12 de enero 2007 - 00:00

El plan de Kirchner para Mauricio Macri en 2007

Mauricio Macri
Mauricio Macri
Se cruzan las operaciones, van y vienen las versiones y los supuestos acuerdos. Los dirigentes políticos de todas las corrientes intentan configurar para 2007 el mapa electoral que más facilite su acceso al poder. Será su pasatiempo en los próximos dos meses. La clave del problema está en cuántos candidatos compitan, es decir, en cuántas fracciones se divida el campo opositor. Es lo que sucede siempre que se dirime una reelección presidencial.

Quien de modo más claro expuso el problema fue Roberto Lavagna. Lanzó su candidatura y determinó que cualquier otro que manifieste similar aspiración trabaja, en realidad, para Néstor Kirchner. La inconsistencia lógica del argumento es evidente. Si Jorge Sobisch, quien confesó su aspiración presidencial mucho antes que el ex ministro, siguiera ese criterio, tendría derecho a reprocharle a Lavagna que su postulación coopera con el oficialismo. Carlos Menem, quien jamás declinó su aspiración presidencial -aun en años en los que no hay elecciones- podría decir lo mismo. Quizás se alegará que las posibilidades de triunfar del fundador de Ecolatina son mucho más verosímiles que las de esos dos candidatos de poco arrastre. Pero hasta ahora las encuestas ubican a Lavagna en el pelotón de Menem y Sobisch, bien atrás de Mauricio Macri y Elisa Carrió.

El viejo librero no quiere con su argumento homenajear a la lógica sino amedrentar a Macri para que deje de soñar con la Presidencia. Macri, a la vez, tendrá derecho a exhibir que las encuestas lo maltratan menos que a su contendiente y recordar que la noche del 31, con Ramón Puerta como testigo, brindó por su carrera hacia el sillón de Rivadavia (Puerta ya no podrá contárselo a Lavagna: la relación está destruida desde la última reunión entre ambos). Si aquel orden cronológico es verdadero, quien decidió fragmentar a la oposición y favorecer a Kirchner con su lanzamiento es el economista.

El galimatías de Lavagna importa poco. En su ardid verbal hay un fondo de verdad: el mayor deseo del gobierno, hoy en día, es el lanzamiento de Macri a la carrera presidencial. Así como el máximo anhelo de Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde es ver al presidente de Boca como candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires, el distrito en el que Kirchner planea concentrar el fuego de la batalla.

  • Alternativa

    Todavía es muy temprano para determinar qué curso tomarán los acontecimientos. Ni los sujetos de la acción son dueños hoy de la información imprescindible para prever cómo quedarán las piezas sobre el tablero. El propio Macri no sabe qué derrota resultaría más conveniente. Si una nueva caída porteña en un ballottage imposible de superar o un fracaso ante alguno de los Kirchner, que le permitiría quedar como la alternativa al actual gobierno para seguir con una gimnasia opositora que lo aburre demasiado (la candidatura bonaerense no figura entre sus evaluaciones de estos días).

    Es razonable que sea la opción nacional la que le resulte hoy más tentadora. Si no fuera así, el gobierno está dispuesto a colaborar con el candidato. La operación de convencer a Macri para que no insista en la carrera hacia la Presidencia le fue confiada a Julio De Vido. Es lógico: además de dirigente futbolístico, diputado y titular de un partido político, Macri es constructor. Su socio es Nicolás Caputo de Caputo SA. Por lo tanto, según explican en el oficialismo y en el propio entorno del titular de PRO, no hace falta recurrir a los vínculos, cada día más estrechos, de De Vido con Franco Macri para influir sobre las determinaciones de Mauricio. Basta el puente tendido desde el Ministerio con Caputo SA a través de Adelmo Gabbi, el titular de la Corporación Antiguo Puerto Madero, entidad con la que la empresa ha contratado más de una vez (quien quiera completar un cuadro de relaciones en torno de estos vínculos no debería olvidar el nombre del legislador porteño Diego Santilli).

  • Proyecto

    Quedará para la maledicencia de los lavagnistas suponer, como se destila en estos días, que Macri insistirá en la candidatura a presidente porque la influencia de De Vido lo ha vuelto más clarividente respecto de sus propios intereses. Es bastante difícil demostrar que la Ciudad de Buenos Aires es un destino más seguro para Macri que una derrota digna frente a Kirchner: hoy las encuestas lo ubican por encima de Lavagna en el enfrentamiento con el Presidente.

    Pero en el gobierno aspiran a más. No sólo desean que Macri no aporte votos como candidato a gobernador a la candidatura de Lavagna y que tampoco se presente en la Ciudad como candidato. Para este tramo de la operación electoral opositora, no hay que indagar solamente en la voluntad del Presidente y su ministro de Infraestructura. También Jorge Telerman tiene un proyecto para el presidente de Boca: que mediante una alianza tácita le deje el campo libre para seguir al frente de la comuna. Santiago de Estrada, Jorge Enríquez, el propio Santilli, son colaboradores en esta orientación. ¿Cuál sería el aporte que debería hacer Macri en este caso? Postular a Ricardo López Murphy o a Horacio Rodríguez Larreta para la Jefatura de Gobierno y dejarlos librados a su propia suerte. Sobre todo respecto del financiamiento, la obsesión principal que domina al líder de PRO. Es decir, que la derrota parezca un accidente.

    El resultado final de las presiones que se desatan sobre Macri es relevante no sólo para determinar si el actual elenco de gobierno continuará o no en la Casa Rosada. También es clave para saber con cuál de los Kirchner se producirá esa prolongación. Entre todos los escenarios que vislumbran los alquimistas electorales del Presidente para octubre hay sólo uno en el que el ballottage aparece, hoy, como probable: es el de un enfrentamiento que polarice las preferencias entre Cristina Kirchner y un desafiante único. De esto se cuidan quienes auspician el reemplazo del Presidente por su esposa. Por eso Macri y Lavagna son, con su inclinación o rechazo a asociarse, los dueños de la candidatura de la primera dama.
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