, por ejemplo, Córdoba. ¿Qué interés puede tener un reportaje a la señora del Presidente si prohíbe ese tema?

La senadora dio esa nota al columnista, como él mismo lo cuenta, rodeado de funcionarios del gobierno que quizá pudieron intimidarlo para que avanzase en cuestiones que podrían mostrar alguna arista nueva o más interesante del personaje. Igual conviene retener sus palabras, aunque entren en el género de la gacetilla y no merezcan comentarios ya que se anotan en la propaganda oficial que busca reconciliar a los iracundos Kirchner con el electorado más moderado que rechaza sus propuestas en las encuestas de intención de voto y que, entienden en el gobierno, leen estas columnas dominicales de opinión.   

  • «Tengo conciencia de que algunas situaciones deben cambiar, deben corregirse. Hablo de lo económico y hablo de lo institucional. También de lo social. Pero cualquier cambio que proponga será gradual. Deberá ser producto de acuerdos. No esperen ninguna política de shock ni sacudones. La sociedad argentina ya ha pasado demasiados sufrimientos y tensiones. Claro, antes de todo eso necesito que la gente me vote y necesito ganar.»   

  • «A la oposición no le temo, la respeto.»   

  • «El país está mejor. Quien no acepta eso peca de necio. Entonces la demanda social crece y la exigencia será mayor. No crea que no siento la responsabilidad que eso significa. Incluso la responsabilidad de género, por mi condición de mujer. Pero estoy serena y confiada. Por esa razón insisto tanto con la concertación. Insisto con la convergencia de intereses entre empresarios y sindicalistas. Con la prudencia de todos. Nadie podrá tensar la cuerda más de lo que debe y de lo que la Argentina puede.»   

  • «Ustedes tienen fantasías acerca de cómo podría manejarme con los sindicatos. Le digo que he conocido a muchos sindicalistas antes que Néstor. Si tengo que sentarme a discutir con Hugo Moyano lo haré. Y si no es Moyano será el que deba ser.»    

  • «El reclamo sobre las tarifas lo empezamos a escuchar hace cuatro años. También el peligro de que las empresas se fueran del país. No se fue nadie. Las tarifas se están actualizando. Y así seguirá siendo si soy presidenta. Pero repito la idea: en la transición o después todo será gradual, sin sobresaltos.»   

  • «Que quede claro: el Estado debe estar para orientar las políticas, para intervenir en aquellos sectores donde la iniciativa privada no puede o no quiere llegar. Pero no se debe volver a un Estado de gestión. Ya sabemos lo que pasa.»   

  • «Yo soy candidata gracias a que el gobierno ha sido bueno, ha hecho cosas excepcionales. Si no hubiera sido así, no habría podido ser candidata.»   

  • «Nunca él (Néstor Kirchner) representó un liderazgo tradicional en el peronismo. Construyó ese liderazgo y esa autoridad sobre la base de buenos resultados. Lo mismo deberé hacer yo. No conocemos otra receta.»

    La nota consigna expresiones «off the record» de la senadorasobre la necesidad de que el país alcance un acuerdo con el llamado Club de París para el pago de la deuda externa. Claro, no dice cómo lo haría, con lo que queda como otra expresión de deseos.

    VERBITSKY, HORACIO.
    «Página/12».


    Se desespera este columnista-asesor al mirar la acumulación de desaciertos estratégicos del kirchnerismo en la elección de Córdoba. Trata de ponerle al oportunismo de cada uno de los protagonistas alguna razón política, cuando lo que ocurrió se trata de otra expresión desfachatada de la voluntad de poder que en la Argentina no tiene restricciones legales ni constitucionales.

    Verbitsky cree que José Manuel de la Sota es un mal socio del Presidente, pero es lo que éste ha preferido apoyar. Le recrimina que su asesorado, Kirchner, siga pensando en que lo mejor para atornillarse en el poder es la alianza con el peronismo pejotista. ¿Había alguna otra manera?, podría preguntarle Kirchner al columnista que cree que debió elegir otro camino.

