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Todavía es muy temprano para determinar qué curso tomarán los acontecimientos. Ni los sujetos de la acción son dueños hoy de la información imprescindible para prever cómo quedarán las piezas sobre el tablero. El propio Macri no sabe qué derrota resultaría más conveniente. Si una nueva caída porteña en un ballottage imposible de superar o un fracaso ante alguno de los Kirchner, que le permitiría quedar como la alternativa al actual gobierno para seguir con una gimnasia opositora que lo aburre demasiado (la candidatura bonaerense no figura entre sus evaluaciones de estos días).
Es razonable que sea la opción nacional la que le resulte hoy más tentadora. Si no fuera así, el gobierno está dispuesto a colaborar con el candidato. La operación de convencer a Macri para que no insista en la carrera hacia la Presidencia le fue confiada a Julio De Vido. Es lógico: además de dirigente futbolístico, diputado y titular de un partido político, Macri es constructor. Su socio es Nicolás Caputo de Caputo SA. Por lo tanto, según explican en el oficialismo y en el propio entorno del titular de PRO, no hace falta recurrir a los vínculos, cada día más estrechos, de De Vido con Franco Macri para influir sobre las determinaciones de Mauricio. Basta el puente tendido desde el Ministerio con Caputo SA a través de Adelmo Gabbi, el titular de la Corporación Antiguo Puerto Madero, entidad con la que la empresa ha contratado más de una vez (quien quiera completar un cuadro de relaciones en torno de estos vínculos no debería olvidar el nombre del legislador porteño Diego Santilli).
Quedará para la maledicencia de los lavagnistas suponer, como se destila en estos días, que Macri insistirá en la candidatura a presidente porque la influencia de De Vido lo ha vuelto más clarividente respecto de sus propios intereses. Es bastante difícil demostrar que la Ciudad de Buenos Aires es un destino más seguro para Macri que una derrota digna frente a Kirchner: hoy las encuestas lo ubican por encima de Lavagna en el enfrentamiento con el Presidente.
Pero en el gobierno aspiran a más. No sólo desean que Macri no aporte votos como candidato a gobernador a la candidatura de Lavagna y que tampoco se presente en la Ciudad como candidato. Para este tramo de la operación electoral opositora, no hay que indagar solamente en la voluntad del Presidente y su ministro de Infraestructura. También Jorge Telerman tiene un proyecto para el presidente de Boca: que mediante una alianza tácita le deje el campo libre para seguir al frente de la comuna. Santiago de Estrada, Jorge Enríquez, el propio Santilli, son colaboradores en esta orientación. ¿Cuál sería el aporte que debería hacer Macri en este caso? Postular a Ricardo López Murphy o a Horacio Rodríguez Larreta para la Jefatura de Gobierno y dejarlos librados a su propia suerte. Sobre todo respecto del financiamiento, la obsesión principal que domina al líder de PRO. Es decir, que la derrota parezca un accidente.
El resultado final de las presiones que se desatan sobre Macri es relevante no sólo para determinar si el actual elenco de gobierno continuará o no en la Casa Rosada. También es clave para saber con cuál de los Kirchner se producirá esa prolongación. Entre todos los escenarios que vislumbran los alquimistas electorales del Presidente para octubre hay sólo uno en el que el ballottage aparece, hoy, como probable: es el de un enfrentamiento que polarice las preferencias entre Cristina Kirchner y un desafiante único. De esto se cuidan quienes auspician el reemplazo del Presidente por su esposa. Por eso Macri y Lavagna son, con su inclinación o rechazo a asociarse, los dueños de la candidatura de la primera dama.
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