11 de junio 2007 - 00:00

Enmudecen al gobierno las críticas de Bergoglio

Jorge Bergoglio
Jorge Bergoglio
El gobierno evitó profundizar el choque con la cúpula de la Iglesia al optar, ayer, por no continuar con la polémica en torno a los dichos de Jorge Bergoglio que la Casa Rosada interpretó como una embestida, al punto que forzó una respuesta de Aníbal Fernández.

En otro round del tormentoso vínculo entre Bergoglio y Néstor Kirchner, en la homilía de Corpus Christi del sábado, el cardenal hilvanó una serie de críticas que parecieron apuntadas al pecho del Presidente. Reclamó, por caso, abrir el «diálogo institucional».

Esa intervención provocó la reacción del ministro del Interior, que acusó al cardenal de politizar su tarea pastoral. «Si la religión se la utiliza como bandera política, no es la Iglesia de Cristo», fue la respuesta, breve pero terminal, de Aníbal Fernández.

Luego de esos topetazos, el gobierno y la Iglesia guardaron las armas, al menos públicamente. Ayer ningún funcionario ni dirigente de peso del kirchnerismo se plegó a la polémica. La única voz fue la de Estela de Carlotto, de inocultable simpatía con la Casa Rosada.

La titular de Abuelas de Plaza de Mayo consideró «desacertadas» las manifestaciones de Bergoglio porque «no contribuyen al diálogo necesario entre la Iglesia y el Estado en un momento muy delicado de esa relación». Dio un paso más: «Vivimos en un país libre y todos tenemos derecho a opinar, pero la Iglesia debe ser muy cuidadosa cuando en épocas electorales toma partido casi directamente por uno de los candidatos a jefe de Gobierno».

  • Dato clave

    El punto que tocó Carlotto era, ayer, analizado como el dato clave de la reacción de Bergoglio por el oficialismo. No sin mordacidad, en el gobierno atribuían las críticas del cardenal al resultado de la primeravuelta en la elección para jefe de Gobierno porteño.

    Se sabe -y este diario lo contó con detalles- que Bergoglio intercedió en el acercamiento electoral entre Jorge Telerman y Elisa Carrió, movimiento que en su momento perjudicó las chances del candidato oficial, el ministro de Educación, Daniel Filmus.

    «Perdió y por eso reaccionó», se regodeaba anoche un hombre del gobierno que, para sostener su hipótesis, destacaba que Jorge Telerman participó de la ceremonia religiosa. No hubo, en cambio, ningún emisario oficial ni tampoco dirigentes del kirchnerismo.

    Hay una mirada adicional. Si no fue suficiente la intervención en la operación Piña en Misiones ni la mediación entre Telerman y Carrió, las palabras de Bergoglio fueron decodificadas en el gobierno como una señal inequívoca de que el cardenal es un « opositor» al gobierno.

    El libreto de Bergoglio, según la lectura del gobierno, no dejó lugar a dudas. « Traicionan al pueblo los que maldicen para atrás, con gestos de violencia» para «sacar ventaja en el presente o en el futuro» se observó como una réplica a las críticas de Kirchner a Mauricio Macri.

  • Relevante

    Se trató, claro, de otro dato para engordar la presunción de la Casa Rosada respecto de la enemistad del cardenal, que el gobierno retrucó con palabras y acciones. Los capítulos más relevantes de ese golpe a golpe son:

  • La Iglesia emitió un documento en el que advirtió que «la desigualdad es escandalosa» en la Argentina. Aquello generó una reacción airada del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que reprochó al cardenal hablar sin tener conocimiento.

  • Antes, la Casa Rosada había tejido con sigilo una cumbre entre Kirchner y el obispo emérito Joaquín Piña que se «vendió» como un intento de conciliación entre el gobierno y la Iglesia. No prosperó: de inmediato, el Episcopado afirmó que ésa no era la vía para establecer un diálogo institucional.

  • El 25 de mayo último, otra vez, Kirchner mudó la celebración patria al interior del país, con lo que «gambeteó» -como en años anteriores- el tedeum en la Catedral metropolitana, donde las homilías corresponden a Bergoglio. Esta vez, trasladó los festejos a Mendoza, donde, además, montó un escenario de semiinstalación de la fórmula Cristina Fernández y Julio Cobos.

  • En las últimas semanas volvió a escena el incidente en torno a Antonio Baseotto, obispo castrense al que el gobierno le impidió oficiar en esa función, pero que era sostenido por el Vaticano.
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