Dominó en ausencia Bergoglio la misa por asesinato de Rucci
Casi espontánea, repentina, fue la misa ayer en la Catedral por los 34 años del crimen de José Ignacio Rucci. Casi un acontecimiento para el arco del peronismo opositor, hasta ahora apagado. En pocas horas, sindicalistas de segunda línea y políticos (Menem, los Rodríguez Saá, Asís, Lanús, Posse, Roig, Blumberg) se comprometieron en el recuerdo, a pesar inclusive de que otro acto se desarrollaba en el Congreso al mismo tiempo. Casi un milagro la convocatoria del ausente Jorge Bergoglio, quien no sólo abrió la Catedral para la memoria, sino que parecía dominar la ceremonia y los presentes. Privilegios de la Iglesia. Abundaron declaraciones contra los que mataron a Rucci (Montoneros) y su activa participación en la actual nómina del Estado, del kirchnerismo. Derivación prevista, casi tanta como el arrastrado escape de la Unión Obrera Metalúrgica, el gremio de Rucci. Como su jefe, Antonio Caló, no desea ningún conflicto con Néstor Kirchner, en otro acto ni siquiera mencionó a los que mataron a Rucci (crimen impune, por otra parte). En el felpudismo también pegaron carteles diciendo que Rucci fue el creador del Pacto Social -planteo que le atribuyen a Cristina de Kirchner en futuro gobierno-, cuando en verdad al secretario de la CGT lo masacraron, entre otras razones, porque estaba por repudiar aquel convenio insensato de José Gelbard y la inflación cero.
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La misa de ayer fue solicitada en persona a Bergoglio por varios integrantes de la Peña Eva Perón, como Víctor Lapegna. El cardenal, vinculado a la Guardia de Hierro del peronismo a través de su desempeño en aquella época al frente de la Universidad de El Salvador, apoyó en esa audiencia privada la normalización de los partidos políticos y expresó su preocupación por la crisis del peronismo.
El sermón de ayer estuvo a cargo del rector de la Catedral, Jorge Junot, hombre de la entraña de Bergoglio, quien recordó a Rucci como «un hombre profundamente humano y evangélico» y señaló: «Cuando lo mataron, yo era diácono de una parroquia de Saavedra y su muerte generó una gran tristeza». El sacerdote también reclamó que «para encarar el proceso de reconstrucción de los valores nacionales, es necesario pacificar los espíritus y estar dispuestos a la abnegación, al diálogo y a la renuncia. Somos un solo pueblo y una sola nación», fue el tiro por elevación para Kirchner de la Iglesia Católica. Camaño, cuñado de Luis Barrionuevo, uno de los principales enemigos de Moyano en la cúpula de la CGT, no ahorró calificativos para referirse a la muerte de Rucci: «Yo los menciono como lo que son, él fue asesinado por delincuentes terroristas, tan repugnantes como los crímenes que se cometieron en la dictadura. Esta misa la hacemos todos los años, pero hoy parece que hay gente nueva», se quejó el gastronómico con la mirada puesta en Menem y en los Rodríguez Saá. «Los asesinos de Rucci están sueltos, uno es Gullo y el otro (Roberto) Perdía», completó el concepto Pando, junto a su esposo Pedro Mercado, desde una ala lateral del templo católico.
Jorge Asís, en una de las últimas filas, y Juan Carlos Blumberg fueron los enviados de Jorge Sobisch a la ceremonia.
A la hora del «saludo de la paz», el titular de la Fundación Axel intentó saludar al gobernador de San Luis y candidato a presidente del Frente Justicia, Unión y Libertad (FreJULi). Pero rápido de reflejos, Rodríguez Saá giró 180 grados sobre sí mismo y escapó junto a Maya y a su vocero. Blumberg debió conformarse con besar el maquillado rostro de Irma Roy y luego partió en soledad rumbo a Lanús, donde el neuquino montó acto propio.
Antes de abandonar la Catedral, Rodríguez Saá (Alberto) evitó referirse a la ausencia de Hugo Moyano y de su competidor metalúrgico Antonio Caló en la misa: «Ah no, eso no», fue su escueta y entrecortada respuesta ante una consulta de este diario.
Es que en el mismo momentoen el que el PJ antikirchnerista se atrincheraba en la principal iglesia de la Capital Federal, el jefe de la CGT junto con Gerónimo Venegas (62 Organizaciones Peronistas) acompañaban a la familia de Rucci en la presentación de la Fundación que se realizó en el salón Pasos Perdidos de la Cámara de Diputados.
Pero hasta hubo tiempo para entonar la marcha peronista, ya a cielo abierto sobre la avenida Rivadavia, y con las pintadas «Montoneros asesinos» sobre las paredes de la Catedral. Eufóricos, Cejas y medio centenar de empleados gastronómicos desafiaron a los piqueteros kirchneristas que los observaban encapuchados y con palos en la Plaza de Mayo, entonando las principales estrofas del himno al fundador del peronismo.
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