25 de mayo 2021 - 00:00

Hay que modernizar el Estado para impulsar la telemedicina

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Pixabay

Debido a la pandemia del covid-19, la atención médica no presencial que venía evolucionando lentamente aceleró a la velocidad de la luz. Sin embargo, nos encontramos ante una ciudadanía con demandas del siglo XXI, y con Estados y regulaciones del siglo XX.

El Presidente extendió las medidas de confinamiento más allá del AMBA, porque “no podemos tener 24 estrategias sanitarias ante una situación tan grave, porque lo que sucede en cada provincia o en CABA impacta en las demás”. En el momento más grave de la pandemia, es justamente cuando más se necesita de la coordinación y la tecnología. En materia sanitaria esto implica redoblar esfuerzos para impulsar la modernización tecnológica integral del sistema de salud nacional, provincial y municipal.

La telemedicina es mucho más que la simple atención médica online, es la prestación y gestión de servicios médicos a distancia y de manera integrada. Esto es una tendencia creciente desde hace años en los países desarrollados, aunque se ha acelerado con el covid-19 como respuesta ágil, necesaria e innovadora, dado que con los hospitales al borde del colapso, y la propagación del coronavirus totalmente descontrolada, acudir a una consulta médica se convirtió en una auténtica odisea.

Según una investigación publicada por Consalud.es, sólo en España durante el 2020 su uso aumentó en un 153%, y la mayoría de las consultas realizadas por los usuarios estuvieron relacionadas con el covid-19. En nuestro país, y por citar un dato de color, la palabra “Coronavirus” fue la más buscada en Google en todo el 2020, en donde también aumentaron las preguntas relacionadas con los síntomas y las vacunas. Sin embargo, estas tendencias profundizadas por la pandemia contrastan con una arquitectura sanitaria propia del siglo XX. En Argentina, la “salud electrónica” es legal desde 2012 y en el 2018 se presentó un plan Nacional de Telesalud, pero no fue hasta la irrupción de la pandemia que su crecimiento se hizo exponencial.

Más allá de esta compleja situación, no sólo en el momento de crisis como el que estamos asistiendo el uso de la telemedicina es valiosa. Su correcta aplicación permite la asistencia de personas que viven en áreas rurales o alejadas de los centros de asistencia, e incluso es una eficaz solución para aquellos lugares con pocos profesionales médicos y/o falta de especialistas (situación recurrente en la Argentina).

A partir de la implementación de la telemedicina a tiempo completo, se abren las puertas a un sinfín de oportunidades. En épocas de la “vieja normalidad”, era frecuente la visita a Buenos Aires por consultas médicas desde el interior (“porque dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires), ahora un médico de una zona rural, o de una ciudad pequeña, podría discutir sobre el escaneo de un paciente con un especialista de otra provincia. Una persona con diabetes puede controlar su nivel de azúcar en sangre en tiempo real y enviar los datos a su prestador de atención médica, o incluso un dispositivo especial puede detectar el cáncer de forma remota a través de un teléfono inteligente en menos de una hora, y la prueba cuesta menos de dos litros de nafta.

La tecnología puesta al servicio de la ciudadanía permitirá mejorar la calidad de las políticas públicas sanitarias. Entre los distintos beneficios que genera podemos nombrar: 1) acortar los plazos en las listas de espera y ayudar a la reserva de turnos; 2) mejorar la medicina preventiva, facilitando la comunicación entre el paciente y el médico, y 3) generar trazabilidad 360º del seguimiento con la historia clínica única y digital; 4) optimizar las relaciones entre médicos, pacientes y prestadores, reduciendo los tiempos de espera. Y 5) mejorar el acceso a diagnósticos y tratamientos, independientemente de las distancias geográficas o de las condicionantes sociales.

Por todo ello, es sustantiva la necesidad de los Estados de avanzar en la incorporación de la telemedicina como una herramienta efectiva de la política sanitaria. Sin embargo, debemos tener en cuenta varias cuestiones para que la telemedicina sea realmente una respuesta eficiente, inclusiva, segura y efectiva. Dado a que las consultas que se gestionan se dan siempre por medio de un video, se necesita que tanto médico y paciente se encuentren provistos de teléfonos inteligentes, y especialmente se necesita de una buena conexión a internet, (otro desafío es el avance de las telecomunicaciones y el tendido de fibra óptica más allá de la General Paz).

También se debe avanzar, efectivamente, en un marco regulatorio que cuide y garantice la información privada de los ciudadanos. ¿Cómo se llevarán a cabo los controles para el cumplimiento de la privacidad de los ciudadanos? ¿Hasta dónde debe avanzar la tecnología? Porque muchas son las razones para su uso pero hay muchos peligros a los que nadie puede dar una respuesta a ciencia cierta.

(*) (@Maxicamposrios), especialista en administración y políticas públicas (UBA - Georgetown).

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