28 de enero 2003 - 00:00

¿Entenderá la gente?

¿Entenderá la gente?



































Duhalde sueña con un cuarto oscuro lleno de boletas partidarias con nombres insólitos y ningún escudo peronista. El Congreso de Lanús tiende a eso: confundir tanto que vayan «todos los peronistas por afuera» al vencer el plazo del 8 de marzo próximo (electoralmente corresponde para poder presentarse como candidato a presidente de la Nación el 27 de abril, o sea 50 días antes según el artículo 60 del código electoral). O sea que en 40 días habrá que resolver judicialmente la apelación en Cámara del menemismo contra la realización del congreso de Lanús, la nulidad o no de dicho congreso que igual se realizó, la nulidad o no que volverá a ir a la Cámara, si no se acepta el fallo apelado en cámara pasará a la Corte Suprema. Todo esto agravado por tener que dar intervención al fiscal y esperar su dictamen para resolver, además del tiempo que lleva notificar a las partes de cada fallo y el tiempo que hay que darle para apelar. Si faltara algo también el riesgo que la «comisión de notables» que designó el Congreso lanusense designe fórmula propia para el PJ (obviamente sería para Néstor Kirchner) que motivaría nuevas presentaciones y no fáciles porque en un fallo de 2002 la jueza Servini de Cubría avaló a la Comisión de Acción Política creada en noviembre de 2001, sobre el Consejo Nacional del PJ, que domina Menem y podría tomarse la «comisión de notables» del partido como equivalente. Mucho para sólo 40 días y con plazo impostergable sin consecuencias graves porque si no hay elecciones el 27 de abril se caería el paupérrimo miniacuerdo logrado con el Fondo Monetario.

• Nulidad

Por si escasearan males ese particular candidato a presidente que tiene el justicialismo, Juan Ricardo Musa, se presentó ayer a la Justicia pidiendo la nulidad del Congreso de Lanús que sólo enumeró como candidatos a ir a la elección presidencial a los afiliados Carlos Menem, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá.

Si hay plazo legal para concurrir hasta el 8 de marzo ¿por qué un congreso partidario puede limitar autoritariamente a otros afiliados el presentar su candidatura e intentar ser presidente de la Nación? No debe ser porque Musa se haya juntado a integrar fórmula con el empresario y piquetero vocacional Rubén Manusovich porque también Rodríguez Saá se unió a un extrapartidario como Melchor Posse y no fue impugnado por los bonaerenses en Lanús.

Evidentemente en ese Congreso casi todo fue arbitrario, por ende antidemocrático y mucho de ilegal. Algunos piensan que fueron deliberadamente elaboradas así las propuestas que se aprobaron para que recurran a la Justicia los afectados y si la trabazón en ésta impide concretar la elección presidencial del 27 de abril sean tales presentantes y no el duhaldismo el que impondría prorrogar ese plazo.

• Estrategia

O sea el duhaldismo ganaría en dos aspectos: o nadie se lleva la candidatura del justicialismo triunfante en una interna -que se descuenta ganaría Carlos Menem- y eso le permite competir a Kirchner, candidato oficial del gobierno, o se prorroga la fecha presidencial, algo que también le conviene al duhaldismo pero presentándose ante el Fondo Monetario como «no culpables» y que lo sean los que apelaron el autoritarismo a los estrados judiciales. Toda una estrategia maquiavélica como pocas veces se vio -se coincide en que nunca se vio en similar grado- en la historia política argentina.

La pregunta es ¿qué pasará cuando el electorado entre a los cuartos oscuros de todo el país y se encuentre con una serie de denominaciones raras de partidos políticos y sin una boleta con el tradicional escudo peronista y nombre de «Partido Justicialista»? ¿Beneficiará a los pocos nombres que subsistirán como «Partido Radical» o «Partido Socialista», aunque al radicalismo es, quizá, al único que en su actual presente le convendría otra denominación? ¿Es probable que, en definitiva, el elector prescinda de los nombres de partidos y se guíe por los de personas lo cual daría ventaja a Menem?

De cualquier manera el afán continuista o, por lo menos, de «gran elector» del actual gobierno en cuanto a quien lo suceda como presidente le ha restado más seriedad de la poca que tenía la política criolla. Exteriormente cada vez comprenden menos a los argentinos. Es lógico.

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