El efecto Córdoba cundió por la oposición. La posibilidad de repetir el 28 de octubre por la noche un escenario de caos y denuncias en el escrutinio nacional ya fue anotado por todos. La división en múltiples listas colectoras en cada distrito del país -una suerte de clon de ley de lemas en la práctica- complicará también ese conteo. Por eso surgieron ya pedidos de veedores internacionales para seguir de cerca la elección. Roberto Lavagna fue el primero en pedir su presencia el día de las elecciones, lo siguieron Elisa Carrió y Ricardo López Murphy, ayer se sumó Margarita Stolbizer y hoy el radicalismo presentará el pedido oficial ante el gobierno y los organismos internacionales para que toda la elección sea supervisada desde el exterior. Los pedidos se harán no sólo al gobierno, sino también directamente a la OEA.
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La efectividad de esos agentes es, en realidad, más que relativa: lo que no puedan controlar los fiscales de cada partido, menos lo podrá hacer una centena de representantes de la OEA u otros países. Su función es más bien disuasoria y testimonial para el caso de que estalle un escándalo.
En el pedido ya picó en punta Elisa Carrió, que el mismo día que presentó su fórmula con Rubén Giustiniani anunció que pediría al gobierno que, como en elecciones en otros países, vengan a la Argentina veedores de la OEA.
También se plegó su aliada en la provincia de Buenos Aires, la radical Margarita Stolbizer. En verdad, si hay un lugar donde la oposición necesitará reforzar el control de la elección será sin duda el territorio bonaerense, donde salvo los caciques del PJ y en menor medida el radicalismo, nadie puede asegurar una fiscalización prolija.
Como estructura disponible, mas allá de alguna figura internacional que siga desde la Capital Federal la evolución de los comicios, sólo la OEA tiene un cuerpo de veedores contratados que pueden moverse de país en país.
Muchos argentinos conocen bien esa tarea. Dante Caputo supo cubrir con radicales esos puestos en el organismo internacional y conoce a la perfección, por participar de la estructura, cómo se manejan. Fueron también puestos codiciadosdurante los gobiernos peronistas que pusieron una buena cantidad de representantes.
Como sea, la labor tiene una mezcla de aventura -como cuando fiscalizan elecciones en la selva nicaragüense- y también de turismo, que le resulta envidiable a cualquier militante. No es la provincia de Buenos Aires un escenario similar a El Salvador o Ecuador, pero el peligro electoral puede ser similar.
«Por supuesto tenemos temores, por eso la coalición pedirá veedores porque hay demasiados interesados en el botín que son para algunos las elecciones», dijo ayer Stolbizer.
Ricardo López Murphy se subió también a esa idea. López Murphy piensa igual que Carrió sobre los peligros que puede generar esta elección, a la sombra de lo que pasó con Luis Juez en Córdoba, pero prefiere primero acordar la fiscalización conjunta de los comicios con Carrió y Lavagna.
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