    Una rareza de pensamiento de Verbitsky es la fascinación por el bizarro Luis Juez que muestra en su nota. Lo elogia como intendente, cree que hizo una elección «espectacular» y que hubiera sido una mejor opción que Juan Schiaretti para la Casa de Gobierno. ¿Y qué, si Kirchner decidió lo contrario? Además, Schiaretti hasta ahora ganó la elección. ¿Cuál sería el negocio de Kirchner en apoyar a quien finalmente perdió? ¿Cuándo admitirá Verbitsky que en realidad Kirchner lo prefiere a Ricardo Jaime y no a sus consejos?

    Un aporte interesante de la columna, porque viene de quien viene, es cuando explica que la adhesión de los Kirchner a Schiaretti y De la Sota en esta pelea cordobesa responde a la necesidad que tienen de encontrar apoyos para la candidatura presidencial de Cristina de Kirchner.

    Sobre el final de la nota, Verbitsky hace un seleccionado de personajes de la «nueva política», es decir la que expresa la voluntad de cambio de la sociedad, e incluye en ella a Hermes Binner, Luis Juez, Roberto Lavagna, Elisa Carrió, Fabiana Ríos, Mauricio Macri. De todos descalifica -cual cura de pueblo en sermón preelectoral- a Lavagna y a Carrió, porque «ambos se reivindican como antagonistas extremos de Kirchner y Cristina, y objetan en bloque la gestión de los últimos cuatro años, con la retórica republicana que en la historia argentina ha encubierto los peores atropellos contra la voluntad y el bolsillo popular».

    MORALES SOLA, JOAQUIN.
    «La Nación».


    Se indigna el columnista con la pelea por el resultado electoral en Córdoba, que califica de un «espectáculo más propio de cuarteteros». Sin aportar muchos datos recuerda la mala relación de Néstor Kirchner con José Manuel de la Sota, pero no explica por qué están juntos. A lo mejor busca no agraviarlos, pero esa relación responde al oportunismo más descarado, más allá de cualquier convicción. Lo dice con más franqueza Verbitsky en su columna cuando expresa que los Kirchner tratan de buscar, por sobre sus afinidades personales, el apoyo del peronismo delasotista para la elección de Cristina a la presidencia. Esto es más importante que las presunciones de psicoanalista de Morales Solá sobre los gustos del Presidente. Dice: «A Kirchner le gusta más Binner que Schiaretti» o «Nunca le gustó Schiaretti», expresiones de improbable certificación, salvo que tuviera el columnista algún talismán para adivinar la interioridad del Presidente más allá de lo que muestran sus actos, que es lo único que importa.

    GRONDONA, MARIANO. 
    «La Nación».


    Además de la rabieta que le agarra con el escrutinio cordobés -manía de todos los columnistas de ayer, salvo Van der Kooy en «Clarín», a quien le tocó el reportaje oficial a Cristina- el profesor aporta una taxonomía nueva: la de los candidatos moderados. Son ellos Macri, Binner, Scioli, Lavagna, Telerman, Bielsa, Sobisch, Luis Juez, Juan Carlos Romero, Elisa Carrió, Alberto Rodríguez Saá, Francisco de Narváez, Jorge Sarghini, Alieto Guadagni, Juan Carlos Blumberg,Rubén Giustiniani y Ricardo López Murphy.Es decir, todos, salvo los Kirchner que se resisten a «plegarse sinceramente a la nueva sensibilidad vital de los argentinos». Grondona debería corregir su glándula para la detección de moderados porque entre éstos hay unos cuantos exaltados. ¿Razones? Los moderados son los buenos y el resto son los malos.

    Escasa información muestra el profesor cuando señala como una novedad que las clases medias urbanas le restan apoyo al gobierno. Las grandes ciudades siempre se han resistido al voto en favor del peronismo desde 1983. Eso se ha confirmado en las urnas en las elecciones de Córdoba y Santa Fe, pero es tan viejo como la nueva democracia criolla.
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