23 de mayo 2007 - 00:00

Duhalde lleva prédica anti-K a la Recoleta

Eduardo Duhalde
Eduardo Duhalde
Anoche Eduardo Duhalde sumó un espacio cargado de simbolismo a la epopeya del retorno: apareció en el café La Biela, adonde las tardecitas tienen ese no-sé-qué. Se posan muellemente en las mesas una mezcla de veteranos de la política, señoras con hábito del té, también turistas que buscan entender lo que nadie entiende (la Argentina, el peronismo) o algún doliente de la Recoleta. Conserva a esa hora, sin embargo, algo de ese quirófano a cielo abierto que es por la mañana, donde políticos y periodistas corretean sus operacionescon nervio digno de mejor causa y mayor recompensa.

Ese santuario del atardecer porteño se conmovió con el ingreso de los dos duros más duros del conurbano, uno -Duhaldedijo que hacía cuatro años que no pisaba ese lugar; el otro -Hugo Toledo-nunca dejó de ser un habitué.

  • Emoción

  • Por instinto, necesidad o intención, el dúo se dirigió a la única mesa, con algo de nervio, animada por veteranos del oficio como Antonio Carrizo, el ex secretario Moisés Ikonicoff, el ex gobernador José María Vernet, el ex senador Héctor Maya y el asesor del Ministerio de Infraestructura, José «Pepún» Capdevila.

    Agazapados comentaban la actualidad pero se vieron zambullidos en un fragmento de historia: Duhalde les contó de su último viaje a España. Se emocionó al recordar que hacía más de cuatro años que no pisaba la Recoleta.

    Se acercó al sermón central con una manifestación que resultó simpática para algunos (Ikonicoff, entre ellos): le gustaría mucho que su ex vocero Jorge Telerman ganase las elecciones del 3 de junio en la Capital.

    Se sentó junto a Maya, un adversario de siempre, con quien cruzó pareceres triviales (lo mucho que hacía que no se veían, con miradas que anunciaron lo que pasará --muchoantes de que se vuelvan ver).

    ¿Y cómo ve todo, presidente? Levantó -gesto típico-la nariz, y sancionó: «El modelo que dejé no se respetó. Se puede agotar». ¿Qué hacemos? se conmueve ante el llamado la mesa de los veteranos.

    «Hay que esperar. Hay que darle un año

    ¿Duhalde ya en operaciones? El ex presidente llama de nuevo a sus ministros, pero ya no más para preguntarles qué recuerdan de su presidencia para contarlo en sus libros. Y merodea aquellos lugares desde donde pueda instalar la buena nueva: «Esto no da para más, hay que darle un año más y van a ver».

  • Oportunidad

    La última vez que hizo eso, cayó un gobierno y se invistió él mismo como sucesor.

    Ese regreso del conductor de Lomas lo hace además en tiempos de campaña, que es cuando la puja ilumina las palabras y los gestos con un halo épico que no tienen cuando la ambición descansa.

    El pretexto es cualquiera. Primero, la presentación del libro «Memorias del infierno», que ha llevado a varias provincias con lo cual logra lo que todo escritor: los libreros, al enterarse de que llega Duhalde, ponen el libro en la vidriera y en el primer mesón con la ilusión de la mayor venta. Con eso sólo se gana Duhalde el titular que ayer propalaba su esposa Chiche por las radios: la alegría de la familia de ver a esa obra de «Negro» en lugar destacado en la lista de los best sellers, que se confeccionan no siempre con los libros más vendidos sino con aquellos que los libreros se quieren sacar de encima.

    Con ese mensaje vitriólico de que el modelo que le legó a Kirchner no da para más, junta además Duhalde argumentos para convocar al Movimiento Productivo, esa liga que lo acompañó en 2001 en la cruzada antiglobal que volteó al delarruismo.
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